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Malentendidos sobre el cambio climático

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El debate sobre los cambios climáticos ilustra bien el malentendido que muchas veces se da entre científicos y políticos, según explica Jean Paul Dufour en Le Monde (24-III-95).

Son los científicos quienes han dado la alarma sobre estos temas, desde el agujero de la capa de ozono al efecto invernadero, pasando por el empobrecimiento de la biodiversidad. (…)

Ciertamente, la explicación de su inquietud está sólidamente argumentada. Pero también está matizada cuidadosamente. En noviembre de 1994, la Academia de las Ciencias francesa subrayó de nuevo que, si bien el equilibrio climático del globo parece efectivamente amenazado, sigue habiendo importantes incertidumbres [ver servicio 162/94]. Así, por ejemplo, se sabe muy poco del modo en que el dióxido de carbono -principal responsable del efecto invernadero-, es absorbido por los océanos, y casi nada sobre su influencia en la función clorofílica de las plantas, sus grandes consumidoras. En suma, la Academia subrayaba que la gigantesca maquinaria térmica que es nuestro planeta resulta extremadamente compleja, y estamos lejos de haber desentrañado todos los misterios.

Por desgracia, la política prefiere frecuentemente los dogmas a los matices. (…) Enseguida los científicos se han visto envueltos en la tormenta. De un extremo a otro del arco ecológico-político, se invocan sus trabajos. Bien sea para reclamar medidas radicales e inmediatas, a despecho de las posibles consecuencias nefastas sobre la economía; bien para no emprender ninguna acción, con el pretexto de que «no estamos seguros de nada». Halagados o, simplemente, deseosos de alcanzar una notoriedad siempre útil a la hora de obtener créditos para sus laboratorios, ciertos investigadores -afortunadamente pocos- no resisten la presión, y tienden a veces a forzar sus declaraciones, en un sentido u otro. (…)

«El malentendido es completo -exclama un investigador del medio ambiente-. Los políticos reclaman recetas, cuando nosotros sólo podemos darles conocimientos». Los problemas del medio ambiente y la climatología -terreno predilecto de la complejidad y de los fenómenos caóticos- dependen, por definición, de la conjetura. Por otra parte, toda acción correctora en estos campos tiene forzosamente consecuencias positivas y negativas.

Es ahí donde interviene el papel fundamental de la política, que es el de arbitrar. En Berlín [durante la conferencia mundial sobre el cambio climático], los ministros de los países signatarios del tratado de Río [sobre limitación de las emisiones de gases con efecto invernadero] estarán entre la espada y la pared. Por fin deberán entablar un verdadero debate político. Si se echan atrás, rehúyen su responsabilidad, y la historia y el planeta corren el peligro de no perdonarles.

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