En su última asamblea anual, celebrada en Guadalajara (México), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha advertido que es preciso distribuir más equitativamente los frutos del crecimiento económico de Latinoamérica, ahora que se ha conseguido salir de la recesión.
Según los datos del BID, en 1993 la economía regional creció por tercer año consecutivo: un 3,3%, después del 2,9% en 1992 y el 3,7% en 1991. Doce países crecieron del 3% al 5%, mientras que otros ocho lo hicieron por debajo del 3%. La inflación bajó en la mayoría de los países (por ejemplo, del 15,5% en 1992 al 9,5% en 1993 en México, o del 23% al 11% en Argentina), las exportaciones de la región aumentaron un 3,6% y también creció la entrada de capital privado extranjero, por valor de 65.000 millones de dólares. Por tanto, la «década perdida» parece haber quedado atrás. Sin embargo, el BID reitera que ha llegado la hora de repartir, como ya señaló en la asamblea del año pasado (ver servicio 63/93). Enrique Iglesias, presidente del Banco, dijo que «América Latina tiene que volver su atención a las cuestiones sociales», ya que «los índices de pobreza continúan siendo adversos y la distribución de los ingresos altamente desigual».
La pobreza en Latinoamérica afecta a una proporción entre el 32% y el 46% de los habitantes, según diferentes cálculos. Se estima que 130 millones (31% de la población) carecen todavía de suministro de agua potable en buenas condiciones y que 160 millones tienen insuficiente atención sanitaria. En consecuencia, el BID, que tiene previsto aumentar su capital de 60.000 a 100.000 millones de dólares para poder prestar 6.000 millones al año, ha decidido dedicar el 40% de los nuevos créditos a proyectos sociales, en beneficio de la población más desfavorecida.
