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Norteamérica cree en los ángeles

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La edición para Norteamérica de la revista Time (27-XII-93) escogió como tema de portada la fe en los ángeles.

(…) Hillary Rodham Clinton tiene un alfiler de oro para los días en que necesita ayuda: alas de ángeles, explica. Ha hecho de los ángeles el motivo principal del árbol de Navidad de la Casa Blanca.

(…) Una encuesta de Time señala que la mayoría de los norteamericanos cree en los ángeles [69% frente al 25% que niegan su existencia] (…). Judíos, cristianos y musulmanes han especulado sin fin sobre la naturaleza y la misión de los ángeles, pero las tres religiones afirman su existencia.

Contra lo que afirman burlonamente los modernos escépticos, los teólogos medievales no perdían el tiempo discutiendo cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler. Se ocupaban de cuestiones mucho más importantes. En su estratificada arquitectura del cielo, los ángeles superiores eran los serafines y los querubines, los más cercanos a la naturaleza divina, que existen para adorarle. Los tronos traen la justicia; las dominaciones regulan la vida en el cielo; las virtudes realizan milagros; las potestades protegen a la humanidad del mal; los principados se preocupan del bienestar de las naciones; y los arcángeles y ángeles sirven como guías y mensajeros de los seres humanos.

(…) En el best-seller A Book of Angels, recopilación de encuentros con ángeles, su autora, Sophy Burnham, escribe que los ángeles se disfrazan -como un sueño, como presencia confortadora, como impulso de energía o como una persona- para asegurar que el mensaje es recibido (…). «Los ángeles son una confirmación tranquilizadora de que lo sobrenatural y el reino de Dios son reales», dice Richard Woods, sacerdote dominico y autor de libros sobre ángeles y demonios. (…) Pero (…) en muchos ámbitos eclesiásticos, el renacimiento de la fe en los ángeles es motivo de cierta alarma. Algunos ministros ven en la literatura sobre los ángeles la obra de una secta New Age, una fe religiosa fácil y sin exigencias que puede también suponer un rechazo del compromiso con la Iglesia. (…)

Incluso dentro de la Iglesia católica se debate cómo debe tratarse este resurgimiento del interés en los ángeles. Los ángeles ocupan aún un lugar importante entre las devociones católicas y están incluidos en el nuevo Catecismo de la Iglesia. Desde la infancia, los niños católicos aprendían la «Oración al Ángel de la Guarda», y era frecuente que se dijera a los alumnos en las escuelas católicas que dejasen un poco de sitio en el pupitre para el ángel custodio. (…)

La intervención de los ángeles no significa de ningún modo que los hombres puedan ahorrarse decisiones difíciles o el arduo trabajo espiritual. (…) La mayoría de los devotos de los ángeles no creen haber encontrado un modo de confundir a la Providencia y esquivar desastres. Lo que realmente quieren decir es que la idea misma de los ángeles parece actuar como medio de la gracia. En Los Ángeles, la artista Jill D’Agnenica ha sembrado de imágenes de ángeles los barrios afectados por los disturbios del año pasado. (…) Ha colocado brillantes ángeles en las esquinas de las calles, en las paradas de autobús, en las paredes, en los parques, encima de los montones de basura y en solares vacíos (…). «La experiencia de ver un ángel -dice- o, incluso más importante, (…) el acto de buscar un ángel, recordará a cada persona el lugar que ocupan en la Ciudad de los Ángeles».

Buscar a los ángeles es un gesto laudable. En la medida en que esta búsqueda significa la victoria de la esperanza sobre la prueba experimental, puede ser un signo bueno y reconfortante de nuestra época. Para los que dicen haber tenido alguna experiencia directa de ángeles, no hace falta ninguna prueba; para los que están predispuestos a dudar, no existe prueba posible. Y los que se encuentran desconcertados entre unos y otros, a menudo sienten el deseo creciente de ser persuadidos. Si el cielo tiene intención de hablarnos, no es mucho pedir que nos dispongamos a escuchar.

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