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La Iglesia en Cuba está ampliando su espacio de acción

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En unas declaraciones a Maurizio Blondet publicadas en Avvenire (Milán, 24-XII-98), el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, hace un balance del primer año tras la visita de Juan Pablo II a Cuba.

«Poder celebrar la Navidad es un gran acontecimiento para nosotros, si tenemos en cuenta nuestra historia. Navidad ha vuelto a ser fiesta laboral en Cuba. A esto se unen otros signos. Este año hemos podido tener varias procesiones y la autorización se nos ha concedido normalmente. Algunos pueblos, como San Nicolás y Tapaste, han celebrado sus santos patronos. La gente ha recuperado sus tradiciones y la Iglesia está adquiriendo de algún modo un espacio habitual de acción».

El cardenal no está seguro todavía de que las relaciones entre el régimen y la Iglesia mejoren. «Como ha dicho hace poco el presidente de nuestra Conferencia Episcopal, las relaciones Iglesia-Estado eran formalmente buenas, y ahora comienzan a ser formalmente mejores. El presidente Fidel ha recibido al presidente de la Conferencia Episcopal y le ha comunicado, antes que a la prensa, que Navidad sería festivo. Se ha concedido el permiso de entrada en el país a 43 sacerdotes y religiosos, entre los cuales hay cubanos que tuvieron que expatriarse. Hemos tenido la posibilidad de entrevistarnos, a varios niveles, con las autoridades civiles. Los diálogos han sido fluidos, hemos podido hablar, hacer presentes nuestras peticiones y exigencias».

«La Iglesia cubana aspira al derecho a vivir con normalidad su vida eclesial, como en cualquier Estado laico moderno. Un Estado laico en el sentido de que no apoya ni obstaculiza ninguna religión, ni promueve el ateísmo». (…) El cardenal tiene una larga lista de deseos todavía incumplidos: «Por ejemplo, el permiso para construir nuevas iglesias. Los sacerdotes tienen que celebrar en casas privadas, porque hay barrios enteros donde no hay un solo templo. Y después, el permiso para tener nuestros propios medios de comunicación. Me habría gustado publicar un mensaje para Navidad, pero no ha sido posible».

Blondet le pregunta qué pasará con los abundantes centros educativos que tenía antes la Iglesia y que fueron confiscados. «La Iglesia nunca ha reclamado las propiedades que tenía entonces -responde el Card. Ortega-, salvo casos excepcionales, como un templo dedicado a otros usos, una sala parroquial, y en algunos casos lo hemos conseguido. Para nosotros no es esencial reclamar lo de antes; en cambio, queremos poder construir el futuro».

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