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Las escuelas buscan padres que colaboren y no meros clientes

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Madrid. La calidad de las escuelas está directamente relacionada con la implicación de los padres en la vida de los centros de enseñanza, y esa participación familiar será el único freno a la tendencia a convertir la educación en una mera relación mercantilista -de proveedor a cliente-, que ya se extiende por distintos países europeos.

Para Dominique Barriller, presidente de la European Parents Association (EPA), una entidad que agrupa a asociaciones de padres de la enseñanza estatal y privada de 22 países europeos, «lo que se pide a los padres de los alumnos es que de verdad sean socios de la escuela de sus hijos y no colaboren únicamente en la gestión administrativa de los centros o en el aspecto financiero». Esta integración de los padres es indispensable para prevenir algunos problemas graves, como la violencia o las drogas, que los profesores apenas pueden contener sin la cooperación familiar.

Barriller ha estado recientemente en Madrid para asistir al congreso de la Federación de Padres de Alumnos de Fomento de Centros de Enseñanza. Esta federación representa a 16.000 familias españolas de los 33 colegios de Fomento de Centros de Enseñanza, y este año, siguiendo el plan de las escuelas asociadas de la UNESCO, ha dedicado su congreso anual a la educación por la paz.

A pesar de las dificultades que limitan la participación activa de las asociaciones de padres en las escuelas, el crecimiento de este movimiento asociativo es una constante. Según los datos de EPA, las familias desempeñan ya un papel destacado en el desarrollo de los colegios de países del norte de Europa, como Noruega, Suecia, Finlandia, o también en otros como Irlanda y Holanda, en los que «se ha conseguido una relación enriquecedora y equilibrada con la entidad educativa», señala Barriller.

En España, algunas asociaciones de padres -como las de Fomento de Centros de Enseñanza- se encuentran en el origen de escuelas y colaboran activamente con los profesores en la extensión de los valores o pautas educativas que consideran prioritarios en cada momento.

En otros países, donde las escuelas privadas cuentan con menos arraigo, la asociaciones de padres de estos centros han servido como catalizadores en el proceso de implantación de la libertad de enseñanza y de la consecución de medidas financieras que la hagan efectiva, como es el caso de Italia.

Para Mario Viscovi, presidente de FAES, una federación italiana que agrupa a 17 centros escolares privados, «el camino hacia la libertad en la enseñanza es inexorable, a pesar de que la tradición italiana ha sido monopolista en este terreno durante siglos y hoy día solo un 5% de los centros son privados». En su opinión, el trabajo de algunas asociaciones de padres en Italia ha contribuido a que se vayan superando prejuicios ideológicos. Ahora, tras presenciar varios procesos de privatización de empresas públicas monopolistas, «la opinión pública se orienta poco a poco hacia la posibilidad de que también se pueda escoger la escuela».

No obstante, todavía quedan batallas que librar, como la de los sindicatos de la enseñanza -cuya postura contraria a las escuelas privadas comienza a registrar fisuras- y la de la financiación pública para los centros privados. El cheque escolar, aprobado ya por algunos gobiernos regionales del Estado italiano, se ha convertido de momento en el principal aliado de estas asociaciones de centros privados (ver servicio 37/00).

El papel de las asociaciones de padres también frena de manera práctica la consideración de la escuela en términos mercantilistas. Para Dominique Barriller, no hay que considerar la educación como un bien de consumo ni los lazos de los padres con la escuela como una simple relación comercial, en la que las instituciones educativas se apresuran a satisfacer las demandas de su clientela. Una demanda que, ante el fracaso escolar, no busca más que un sistema eficaz para garantizar calificaciones altas a final de curso. «Las escuelas quieren evitar este juego, y por eso piden a los padres una participación real en los objetivos, en los proyectos educativos, que se canalizan a través de las asociaciones», algo que evidentemente supera la mera preocupación por sus hijos.

M. Angeles Burguera

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