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Otra vez hambrunas en África

publicado
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La ONU y las ONG que trabajan en África han lanzado la alarma sobre el riesgo de hambruna en varios países del continente. Sylvie Brunel, ex presidenta de «Acción contra el hambre» y profesora de Geografía del Desarrollo en la Universidad Paul Valéry-Montpellier-3, comenta esta nueva crisis en Le Monde (19 diciembre 2002).

Brunel hace notar que, con raras excepciones, «los países afectados no tienen ninguna razón ‘natural’ para sufrir el hambre. Zimbabue era hasta hace poco el granero del África austral. Los dos Congos, muy poco poblados, disponen de un potencial alimentario considerable. Entonces, ¿cómo se explica que 38 millones de personas estén amenazadas por el hambre? Ciertamente, África es un continente vulnerable, donde más de la tercera parte de la población sufre malnutrición crónica. La pobreza, la negligencia de los gobiernos hacia la agricultura, lo que explica que los rendimientos no hayan aumentado desde hace treinta años, la crisis económica, el SIDA que debilita ciertas zonas rurales… son razones que permiten explicar la amplitud de la malnutrición crónica. Pero no justifican el hambre».

Brunel asegura que las hambrunas de los últimos tiempos responden a la necesidad de algunos movimientos políticos de buscar nuevas rentas, tras el fin de la guerra fría. «Los gobiernos dejan pudrirse la situación, malgastan los stocks de seguridad, y después gritan pidiendo ayuda, apoyados por las agencias humanitarias, que aprovechan las urgencias para reconstituir sus presupuestos, debilitados por el cansancio de los donantes».

«El hambre permite a ciertos regímenes cubrir tres objetivos:

— recibir medios financieros y materiales que no tienen nada que ver con la ayuda concedida con cuentagotas en tiempos normales;

— asentar la legitimidad política interna, dirigiendo la distribución de alimentos;

— controlar a ciertas poblaciones molestas o periféricas mediante el arma del hambre».

«En la nueva sociedad mundial en la que la información y el charity business están estrechamente ligados y mercantilizados, la creación de hambrunas responde a una lógica mercantil como cualquier otra… Conociendo perfectamente la capacidad de movilización de la opinión pública en favor de ciertas causas y el poder de los grupos de presión (…), los creadores de la hambruna, apoyados por las organizaciones humanitarias preocupadas por obtener fondos públicos y privados en favor de los hambrientos, juegan particularmente con el simbolismo del niño: niño hambriento, niño soldado, niño esclavo…»

Esta estrategia de la manipulación de la opinión pública se ha generalizado. «Etiopía, en 2000, utilizó una carga simbólica muy fuerte para exponer las dificultades de la población de Ogaden… que Etiopía no había hecho nada por socorrer, aunque la penuria alimentaria se veía venir desde hacía dos años. Hoy prosigue la misma estrategia, si bien Etiopía es uno de los países más expuestos al riesgo alimentario».

Otros países, en cambio, con abundancia de lluvias, tierras fértiles y suficientes recursos naturales, no tendrían por qué pasar hambre. «Las crisis alimentarias que allí causan estragos, sobre todo entre los más miserables, no se deben en absoluto a la fatalidad. Como ha escrito el premio Nobel Amartya Sen, ‘la prevención de las hambrunas depende de medidas tan fáciles que el verdadero enigma es que sigan causando estragos’. El arsenal de prevención de las hambrunas es conocido desde hace más de un siglo. Por ejemplo, lanzar al mercado con tiempo los stocks de seguridad hace bajar los precios y evita que sectores enteros de la población queden marginados. Aunque hace falta que esos stocks no hayan sido dilapidados…»

«Entonces, ayudemos, puesto que los sufrimientos de ciertos pueblos son reales y necesitan nuestra solidaridad. Pero no nos dejemos engañar, y condicionemos la ayuda a controles estrictos sobre sus destinatarios y su distribución».

Brunel pide también que se establezcan verdaderos «contratos de desarrollo» entre los países pobres y la cooperación internacional enfocada hacia la lucha contra la pobreza. «Invertir en la educación, especialmente la de las niñas, poner en marcha programas de salud, relanzar la pequeña agricultura familiar en un contexto de paz y de seguridad son los únicos medios que permitirán a África no pasar hambre, sean cuales sean los caprichos de la meteorología».

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