Las universidades compiten por los estudiantes extranjeros

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La enseñanza superior sin fronteras
Chinos que estudian en universidades americanas, indios que van a Oxford, latinoamericanos que hacen un postgrado en España o Alemania, no son ya casos excepcionales. Las universidades de prestigio han descubierto un nuevo filón en el mercado internacional de la enseñanza superior. Según la OCDE, 1,9 millones de universitarios estudiaban en 2002 en países extranjeros, algunos de los cuales han adoptado políticas para facilitar su admisión y su permanencia al acabar los estudios.

Esta creciente migración por motivos de estudio se dirige, como es previsible, hacia los países que cuentan con universidades más prestigiosas. Más del 80% de los estudiantes extranjeros se concentran en seis países: Estados Unidos (33%), Gran Bretaña (13%), Alemania (12%), Australia (10%), Francia (9%) y Japón (4%) (ver gráfico).

En cuanto a los países de origen, los dos grandes proveedores de estudiantes en el extranjero son China (10% del total) y la India (4%). Sus más brillantes alumnos quieren estudiar o hacer un postgrado en las mejores universidades, y si pueden pagárselo o conseguir una beca se van allí.

En conjunto, el 46% de los estudiantes expatriados provienen de Asia/Oceanía, el 31% de Europa, el 12% de África, el 7% de América del Norte y el 4% de Latinoamérica.

Razones para estudiar fuera

Los factores que mueven a los universitarios a estudiar en el extranjero son de diversos tipos: el prestigio de la universidad de destino; el idioma de los cursos, con preferencia clara por el inglés; los vínculos culturales o históricos; la homologación de estudios; la posibilidad de quedarse luego en el país receptor; las ventajas que después reportará el título extranjero en el país de origen…

Dentro de la categoría de estudiantes extranjeros se dan diversas situaciones: los que cursan todos sus estudios en el extranjero, los que van a hacer un postgrado (cada vez lo más habitual), y, dentro de la Unión Europea, los que hacen algún curso en otro país gracias al programa Erasmus. Y también hay que catalogar aparte a aquellos «extranjeros» por su pasaporte que en realidad son académicamente nacionales, pues son hijos de inmigrantes y han hecho los estudios secundarios en el país.

El interés de los receptores

Por parte de los países receptores también hay un creciente interés por atraerse este flujo de estudiantes. De una parte, por motivos económicos, ya que los gastos de alumnos extranjeros (matrícula, alojamiento y otros gastos) hacen que la enseñanza superior se convierta en un sector muy rentable en algunos países. Las universidades ven ahí una fuente de financiación, sobre todo cuando los extranjeros pagan el coste real de la enseñanza mientras que los nacionales pagan una matrícula subvencionada.

La política de tasas académicas varía según los países. En EE.UU., Gran Bretaña, Canadá, Australia o Nueva Zelanda, los extranjeros pagan el coste real, normalmente más que los nacionales, y generan considerables ingresos. En cambio, en otros países de la OCDE -entre ellos España- pagan lo mismo que los nacionales. En Francia, la matrícula es prácticamente gratuita para unos y otros, pero la calidad de la vida universitaria es también baja. En Alemania, el Tribunal Federal Constitucional abolió en 2003 la prohibición de cobrar tasas académicas, con lo que varios estados han empezado ya a cobrarlas.

Un segundo factor del auge es la política declarada en algunos países de atraerse a los trabajadores de alta cualificación. Si han estudiado en el país y se les da facilidad para quedarse tras concluir los estudios, hay muchas posibilidades de que se queden. Esta sangría de talentos plantea una cuestión de justicia internacional. Para algunos, esta aportación de dinero y de talentos hacia los países ricos es un nuevo colonialismo. Pero el receptor puede decir que si hubieran permanecido en sus países de origen no habrían alcanzado esa cualificación.

En la Unión Europea, un tercer factor que está favoreciendo la movilidad de estudiantes es el programa Erasmus, con el que más de un millón de universitarios han estudiado al menos un curso en otro país europeo (ver pág. 4).

Competencia entre países

La movilidad internacional de estudiantes está dando lugar a una creciente competencia entre las universidades que intentan atraérselos.

En EE.UU., las limitaciones por razones de seguridad y la mayor competencia de otros países provocaron que, por primera vez en treinta años, descendiera en 2003-2004 el número de estudiantes extranjeros (un 2,4 % respecto a 2002).

Algunos países no han desaprovechado la ocasión para repartirse el trozo de pastel que EE.UU. ha dejado libre. Por ejemplo, Australia ha simplificado los procedimientos administrativos para la entrada de estudiantes extranjeros, con lo que ha conseguido un aumento de casi un 50% en un periodo de cuatro años, colocándose en el cuarto puesto del ranking mundial.

En el Reino Unido en el periodo 2002-2004 los estudiantes extranjeros crecieron un 21%, lo que ha supuesto una buena inyección financiera para las universidades. Con el fin de paliar su déficit económico, Oxford va a reducir el número de estudiantes nacionales, mientras que la proporción de extranjeros, que pagan el coste real de los estudios, ha crecido hasta un 15% (cfr. Aceprensa 12/05).

Se calcula que los estudiantes extranjeros suponen una contribución anual a la economía británica de más de 13.000 millones de libras (18.737 millones de euros).

Alemania: esfuerzo de captación

El aumento de universitarios extranjeros en Alemania es, en buena medida, consecuencia de una campaña de publicidad organizada por la ministra de Educación, Edelgard Bulmahn (socialdemócrata), de acuerdo con las universidades, que envían representantes a las ferias universitarias y a las asambleas de estudiantes para captar nuevos alumnos. La captación de estudiantes extranjeros es misión del Servicio de Intercambio Académico (Deutscher Akademischer Austausch Dienst, DAAD) con seis sedes en Europa, cuatro en Asia, dos en Norteamérica y África, una en Oceanía y otra en Sudamérica.

Las universidades han promovido también los programas educativos en inglés, más de 300 hasta la fecha. Estos esfuerzos han dado sus frutos: los universitarios extranjeros son hoy 250.000, un 10% del total, la mayoría proveniente de China, Polonia y Bulgaria. Pero también hay unos 6.000 estudiantes de América Latina, entre ellos 2.200 con beca del DAAD.

En el caso alemán, influye también la inmigración: en 1999, un tercio de los universitarios extranjeros había estudiado el bachillerato en Alemania, y tanto en este grupo como en el de los «auténticos» extranjeros, una amplia mayoría son turcos que conservan su nacionalidad.

Un problema tradicional para los «auténticos» estudiantes extranjeros en Alemania ha sido la finalización de su permiso de residencia inmediatamente después de terminar los estudios. Para renovar ese permiso, tienen que demostrar que disponen de seguridad social y de suficientes recursos para mantenerse. A estos problemas se añade ahora que los estudios universitarios dejarán de ser gratuitos (ver Aceprensa 167/04 y 72/04).

Francia: escasa selección

La situación de los alumnos extranjeros en Francia corresponde a las características propias del sistema universitario francés: amplia apertura y malas condiciones de acogida.

El número de estudiantes extranjeros ha aumentado hasta 240.000, pero 50.000 de ellos son hijos de familias inmigrantes que han hecho el bachillerato en Francia y mantienen su nacionalidad. Hoy, el 13,7% de los universitarios franceses son extranjeros (más de la mitad de África), y en el caso de los estudiantes de tercer ciclo el porcentaje asciende al 24,8%.

Pero el aumento cuantitativo no se ha visto acompañado por el esfuerzo por acoger bien a los alumnos de fuera. Un informe redactado por Josy Reifferst y dirigido al ministro de Educación, del que se hizo eco «Le Monde» (29-01-2005), calificaba de «deplorables» las condiciones de acogida y preconizaba una mayor selección. Según este informe, la mayoría de los alumnos extranjeros (135.000) van a Francia sin haber obtenido una beca de movilidad, lo cual se traduce en unas condiciones de vida poco propicias al estudio (dificultades financieras, residencias «ghetto» con alta proporción de extranjeros…).

Pero como las Universidades reciben su dotación presupuestaria en función del número de alumnos, algunos centros tienden a recurrir a los extranjeros para compensar la disminución de los efectivos nacionales. El informe habla a este respecto de una política de «rellenar los anfiteatros». No es de extrañar que en estas condiciones no se consiga atraer a los estudiantes de elite de otros países y que la tasa de éxito de los extranjeros en sus estudios sea un 40% inferior a la de los nacionales.

El informe preconizaba o aumentar el presupuesto para acoger mejor a los estudiantes extranjeros, cosa poco probable, o una selección más drástica: «El Estado debería facilitar la venida de los estudiantes prioritarios, pero también desanimar la entrada de los otros».

Un postgrado en España

En España no ha habido tradicionalmente una política oficial para atraer estudiantes extranjeros. Pero a medida que desciende el número de universitarios nacionales por la caída de la natalidad (el curso pasado quedaron vacantes 47.000 plazas), las Universidades han empezado a mirar fuera.

Ente el descenso de estudiantes nacionales y el aumento de los extranjeros, el porcentaje de estos en el total ha subido al 1,9% en 2003-2004, porcentaje todavía muy bajo. Según el Consejo de Coordinación Universitaria, en ese curso hubo 29.500 alumnos extranjeros, de los que 18.500 cursaron licenciaturas o diplomaturas, y otros 11.000 cursos de doctorado o «master». Más del 46% de esos estudiantes son europeos (de la UE y otros países europeos), mientras que el 26,7% son latinoamericanos, y el 21% africanos (sobre todo de Marruecos).

La presencia de extranjeros es muy notable entre los alumnos matriculados en el tercer ciclo universitario (postgrado), pues alcanza un porcentaje del 15,7%, dos tercios de los cuales latinoamericanos.

Las universidades privadas y de la Iglesia católica han logrado atraer, particularmente en los últimos años, el interés de los alumnos extranjeros: hasta 2000, su presencia porcentual en estas universidades era inferior a la de las universidades estatales, pero en los cursos siguientes fue superior, llegando al 1,8% en 2003.

Entre ellas es notable el caso de la Universidad de Navarra, donde el pasado curso el 11% de sus casi 14.000 alumnos eran extranjeros provenientes de 77 países. En los estudios de primero y segundo ciclo, el 5,88% del alumnado era internacional, mientras que en los cursos de postgrado representaban el 22% de los matriculados. Junto al prestigio de la Universidad, sus responsables destacan que los programas bilingües y las líneas de investigación han contribuido a esta internacionalización.

El Tercer Mundo entra en liza

Cada vez más, algunos países asiáticos que hasta ahora eran solo «exportadores» de estudiantes empiezan a recibir a los de otros países de la región. Como informaba recientemente «The Economist» (10-09-2005), «en China el número de estudiantes extranjeros se duplicó, pasando de 43.000 en 1998 a 86.000 en 2002. Malasia envía muchos de sus propios estudiantes fuera para fortalecer su formación, pero también recluta activamente estudiantes de China e Indonesia, y un creciente número de Pakistán y otros países islámicos».

Cada vez más, la enseñanza superior será un sector exportador importante, en el que nadie puede dormirse.

A Europa con Erasmus

Mientras que las cifras de universitarios extranjeros en España son pequeñas en comparación con las de Francia y Alemania, no sucede lo mismo con el programa Erasmus de intercambio de estudiantes de la UE. Desde comienzos de siglo, España es el país de la UE que más alumnos Erasmus recibe. En el curso 2003-2004 fueron 22.563 estudiantes y 1.663 profesores los que vinieron a universidades españolas.

España encabeza la lista de destinos preferidos por los estudiantes europeos, por encima de Francia, Alemania, Reino Unido e Italia. A su vez, España ocupa la tercera posición en el envío de estudiantes a otros países, con 20.034 alumnos, por detrás de Francia y Alemania.

No cabe duda de que España es un país popular entre los estudiantes europeos para estar un curso. Pero falta que sea también atractivo para cursar todos los estudios o hacer un postgrado.

La UE ha reaccionado frente al reto de atraer los talentos que hasta ahora van a Estados Unidos con un programa específico, Erasmus Mundus.

El programa se destina a financiar «masters» europeos de alta calidad, que permitan a estudiantes y docentes universitarios de todo el mundo cursar estudios de postgrado en universidades europeas, y que, a la vez, fomenten la movilidad de los estudiantes y universitarios europeos hacia terceros países.

Estos «masters» han de ser impartidos por un consorcio de al menos tres universidades de tres países europeos diferentes, y deben prever un periodo de estudios en al menos dos de las tres universidades. Un «master» Erasmus Mundus se compone de 60 a 120 créditos, lo que representa de uno a dos cursos académicos.

Estos «masters» irán unidos a un programa de becas para los estudiantes con estudios superiores oriundos de terceros países. También se destinarán a los profesores que ejercen la docencia en los centros que participan en el master Erasmus Mundus o en una universidad de otro país con la que el consorcio ha establecido una asociación. Pues los «masters» Erasmus Mundus podrán establecer asociaciones con centros de enseñanza superior de terceros países.

El programa se desarrolla a lo largo de cinco años (2004-2008), con una dotación de 230 millones de euros. Con esta financiación, apoyará unos 90 «masters» Erasmus Mundus y concederá becas para que unos 5.000 estudiantes titulados de terceros países y 1.000 docentes puedan participar.

Santiago Mata, Ignacio Aréchaga

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