La política familiar vuelve a ser una prioridad en el discurso político

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Favorecer la conciliación de trabajo y familia, sostener la natalidad y ayudar a las familias numerosas son objetivos que vuelven a aparecer en los discursos de políticos de la Europa latina, que hasta hace poco rehuían estos problemas. En España, el presidente del gobierno José María Aznar abordó estas cuestiones al exponer su proyecto político en el discurso final del reciente congreso del Partido Popular. En Francia la política familiar empieza a surgir como un elemento importante en la campaña para las elecciones presidenciales.

España tiene la tasa de fecundidad más baja de la Unión Europea, con 1,23 hijos por mujer, insuficiente desde hace años para asegurar el reemplazo generacional. Aznar aseguró en su discurso que «la situación demográfica de España es catastrófica», y advirtió que «estaríamos ciegos si no fuéramos conscientes de las consecuencias que a medio y largo plazo esto va a tener» por el envejecimiento relativo de la población.

Sin detallar medidas concretas, Aznar señaló que el apoyo a las familias con hijos tiene que ser una orientación fundamental en las políticas fiscal, laboral y educativa. Se trata de hacer más fácil la conciliación de la vida familiar y laboral: «Que los padres puedan tener los hijos que deseen y, al mismo tiempo, desarrollar sus profesiones». De hecho, en las encuestas las mujeres siempre dicen desear un número de hijos mayor del que de hecho tienen.

El aumento de la natalidad no es incompatible con la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, política que Aznar se comprometió a seguir impulsando. En esta línea abogó por el fomento del empleo a tiempo parcial y por los horarios flexibles. También advirtió que esto no es una cuestión solo de las leyes, sino algo que depende de las empresas, de los poderes públicos y de toda la sociedad, «porque es una cuestión vital para nuestro futuro».

Al hablar de la política fiscal aseguró que «queremos un impuesto sobre la renta que ayude a las familias numerosas, a las madres en los primeros años de maternidad, al cuidado de los hijos y de las personas mayores». Esta declaración de intenciones se pondrá a prueba en el desarrollo de un elenco de medidas de conciliación de la vida familiar y profesional, anunciado hace algunos meses y que deberá traducirse en la legislación.

Francia tiene una situación demográfica mucho mejor que España. Con un índice de fecundidad de 1,79 hijos por mujer, solo es superada por Irlanda en la Unión Europea. También es uno de los países donde las prestaciones familiares han sido más generosas (cfr. servicio 101/00). La natalidad está en alza, pero aun así no garantiza el reemplazo generacional.

Lanzado ya en la «precampaña» presidencial, Jean-Pierre Chevènement, ex ministro del gobierno socialista y candidato al Elíseo, ha dedicado a la política familiar un mitin monográfico celebrado en Besançon el pasado 24 de enero. La política familiar, dijo, ha sido un tema «confiscado por la derecha y dejado de lado por la izquierda». La izquierda, preocupada por la emancipación de la mujer, ha desatendido las cuestiones familiares y el problema -central- de la sustitución de las generaciones.

Chevènement hizo una serie de propuestas concretas de política familiar. Por ejemplo, dar una mejora de tres años por hijo en el caso de las pensiones de las madres; favorecer el permiso parental de los hombres; desarrollar a gran escala las guarderías y los modos de custodia colectiva de los niños; revisar el sistema actual de financiación de la vivienda de carácter social… En fin, ya se sabe que en las campañas electorales las promesas se hacen con generosidad. Pero el hecho de que los candidatos insistan en esta tecla indica que la política familiar preocupa al votante.

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