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Lo que puede hacerse para ayudar a los cristianos perseguidos

Fuente: Internazionale, Crux, Le Figaro
publicado
DURACIÓN LECTURA: 5min.

Un parlamentario italiano ha confirmado que el EI (Estado Islámico) esclaviza y vende a los cristianos y yazidíes –una minoría cuyas creencias son una mezcla de islamismo, cristianismo y zoroastrismo–capturados en Irak. Los precios de estos esclavos van de 140 euros a menos de 50. El diputado italiano Mario Marazziti, que acaba de realizar una visita a Erbil, en el Kurdistán iraqueno, posee un folio con una “lista de precios de prisioneros esclavos del EI”. “Teniendo en cuenta que el tipo de cambio para el euro es de 1.443 dinares iraquíes, un niño o una niña de 1 a 9 años valen alrededor de 140 euros, o sea un poco menos de 200 dólares. Son las mercancías más cotizadas. Este precio es igual tanto si son niños yazidíes como si son cristianos”. Los “bienes” de menor valor, como las mujeres mayores de 40 años, se cotizan por debajo de los 50 euros, mientras que las mujeres cristianas o yazidíes de entre 20 y 30 años y entre 30 y 40 años valen menos de 100 euros.

Este es un nuevo ejemplo de la persecución contra los cristianos, que según un artículo en Crux del periodista norteamericano John Allen es cada vez más dura, mientras que la libertad religiosa corre grave peligro. Allen cita el informe anual de Ayuda a la Iglesia Necesitada, cuyas principales conclusiones son:

• De 196 países del mundo, un total de 81, o sea el 41 por ciento, son lugares donde la libertad religiosa ya está restringida y las cosas empeoran.

• Cuando cambia la situación, es casi siempre a peor. AIN ha detectado un movimiento positivo sobre la libertad religiosa en sólo seis naciones, mientras que en 55 países la situación ha empeorado.

• Los cristianos son, con mucho, la minoría más perseguida, debido en parte a su gran número y su amplia distribución geográfica, aunque también los musulmanes experimentan graves dificultades, a menudo a manos de otros musulmanes.

• En Occidente, la libertad religiosa también está en declive, en parte debido a tensiones con las fuerzas secularizantes y en parte por la creciente alarma sobre el extremismo religioso.

Allen subraya la conclusión final, según la cual “es cada vez más urgente que todos los líderes religiosos proclamen con fuerza su oposición a la violencia de inspiración religiosa, y reafirmen su apoyo a la tolerancia religiosa”.

En este sentido, Allen propone tres acciones que Papa Francisco podría realizar frente a lo que el informe llama la “creciente oleada” de intolerancia religiosa, aunque “ninguna persona es capaz de agitar una varita mágica y cambiar el rumbo de la historia”.

1. El Papa Francisco podría usar sus viajes al extranjero para lanzar el guante del desafío. Por ejemplo, a finales de este mes va a hacer un viaje de tres días a Turquía donde se reunirá con el Patriarca Bartolomé de Constantinopla, que ha dicho que su pequeña grey ortodoxa se siente “crucificada” por el gobierno turco.

El símbolo más ejemplar de esta situación es el famoso seminario de Halki, fundado en 1844 por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, centro histórico de la cristiandad oriental. El seminario fue uno de los más importantes centros de formación del mundo ortodoxo, pero fue cerrado en 1971 por una ley turca que prohibía las universidades privadas.

En 2012, el presidente turco, Recep Erdogan, aseguró al presidente estadounidense, Barack Obama, que el seminario se reabriría y que el terreno de la isla donde se asienta sería devuelto al control ortodoxo. Sin embargo, el seminario permanece cerrado, en parte por la oposición de los islamistas y las facciones ultra-nacionalistas.

Igual que Reagan desafió al presidente ruso con aquel “Mr. Gorbachov, derribe este muro”, el papa Francisco podría lanzar en Turquía: “Sr. Erdogan, ¡vuelva a abrir este seminario!”, sugiere Allen.

2. El Papa Francisco podría organizar un encuentro interreligioso en Asís, en la línea de la famosa reunión de 1986 de Juan Pablo II para orar por la paz durante un momento de tensión de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Juan Pablo II celebró otros dos encuentros en 1993 y 2002, y Benedicto XVI organizó uno en 2011.

Esta vez el tema sería la libertad religiosa, con el objetivo no sólo de hacer un débil llamamiento, sino de lanzar un plan de acción respaldado por los líderes espirituales más importantes del mundo. Por ejemplo, Francisco podría diseñar un “pacto de Asís” para una alianza de cristianos, musulmanes, judíos y organizaciones benéficas, de modo que unan sus fuerzas para ayudar a todas las víctimas de la persecución religiosa en el Medio Oriente.

3. El Papa Francisco podría utilizar las herramientas tradicionales de culto y devoción cristiana para fomentar la conciencia sobre la persecución a los creyentes. La carta de presentación del informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada de este año es de Paul Bhatti, cuyo hermano Shahbaz fue asesinado en Pakistán en 2011 por oponerse a las leyes contra la blasfemia de su país. Shahbaz Bhatti, que tenía 42 años, era el único católico del gobierno y un activista a favor de las minorías religiosas.

De la fe católica de Bhatti no cabe la menor duda. Después de su muerte, las tres únicas cosas que se encontraron en su mesita de noche eran una Biblia, un rosario, y una imagen de la Virgen María. Poco antes de su muerte, dijo en una entrevista: “Yo sé que Jesucristo sacrificó su vida por los demás. Entiendo bien el significado de la cruz. Estoy dispuesto a dar mi vida por mi pueblo”.

El 31 de marzo de 2011, los obispos católicos de Pakistán escribieron al entonces Papa Benedicto XVI para decirle que habían aprobado por unanimidad una petición para que Bhatti sea inscrito “en el martirologio de la Iglesia universal”, es decir, sea declarado santo.

Por otra parte, se acaba de publicar en Francia e Italia un “Libro negro” sobre la persecución contra los cristianos. Titulado en francés Livre noir de la condition des chrétiens dans le monde (XO Éditions, 814 p., 24,90 euros), comprende 62 colaboraciones y ha sido realizado bajo la dirección de Jean-Michel di Falco, Tomothy Radcliffe y Andrea Riccardi. Incluye reportajes, análisis, entrevistas y una “pequeña geopolítica del cristianismo”, y concluye que la religión cristiana es la más perseguida.

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