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Las campañas para frenar la epidemia están mal adaptadas a la cultura africana

publicado
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Yaundé. Cerca del 70% de los seropositivos del mundo viven en África, donde la transmisión heterosexual es el modo dominante de contagio del virus del SIDA. Y las campañas de prevención, de eficacia dudosa en Occidente, están siendo por ahora un absoluto fracaso en el continente africano. Así se ha constatado durante la VII Conferencia internacional sobre el SIDA en África, que recientemente ha reunido en Yaundé a más de 3.000 expertos, la mayoría africanos.

Aprovechando la Conferencia, el Ministerio de la Salud del Camerún ha lanzado a bombo y platillo una amplia campaña de difusión de preservativos a bajo precio, como si fuesen la panacea contra la terrible enfermedad. Pero da la impresión de que estas campañas son absolutamente ineficaces en África. La propia OMS ha reconocido este hecho: «Por diversas razones, los africanos en general no utilizan los preservativos en sus relaciones sexuales. Y los que lo hacen, es solamente para planificar el número de hijos. Recientes estudios realizados en el África sub-sahariana establecen que sólo un 1% los emplean».

Y es que a pesar de las cifras cada vez más alarmantes sobre la enfermedad, el hombre de la calle sigue sin inmutarse, pensando que se trata de un asunto de europeos. Es significativo que la principal reacción de la gente ante la Conferencia haya sido aprovechar la coyuntura para sacarle partido en esta época de recesión económica. Los hoteles de la ciudad estaban abarrotados, los vendedores ambulantes rodeaban el Palacio de Congresos donde se celebraba la Conferencia ofreciendo los productos típicos del país, y hasta un avispado comerciante ofrecía los servicios de un loro, cuyas plumas -según él- gozaban de propiedades especiales para curar la enfermedad. Incluso, la coral EPC de Djoungolo ha aprovechado el evento para estrenar un Himno al SIDA, dirigido por el famoso cantante camerunés Manuel Guyso. «Una manera de olvidar el espectro de la muerte», comentaba la prensa.

Y ciertamente no es una exageración hablar de «espectro de la muerte». Los datos sobre la situación del SIDA en África son cada vez más dramáticos. Según la OMS, a 1 de julio de 1992, el total de casos declarados era de 152.463 en toda África. En esa lista, Camerún aparece sólo con 429 casos declarados hasta el 30 de abril de 1991, tres veces menos de lo que actualmente se baraja. Y es que las estadísticas en África son muy poco fiables, pues parten de censos que no pueden ser reales. Más cuando se trata de una enfermedad que es un tabú entre los africanos, de la que no hablarán salvo que el curandero no consiga curársela. De hecho, han participado en la Conferencia muchos curanderos que se han quejado del desprecio que han sufrido por la mayor parte de los científicos, que no les han dejado exponer sus investigaciones.

La falta de medios para combatir la enfermedad en África es notoria. En 1991, en Estados Unidos se gastaron 2,70 dólares por persona en prevención, en Europa 1,18 y en África 0,07. Y la inmensa mayoría de los enfermos africanos no se beneficiaron de ninguno de los tratamientos disponibles en Occidente.

La Conferencia ha puesto el acento en el uso y la difusión de preservativos. Pero esta insistencia ha despertado numerosas voces críticas en diversos sectores de la opinión pública. Muchos dicen que lo que África necesita más bien es higiene, trabajo, centros médicos bien cuidados y una clara campaña contra la enfermedad más mortífera: el paludismo.

En esta línea, la Conferencia Episcopal de Camerún, en un documento sobre la paternidad responsable publicado el año pasado, rechazaba el uso del preservativo por ir contra la naturaleza del acto sexual, además de no evitar totalmente el riesgo de contagio. «Pedimos a Dios y esperamos que en cualquier acuerdo firmado con gobiernos extranjeros o con organismos internacionales, nuestros gobernantes, legisladores y políticos eviten que nuestro país sea colaborador y víctima del imperialismo contraceptivo», señalaban los obispos.

A la vez, los obispos ponían el acento en la necesidad de la continencia -especialmente entre los jóvenes- y de la fidelidad matrimonial. No en vano, en África, la prostitución y la promiscuidad sexual han hecho que la principal vía de transmisión del SIDA sean las relaciones heterosexuales.

Este mismo planteamiento ha sido también defendido por diversos participantes -todos ellos africanos- en la Conferencia. «Hace falta promover, a través de la formación humana de la persona, un cambio en el comportamiento sexual», señaló un profesor de Mali. Y un camerunés añadía en la prensa: «Sólo puede evitar el contagio una buena educación sexual, de acuerdo con la ley de Dios: es decir, la continencia y la fidelidad». Son voces que, desgraciadamente, caen en el olvido, pues muchos consideran -erróneamente- que sus sugerencias son soluciones imposibles para el problema del SIDA.

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