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Los sueños de Freud

publicado
DURACIÓN LECTURA: 6min.

Análisis
Los 150 años del nacimiento de Sigmund Freud están dando pie a un buen número de artículos. Unos destacan las aportaciones que Freud realizó en el campo de la psicología y psiquiatría, otros hablan de su concepción del hombre y de la sociedad; muchos hacen más hincapié en su impronta en la cultura que en la ciencia. Los juicios sobre su obra son muy dispares. Para unos es uno de los genios de la humanidad, para otros, un pseudocientífico. Sin duda, una de sus aportaciones más populares se refiere a la interpretación de los sueños, como instrumento del psicoanálisis.

La «asociación libre» de Freud consistía en invitar al paciente, colocado en una posición cómoda, frecuentemente tendido en un sofá, a que hablara sin reservas de cualquier cosa que se le ocurriera. A veces, tal asociación podía ser orientada con alguna palabra o frase pronunciada por el psiquiatra. Con frecuencia Freud observó el fenómeno que denominó «resistencia»: ante lo que el «ello» sugería, reaccionaba el «yo» imponiendo una censura.

De ahí que Freud diera tanta importancia a los sueños, como auxiliar imprescindible del psicoanálisis. Durante el sueño la vigilancia ejercida por el «yo» es mucho menor que en la vigilia, por lo que analizando los sueños se podría completar los datos obtenidos con la «libre asociación». Por eso Freud llamó a la interpretación de los sueños «la vía regia» del psicoanálisis.

La importancia que concedía a esta vía se manifiesta en que su obra «Traumdeutung» («Interpretación de los sueños»), publicada en 1900, fue la que revisó y modificó más veces. También es significativo que escribiera a su amigo Fliess (otorrino en Berlín ): «Imagina que un día habrá en esta casa una placa de mármol que diga: aquí, el 24 de julio de 1885, se le reveló al doctor Sigmund Freud el secreto de los sueños». Sin embargo, la aceptación inicial de este libro fue muy escasa: se editaron 600 ejemplares, el primer año se vendieron 228 y la edición tardó 8 años en agotarse.

Simbología onírica

En los sueños, Freud distinguía el contenido patente y el latente; es decir, en los sueños hay una parte manifiesta, que no necesita ninguna interpretación, mientras que en la parte latente, el sentido del sueño aparece un tanto desfigurado y disfrazado. Durante el sueño la tarea de vigilancia y censura del «yo» es mucho menor que durante la vigilia, pero no desaparece. Freud admitía que cuatro leyes regían este disfraz de los sueños: 1) La mayor parte del contenido de los sueños se reduce a imágenes visuales, hasta lo más conceptual adquiere una representación plástica; 2) un elemento manifiesto expresa varios pensamientos latentes; 3) el contenido emocional es apartado de su objeto y unido a otro poco importante o subsidiario; 4) el contenido latente se manifiesta mediante símbolos.

Con respecto a la simbología onírica, hay que decir que, dada la importancia que Freud concedía a la libido y al «Lust Prinzip» (Principio del placer), los símbolos sexuales son tan numerosos en su interpretación que prácticamente cualquier escena soñada está cargada de contenido sexual (Halle contabilizó 102 símbolos que representaban el órgano genital masculino, 95 el femenino y 55 el acto sexual).

Estudios científicos sobre los sueños

En la actualidad, las ideas de Freud sobre la naturaleza y la interpretación de los sueños no sólo han perdido vigencia, sino que se ha demostrado que no tienen ningún fundamento científico. Veamos de forma resumida lo que hoy se sabe de los sueños.

Hay una serie de influencias sensoriales sobre el tipo de sueño. Kleitman fue uno de los primeros en investigar la influencia de distintos estímulos sensoriales sobre el contenido de las escenas soñadas. Si se aplica un estímulo luminoso en la fase MOR (Movimientos Oculares Rápidos), que es la fase en la que se sueña, en un 25% de los casos se sueñan episodios en los que la luz desempeña un papel importante; cuando es un estímulo acústico, el sonido, es un componente importante en la escena soñada aproximadamente en un 10% de los casos.

Los estímulos táctiles son los que más iunfluencia tienen, prácticamente en el 50% de los casos. Berger, repitiendo la palabra Sheila (cuya pronunciación inglesa es semejante a la alemana de Schiller), consiguió que un estudiante soñara que habia olvidado en clase un libro de Schiller. En otro caso, la palabra que repitió fue Jennie y el sujeto en cuestión soñó que unos ladrones forzaban su caja fuerte («jemmy» significa palanqueta, el instrumento utilizado para forzar cerraduras).

Soñado y olvidado

Otro hecho comprobado es la rapidez con que lo soñado se olvida. Si se despierta al sujeto en el momento que está soñando, recuerda con bastante exactitud lo que soñaba; a la mañana siguiente, recuerda las escenas pero sin detalles. Ahora bien, a las personas que describieron su sueño al ser despertadas mientras soñaban, se les pidió, al cabo de varios días, que rememoraran ese mismo sueño; ya sólo recordaban fragmentos y las lagunas existentes entre esos fragmentos las rellenaban con elementos que tendían a dar continuidad a lo que habían soñado.

Por eso decía Egger que el olvido total de lo que se sueña no es grave, pero el olvido parcial es pérfido, pues se está expuesto a completar con la imaginación los fragmentos incoherentes que uno recuerda de un sueño pasado. Esta tendencia, común en todos, habla poco en favor de la fidelidad de los sueños que los pacientes referían a Freud y sobre los que éste hacía la correspondiente interpretación.

Como se ha dicho antes, casi todo lo que soñamos tiene lugar en la fase MOR del sueño. La duración total del sueño MOR en un individuo adulto es de unas dos horas cada noche. Lo cual no quiere decir que soñemos duranto todo ese tiempo, pues una característica de los sueños es la rapidez con que se desarrollan las escenas, que no tienen nada que ver con el tiempo real.

Aunque no se sueña durante todo el tiempo de la fase MOR, sí que se sueña en todos los ciclos de sueño en los que aparece sueño MOR y que son de 3 a 4. Nadie diría que sueña 4 veces distintas cada noche, pero éste es un hecho comprobado experimentalmente en un considerable número de personas. Otro dato más a favor de la rapìdez con que se olvida lo soñado.

En la actualidad se conoce con bastante exactitud los centros troncoencefálicos colinérgicos y adrenérgicos que dan lugar al sueño MOR. Estos centros activan sobre todo el sistema límbico y los centros mnésicos (de la memoria), por lo que aparecen escenas soñadas, con un componente afectivo-emotivo. Al faltar el control de la corteza cerebral, tales escenas son fragmentadas e incoordinadas y no tiene sentido buscar en ellas una simbología.

Luis María Gonzalo____________________Luis María Gonzalo, catedrático de Anatomía, es Autor de «Dormir mejor : causas y tratamiento del insomnio» (EUNSA) y de «El sueño» (Temas de Hoy).

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