Malos tiempos para la industria alemana

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El nuevo comisario europeo de Industria, Günter Verheugen, trata de revitalizar la industria alemana, particularmente la automovilística, una de las más importantes de la Unión Europea. En un informe que presentó al presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, aseguraba que se corre el riesgo de que, para 2010, la UE pierda su competitividad. De momento, se ha renunciado al límite del 3% para el déficit público en el Pacto de Estabilidad, como forma de estimular el crecimiento económico. La medida parece insuficiente para contrarrestar la competencia norteamericana e incluso coordinar a los propios países de la Unión.

El mejor ejemplo es la crisis de las empresas europeas del consorcio General Motors (GM): Saab, Opel y Vauxhall. Los norteamericanos han decidido concentrar toda la producción de Opel Vectra y Saab 9-3 en una sola fábrica, y han obligado a los europeos a competir entre sí. Los suecos han sido capaces -dentro del plazo que terminaba el 1 de noviembre- de presentar un proyecto para que todo el trabajo lo hagan los 5.600 empleados de Saab en Trollhättan. El primer ministro sueco, Göran Persson, se entrevistó con el jefe de GM Europe (con sede en Suiza), Fritz Henderson, y le presentó un plan de mejora de infraestructuras que supone una inversión pública de 260 millones de euros. Para evitar que la Comisión Europea acuse a Suecia de subvenciones ilícitas a la industria nacional, el ministro de Economía, Thomas Östros, aseguró que el plan se llevará a cabo de todas formas, aunque GM decida trasladar su producción a Alemania.

En Alemania, en cambio, las negociaciones sobre el futuro de Opel aún durarán semanas, y aunque el gobierno ha prometido ayudar, no hay planes concretos, y menos aún dinero contante y sonante. En el cuarto trimestre de 2004, el PIB alemán subió sólo un 0,1%, lo que ha obligado a los economistas a rebajar sus pronósticos de crecimiento. El gobierno alemán acaba de aprobar un presupuesto en el que sólo gracias a enormes privatizaciones -por valor de 17.000 millones de euros- se conseguirá que las inversiones netas (22.700 millones de euros) superen a las deudas y se mantenga el endeudamiento neto en 22.000 millones de euros. En resumen, no hay dinero para regalar en Alemania, y sí muchas empresas con problemas: «Frankfurter Allgemeine Zeitung» (FAZ) evaluaba el 18 de octubre en 41.600 los empleos que suprimirán en 2005 dieciséis grandes empresas: desde Opel a Alcatel, pasando por los ferrocarriles, correos, industrias como Bayer, FAG Kugelfischer o Man, bancos como Dresdner, etc.

Difícil vender en EE.UU.

Para el que fuera primer presidente del Banco Central Europeo, Wim Duisenberg, Europa hace las cuentas, pero no le salen porque hay otro que no las hace: Estados Unidos. No es el precio del petróleo lo que amenaza la economía europea, sino el déficit de la balanza de pagos norteamericana, según declaraba a FAZ (12-11-2004): «Es insostenible. No es bueno para el crecimiento en EE.UU., ni es bueno para la economía mundial».

La economía alemana mantiene su crecimiento gracias a la exportación, y para los fabricantes de automóviles en concreto, EE.UU. se está convirtiendo en un mercado cada vez más difícil. Ya no sólo Volkswagen, sino también Audi y BMW se ven forzados a establecer ofertas y descuentos especiales en EE.UU. Y el éxito de las medidas es dudoso, pues Toyota ha aumentado su cuota de mercado al 12,1% en EE.UU., pero ha disminuido en un 9% sus rebajas, que ya eran inferiores a las de los europeos.

En Alemania, la gente no ve más solución que trabajar más. Según una encuesta de FAZ en la que participaron más de 7.000 lectores, el 36% por ciento no ve salida a la crisis económica, el 30% opina que hay que suprimir fiestas o vacaciones, y el 33% que hay que aumentar la jornada laboral.

Santiago Mata

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