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Palestinos e israelíes suspiran por el retorno de los peregrinos a Jerusalén

publicado
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¿Es posible encontrar algún punto de acuerdo sobre Jerusalén entre palestinos e israelíes en medio de la Intifada? Sí, lo hay: que vuelvan los peregrinos y turistas. El temor a la violencia ahuyenta a los peregrinos que hace menos de un año llenaban los Santos Lugares. La crisis es particularmente aguda en el sector cristiano de la ciudad, donde decenas de restaurantes, tiendas y cafés han cerrado por falta de clientela.

En Notre-Dame de Jerusalén, institución para peregrinos ligada al Vaticano, solo una decena de habitaciones de las 150 disponibles están ocupadas; dos de sus tres restaurantes están cerrados; un congreso de 400 personas previsto en el mes de agosto ha sido anulado, según cuenta Le Monde (28-VIII-2001). Los comienzos de 2000 habían sido muy buenos, gracias al Jubileo y a la venida del Papa. Los comerciantes invirtieron mucho dinero en sus negocios. Después estalló la violencia, y hoy el sector cristiano de Jerusalén es una zona económicamente siniestrada.

Sin embargo, en Jerusalén es más el miedo que la realidad de hechos violentos. El alcalde de Jerusalén, Ehud Olmert, con fama de «halcón» del Likud, intenta tranquilizar a los posibles visitantes: «Ni un solo turista ha sido herido en once meses de Intifada», declara a ABC (Madrid, 27-VIII-2001). «Incluso los palestinos entienden que el turismo es para ellos imprescindible». Y se compromete a garantizar su seguridad. El P. Raed Abusahlia, secretario del patriarca latino de Jerusalén, Michel Sabbah, coincide en las palabras tranquilizadoras: «Hay que saber que los palestinos no atacan a los turistas. El retorno de los peregrinos ayudaría a calmar la situación. Sería un símbolo importante, un signo de solidaridad».

La violencia y la crisis económica están empujando a la emigración a buena parte de la población cristiana. El fenómeno ha existido siempre. Pero ahora el bloqueo impuesto por Israel ha hecho que muchos palestinos se encuentren en paro, sin ningún subsidio. En consecuencia, muchos jóvenes no ven salida al conflicto y cada vez más se presentan en los consulados de EE.UU. o Canadá para pedir un visado. Por lo general, los que emigran no venden sus casas, pues esperan volver algún día, sobre todo si se alcanza la paz.

¿Significa esto que está amenazado el porvenir del cristianismo en la región? El patriarca Michel Sabbah declara a Le Monde (28-VIII-2001) que «todo el mundo debería interesarse en la cuestión, pues los Lugares Santos, las raíces de la cristiandad están en esta tierra. Hay que ayudar a las dos partes, palestinos e israelíes, a encontrar la estabilidad, y mantener así el carácter cristiano de este país, ya sea en las personas o en los lugares. Las Iglesias del mundo deberían interesarse más en lo que pasa aquí, pues es en beneficio de todos».

Sabbah subraya que los cristianos no están atrapados entre dos fuegos, entre los judíos y los musulmanes. «El conflicto en curso afecta a todos los palestinos, cristianos o musulmanes. La cuestión de fondo es la ocupación militar israelí. Como Iglesia, decimos que hay que poner fin a esto. Si no, nada se arreglará, y seguirá la violencia».

Para Sabbah, según otra entrevista (ABC, 26-VIII-2001), es Israel quien tiene que cambiar su política. «Del lado palestino, ya se ha asumido el reconocimiento de la existencia de Israel, su derecho a existir como Estado sobre el 78% de un territorio originalmente palestino. Si los palestinos recibieran sus derechos y recuperaran ese 22% de territorio ocupado en 1967, estarían dispuestos a hacer la paz con Israel. Prueba de que los palestinos quieren y pueden vivir en paz es que en el interior de Israel vive un millón de palestinos y, pese a la discriminación evidente que existe entre judíos y no judíos, los palestinos de Israel viven en paz».

Sabbah cree que la paz tendría más oportunidades con una nueva generación de políticos. «El actual gobierno de Israel está compuesto por políticos de la generación de 1948 que gobiernan con la mentalidad de 1948, con una política de hierro, una política de tierra quemada. Esta política solo puede ocasionar más violencia, más resistencia, más muertes, más destrucción. Y para Israel solo produce más inseguridad». Con Sharon en el poder la paz es imposible, a menos que cambie, afirma Sabbah. Los israelíes votaron por un hombre duro que les protegiera, pero cada vez tienen más miedo y «tarde o temprano se darán cuenta de su error. De hecho ya hay muchos jóvenes israelíes que se niegan a hacer el servicio militar en los territorios palestinos. Hay una nueva generación que ya no quiere la guerra, que simplemente quiere vivir en paz».

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