Los japoneses presentan su nueva hornada de robots

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Ashiya. Incluso después de un década de humillante estancamiento, Japón sigue teniendo el don de presentar de forma inesperada nuevas tecnologías que captan la atención del consumidor.

En el pasado, los grandes éxitos japoneses que dieron la vuelta al mundo, se concentraron principalmente en la producción de coches y productos audiovisuales, como vídeos y reproductores de discos compactos. Ahora las empresas japonesas están luchando por colocarse a la cabeza de la competición mundial para tratar de llegar a millones de hogares y transformar sus cocinas, cuartos de baño y tantos otros ámbitos de la vida cotidiana en una sociedad que está envejeciendo a pasos agigantados.

«Lo que en Estados Unidos se vio hace cinco años como posibilidades tecnológicas del futuro está ya a la vuelta de la esquina -dice Kenichi Ohmae, escritor y asesor de negocios, refiriéndose al avance de nuevas tecnologías-. No hay país como Japón cuando se trata de fusionar tecnologías para crear algo nuevo. Casi siempre es América quien inventa los nuevos paradigmas, pero es Japón quien los transforma en productos populares».

El último grito tecnológico es la miniaturización de los robots, lo que está dando lugar a los juguetes para adultos. Uno de los más famosos es Aibó («compañero» en japonés), como ha sido bautizado el perro-robot de Sony que ha hecho las delicias del público desde que apareció en junio pasado. Hasta el momento se han hecho dos versiones que, a pesar de su elevado precio de 160.000 yenes (1.560 dólares), se han vendido rápidamente. Además del perro hay también gatos, peces, focas y toda una serie de animalitos agradables a la vista y al tacto, equipados con multitud de sensores que hacen que la mascota-robot reaccione a estímulos físicos: mostrar deleite al ser acariciado, o disgusto si se le tira de los bigotes.

Todos estos animales están pensados también para hacer compañía a personas de edad avanzada que viven solas. Recientemente Matsushita Electric ha introducido una colección de peludos ositos de aspecto simpático diseñados especialmente para ancianos. Además de rezumar encanto, este tipo de robots es capaz de emitir mensajes de un centro médico que cuida ancianos y transmitir allá un registro de las actividades cotidianas de su dueño. Sus facultades vocales son también útiles para la vida de los ancianos, pues el poder intercambiar unas palabras con ellos en una simple conversación («buenos días, buenas tardes, ¿cómo te encuentras?, debes tomar tal medicina», etc.) es considerado de valor terapéutico.

Pero no todo son animalitos. También hay robots electrodomésticos, como la nevera que lleva cuenta de las provisiones y que permite saber a distancia qué cosas hacen falta para encargarlas directamente al almacén; o el termo de calentar agua, conectado también por teléfono a un ordenador de un centro asistencial, para saber si el usuario lo ha encendido para tomar su té. Si el termo no ha sido conectado por un periodo de tiempo excesivo, llaman por teléfono desde el centro o visitan la casa de la persona anciana para asegurarse de que todo está en orden.

Sin embargo, el más interactivo de todos estos inventos es el robot de NEC llamado R100, cuyas características físicas recuerdan al simpático R2D2 de La guerra de las galaxias. R100 actúa respondiendo a órdenes dadas de viva voz y puede cambiar canales en la TV, encender o apagar luces, comprobar el correo electrónico, etc. Puede también reconocer a personas por sus facciones, moverse por sí solo, saludar a la gente y contestar cuando se le pregunta. Es el perfecto asistente doméstico.

El director del proyecto y de la producción de R100, Yoshihiro Fujita, dice: «Hemos querido hacer un PC sin botones de teclado, pero no una cosa aburrida en forma de cajón cuadrado… Los robots familiares tienen que ser adorables».

Los ojos electrónicos de R100 se componen de dos cámaras CCD o semiconductores sensibles a la luz, que llevan a cabo el doble trabajo de reconocer los semblantes y grabar mensajes en vídeo. Tres micrófonos (uno delantero y dos laterales) sirven para detectar la dirección de la voz de la persona que le habla. Seis pares de sensores ultrasónicos insertados en diversas partes del cuerpo permiten a R100 medir las distancias que le separan de los objetos a su alrededor, para evitar tropezar con ellos.

R100 puede además enviar y recibir video e-mail y se le puede mandar directamente una orden a través de correo electrónico. Esto abre la posibilidad de pedir desde lejos a R100 que advierta a la abuela que debe tomar su medicina a tal o cual hora. Pero esto no tiene por qué ser a través de correo electrónico, ya que se puede dejar un mensaje grabado en vídeo en el robot para que se lo haga ver a la abuela a la hora precisa. En este caso, cuando la abuela se despierta y empieza a moverse, R100 detecta actividad, se le acerca y le anuncia que tiene un mensaje en vídeo para ella.

«R100 está diseñado -dice Fujita- para ser un intermediario entre la persona y la tecnología del futuro». En otras palabras, el deseado control remoto universal, que quizás pueda incluso ser capaz de programar el vídeo.

Antonio Mélich

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