No hay que reprochar a Pío XII su silencio sobre los judíos

Fuente: Le Point
publicado
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El semanario francés Le Point (24 de diciembre) publica una entrevista con el historiador Serge Klarsfeld, fundador de la asociación “Hijos e hijas de los deportados judíos de Francia”. En el fondo, como asunto interno de la Iglesia, considera indiferente la decisión vaticana, anunciada el pasado día 19, de declarar las virtudes heroicas de Pío XII. Hay cosas que le chocan mucho más, como la publicación de las cartas antisemitas de Céline en La Pléiade, faro guía de la conocida editorial Gallimard. Aunque Louis-Ferdinand Céline esté considerado como un genio literario, lo encuentra chocante.

Además, si se habla tanto de Pío XII, ¿por qué no mirar al general De Gaulle? ¡Se le considera un santo en Francia!, dice el historiador. Pero, durante el verano de 1942, después de la redada del Velódromo de invierno, De Gaulle no levantó su voz. Siguieron luego otras acciones, organizadas por la administración prefectoral y llevadas a cabo por personas de uniforme. Al general no se le ocurrió decir algo así como: ¡Funcionarios, si arrestáis a los judíos, seréis también detenidos y llevados delante de los jueces!

Klarsfeld estima que Pío XII desempeñó un papel determinante contra Hitler, pero también contra el comunismo en la Europa del Este: tanto en el plano diplomático como en el ideológico. Fue el redactor de la encíclica de Pío XI que condenó el nazismo.

En cuanto a los reproches de silencio durante la Shoah, “no se pueden olvidar sus gestos discretos y eficaces para ayudar a los judíos”. Klarsfeld recuerda que cuando se produjo la gran redada por sorpresa en Roma contra los hebreos, Pío XII no protestó en voz alta, pero pidió a las instituciones religiosas que les abrieran las puertas. Como resultado miles de judíos pudieron ser salvados. Sus protestas probablemente habrían sido inútiles, como sucedería después en Polonia, donde dos millones de católicos perdieron la vida.

La entrevistadora comenta que, dentro del mundo judío, otros son más críticos, y Klarsfeld responde: “Algunos, como yo, intentamos observar la realidad histórica y el contexto de la época. En cambio, otros no piensan ni un segundo en los millares de católicos abatidos, sino sólo en los rabinos y en judíos masacrados durante la Shoah. Pero el Papa es ante todo el Papa de los católicos. La prioridad de Pío XII era protegerles de los regímenes nazi y comunista”.

De todos modos, han pasado más de 60 años del fin de la guerra, y, para el historiador francés, sería oportuno abrir ya los archivos vaticanos, para comprobar, cada uno por su cuenta, cuáles fueron los gestos y las reacciones de Pío XII.

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