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La Iglesia recuerda que el demonio existe

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Al presentar el nuevo ritual de exorcismos, recién aprobado por Juan Pablo II, la Iglesia ha querido recordar que el demonio existe y ejerce su influjo sobre los hombres para apartarlos de Dios. El ritual advierte a los exorcistas que han de acudir antes al dictamen de un psiquiatra para comprobar si el afectado está realmente poseído o sólo sufre algún trastorno mental. Pues, ha dicho el Card. Jorge Arturo Medina Estévez, la posesión diabólica es muy poco frecuente, y el demonio actúa sobre todo de modo más sutil, mediante el engaño.

Según la experiencia de Mons. Corrado Balducci, exorcista, sólo en cinco o seis de cada cien casos que ha conocido, los afectados estaban realmente poseídos. Los demás padecían perturbaciones psíquicas.

El exorcismo, señaló el Card. Medina, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, durante la presentación del ritual, se funda en «la fe de la Iglesia, según la cual existen Satanás y los otros espíritus malignos, y su actividad consiste en apartar a los hombres del camino de la salvación. La doctrina católica enseña que los demonios son ángeles caídos a causa de su pecado, que son seres espirituales con gran inteligencia y poder». Si muchos católicos hoy día no creen en la existencia del demonio, añadió, se debe a una «grave deficiencia de la formación religiosa».

También subrayó el Card. Medina que la posesión diabólica «no es el modo más frecuente en que ejerce su influjo el espíritu de las tinieblas». «Habitualmente, el demonio y sus secuaces ejercen su nefasto influjo por medio del engaño, la falsedad, la mentira y la confusión. (…) La mentira ha sido desde siempre su estrategia preferida».

El cardenal puso varios ejemplos de los métodos diabólicos. El demonio engaña a los hombres «haciéndoles creer que la felicidad está en el dinero, en el poder, en la concupiscencia de la carne»; o «persuadiéndoles de que no necesitan a Dios, de que son autosuficientes, sin necesidad de la gracia y de la salvación». Otra táctica es «adormecer o incluso hacer perder el sentido del pecado», para que los hombres sustituyan «la ley de Dios, como criterio de moralidad, por las costumbres o convenciones mayoritarias». Al promover la mentira, el diablo logra que «se forme un ambiente de desconfianza y sospecha entre los hombres». En fin, se ven signos claros del influjo diabólico cuando «reinan el relativismo y la creencia de que la libertad consiste en hacer lo que a uno le plazca: de este modo, no se entiende ya que la verdadera libertad es la identificación con la voluntad de Dios, fuente del bien y de la única felicidad posible».

El nuevo ritual, que sustituye al vigente desde 1614, reserva la realización de exorcismos a los sacerdotes autorizados expresamente por el obispo.

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