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Olvidar la raza o sacarla a la luz de las estadísticas

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Con la diversidad ha topado el modelo republicano francés, basado en el dogma revolucionario de la egalité. El proyecto del presidente Nicolas Sarkozy para abordar el asunto de la igualdad de oportunidades entre los variados grupos étnicos que componen la sociedad francesa, ha abierto de nuevo el debate sobre la conveniencia de que los factores raciales sean tomados en cuenta en las estadísticas.

Hay quien se pregunta si la “discriminación positiva” promovida por el jefe del Estado no es, en sí misma, un oxímoron irresoluble. Una viñeta de Le Monde descubre las contradicciones del problema: un niño sentado sobre la moqueta estudia la Constitución de la República Francesa, donde lee: “Todos los ciudadanos son iguales ante la ley”. Su padre, en un sillón contiguo y con el periódico entre las manos, le explica: “Eso quiere decir que hay discriminación positiva para todos”.

Para “radiografiar” la sociedad francesa Sarkozy quiere que en las encuestas se puedan incluir variables como el color de la piel, el origen, y otros datos a los que el espíritu republicano de Francia ha rehusado siempre aludir, en cerrada defensa del principio igualitario. Aunque países como Estados Unidos y Gran Bretaña permiten este tipo de sondeos, la experiencia europea más reciente -un censo implantado por el gobierno de Berlusconi para la población gitana de Italia-, fue objeto de las críticas que ahora se reproducen ante la propuesta de Sarkozy.

Resulta también especialmente gráfico para comprender los valores en disputa el intercambio de opiniones que se produjo en abril del año pasado entre el presidente francés y Simone Veil, a quien Sarkozy encargó de estudiar las posibilidades de reformar el preámbulo de la Constitución para “asegurar el respeto a la diversidad” y para facilitar “verdaderas políticas de integración”. La respuesta de Veil -antigua presidenta del Parlamento Europeo- recomendaba profundizar en estas políticas según la legislación ya existente, pero desaconsejaba todo intento de modificaciones al texto de la ley suprema. En el mismo informe se prevenía contra los efectos contraproducentes de la discriminación positiva que “en el mejor de los casos podría conducir a un debilitamiento de la convivencia, y en el peor, a una escalada de las tensiones y de los resentimientos dentro de las comunidades”.

El informe Veil ha hecho hincapié en el hecho de que las políticas de discriminación positiva se han adoptado en países ― Estados Unidos, Sudáfrica, India― en los que el sistema jurídico había sido claramente discriminatorio, de modo que reformarlo implicaba necesariamente una serie de medidas de resarcimiento también de carácter legal.

Los efectos de la discriminación positiva

Sin embargo, el economista norteamericano -y negro- Thomas Sowell, en su libro La economía: verdades y mentiras (1), cuestiona la auténtica efectividad de la llamada “acción afirmativa” que a partir de 1970 se entendió sobre todo en el sentido de contratación preferencial de trabajadores procedentes de minorías. Admite que son claros los progresos que implicó para la población negra todo el levantamiento de prohibiciones en las décadas del 50 y del 60. Pero señala que, si se atiende a los datos, la disminución de la pobreza en este grupo había comenzado antes, y que cuando se establecieron las cuotas de participación para las minorías la tendencia no sólo no se aceleró, sino que incluso disminuyó.

Por otra parte, y aún admitiendo el racismo, Sowell no cree que exista una correlación fatal entre los prejuicios raciales de los empleadores y la forma en que contratan a sus empleados, pues según su argumento los costes de la discriminación pesan sobre los balances de las empresas. El autor recuerda las multas con que el gobierno sudafricano sancionó a las muchas compañías que, haciendo caso omiso a las leyes del apartheid, empleaban a trabajadores negros cuyas ventajas competitivas eran claras para la empresa. Una lógica que, según Sowell, vale también para los propietarios que quieren alquilar y para los prestamistas que necesitan clientes a los cuales conceder un crédito.

Las reformas de Sarkozy no serían desde luego las primeras que se implantan en Francia según el criterio de la discriminación positiva. Desde 1982 existen las Zonas de educación prioritaria (ZEP), y la participación de alumnos provenientes de ellas fijada para los estudios de la École Libre de Sciences Politiques ha supuesto también un doble rasero en los procesos de admisión (cfr. Aceprensa 14-06-2006).

La raza, ¿noción objetiva?

Existen, en los estudios demográficos franceses, estadísticas que toman en cuenta el apellido para inferir el origen. Sin embargo, las víctimas de la discriminación pueden tener también nombres occidentales y ser nacidas en Francia. Aquí, por cierto, entra otro elemento polémico: la raza que habría que averiguar ¿es una noción objetiva o tiene que ver, más bien, con la adscripción que según su propio sentir hace cada quien?

A propósito de esto, el libro de Thomas Sowell llama la atención sobre el aumento en los números oficiales de las poblaciones indígenas de Estados Unidos, que según dice “sobrepasa cualquier realidad biológica”, y que se debe a la posibilidad de que las personas se identifiquen libremente con tal o cual etnia. También se refiere a los australianos que se llaman a sí mismos maoríes, y que en realidad descienden tanto de maoríes como de blancos. Un fenómeno que produce la paradoja de que el mestizaje, en vez de diluir la identificación racial, la fortalece: “las crecientes tasas de matrimonios interraciales han reducido la significación biológica de las diferencias raciales, del mismo modo que su significación política ha aumentado”, explica Sowell.

Precisamente a las segundas generaciones se ha referido el estudio encargado a Patrick Simon por el Consejo de Europa, y publicado en 2007 con el título “Estadísticas étnicas y protección de datos en los países del Consejo de Europa”. Según ese texto, la definición de los hijos de los inmigrantes -nacidos en el país receptor o nacionalizados- no responde ya a los criterios objetivos (como el lugar de nacimiento) aplicables a sus padres, y al remitir a conceptos como el de etnia podría entrar en contradicción con las leyes sobre protección de datos. En cualquier caso, y aunque el gobierno francés aún no ha precisado cuáles serán los métodos estadísticos que utilizará, se ha informado de que se basarán en encuestas “no invasivas”, en las que no habrá obligación de contestar ni de dar el nombre y en la que cada persona se adscribirá libremente al grupo racial, religioso o de otro tipo al que crea pertenecer.

Las variables del racismo

Para Thomas Sowell es importante que los estudios tengan claro, a la hora de valorar, cuáles son los parámetros que comparan. En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, hace ver que es necesario tener en cuenta que los grupos “ de color” en ese país tienen generalmente una edad promedio menor que la de los blancos (desde los 30 años de los negros hasta los 16 de los asiáticos de ascendencia Hmong, frente a los 35 de los anglosajones).

Sowell advierte que, puesto que los ingresos suelen ser mucho menores en personas jóvenes que comienzan a trabajar y están aún por conseguir una posición estable dentro del mercado laboral, podría caerse en el error de atribuir a la raza lo que en realidad es consecuencia de la edad. No es que Sowell niegue la discriminación, sino que advierte sobre la complejidad de los problemas que subyacen a la exclusión social: “Muchas sociedades, si no todas, han discriminado a los grupos a lo largo de la mayor parte de la historia, pero esa discriminación no ha sido el único factor activo en producir diferencias entre grupos, y el desafío es valorar los efectos de todos los factores implicados”.

No obstante, un estudio presentado entre junio y julio de 2006 por Eurobarómetro sobre los “criterios que pueden poner en desventaja a las personas ante la elección por parte de una empresa entre dos candidatos de iguales aptitudes y calificación”, revela que en la UE el color de la piel o el origen étnico influye en un 45%, mientras que el acento o la manera de hablar lo hacen en un 34% y la expresión de una convicción religiosa en un 22%.

No toda diferencia es desigualdad

François Héran, director del Instituto Nacional de Estudios Demográficos (Ined) de Francia, ha publicado recientemente un artículo en el que explica su trabajo al frente de una comisión designada por Yazid Sabeg, el abogado y empresario de origen argelino a quien Nicolas Sarkozy nombró el año pasado Comisario de la Diversidad. Este comité, integrado por veintisiete expertos de varias áreas (economistas, abogados, demógrafos, estadísticos, sindicalistas, periodistas, expertos en recursos humanos), deberá producir sus conclusiones para el mes de junio.

Según Héran, la iniciativa sobre la que se debate no es en modo alguno la estadística étnica, sino la “medida de la diversidad”. No se trata, pues, como en el caso de la primera, de un único dato sobre el origen o las características raciales de una persona, sino de una evaluación “multidimensional”. “Lejos de nosotros la idea de ver discriminación por doquier”, explica el presidente del Ined, ni de “mimar la victimización”. Antes bien, y reconociendo que “no toda diferencia es una desigualdad, no toda desigualdad es discriminatoria, y no toda discriminación es voluntaria”, su tesis es que “la herramienta estadística nos ayudará a establecer las diferencias”.

Servirá, entonces, para evitar un doble error: “imputar a la discriminación étnica desigualdades que responden a otras causas, y decretar, a la inversa, que las desigualdades son todas sociales o territoriales, como si los orígenes y las apariencias no fueran el objetivo de ninguna discriminación”.

La iniciativa presidencial sobre las estadísticas raciales ha recibido el apoyo de socialistas como el diputado Daniel Goldberg. En cambio, dentro del propio oficialismo se producen disensos como el de Fadela Amara, la delegada del gobierno para coordinar las políticas en los barrios pobres, que ha llegado a hablar de “estrella amarilla”, comparando este tipo de censos con la señal impuesta por los nazis para identificar y segregar a los judíos.

Currículum vitae anónimo

El plan de Sarkozy, que espera ahora las conclusiones de la comisión Héran, incluye además la implantación de un sistema de becas, un programa de clases ofrecido por ministerios y organismos públicos para la preparación de oposiciones, y una serie de medidas que se exigirán a las empresas.

Así, por ejemplo, la experimentación del CV anónimo (cfr. Aceprensa, 20-04-2005) en cien grandes compañías, un recurso surgido de la Ley de Igualdad de Oportunidades de 2006 que se ha quedado hasta ahora sin aplicación en espera del decreto que lo regule. Su implantación experimental deberá conducir a un informe para definir las condiciones en que puede desarrollarse este modelo. El propósito es que, para evitar prejuicios en la selección de candidatos a un empleo, en el curriculum que se envía antes de llegar a una entrevista no figuren datos como el sexo, el origen o el apellido.

Junto a esto, el gobierno francés quiere pedir cuentas a los empresarios sobre las acciones que aplican en sus negocios a favor de la diversidad; este mérito se tendría en cuenta en la atribución de concesiones; y se ampliarían las facultades de la Alta Autoridad de la Lucha contra la Discriminación y por la Igualdad para que pueda realizar inspecciones sorpresa sobre los lugares de trabajo. Asimismo se crearán comisiones para la promoción de la diversidad en la vida política y en los medios de comunicación.

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NOTAS

(1) Thomas Sowell. La economía: verdades y mentiras. Deusto. Barcelona (2008) 260 págs- 24,95 €. T.o.: Economic Facts and Fallacies. Traducción: EdiDE S.L.

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