Apelar a la libertad religiosa en los conflictos entre conciencia y ley está resultando eficaz para los creyentes en Estados Unidos. Pero algunos temen que la judicialización de este derecho tenga un efecto rebote en la opinión pública, por el que se acaben viendo sus convicciones como puramente de fe.
La llegada al Tribunal Supremo estadounidense del caso de un pastelero de Colorado, Jack Phillips, que se negó a hacer una tarta para una boda gay por sus convicciones cristianas ha devuelto a la actualidad los conflictos entre conciencia y leyes antidiscriminación por motivos de orientación sexual.
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