La huella que deja la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney

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La prensa australiana sigue impresionada por el éxito de la Jornana Mundial de la Juventud en Sydney, y por la huella que ha dejado la alegre religiosidad de los jóvenes que acudieron.

Como hubiera dicho el Viejo Testamento, ha sido una semana de Revelaciones”, escribe The Daily Telegraph (21-07-2008), de Sydney. El periódico llama la atención sobre “la extraordinaria eclosión de buena voluntad que hemos visto en estos días”, y que afectó tanto a los residentes de Sydney como a los visitantes.

Cuando peregrinos de todo el mundo llegaron al estado, los hogares y los corazones se abrieron a la experiencia de acoger a jóvenes de las más diferentes culturas y a aprender de sus vidas. Por su parte, ellos nunca dejaron de mostrar su alegría, su generosidad y su optimismo, haciendo presente que también los que no comparten su fe estaban incluidos en estas celebraciones abiertas a toda Australia.”

Al hablar del ambiente de estos días, el diario señala que “la amenaza de protestas contra la Jornada nunca se materializó, la fuerte presencia policial fue innecesaria y por una vez la politiquería se dejó al margen y el estado asumió su papel de ser el huésped del mundo.”

Ahora que el Papa vuelve a Roma, “esperemos que deje detrás un poco de esa buena voluntad que se ha extendido durante su visita. Ese resultado respondería a todas nuestras oraciones.”

Un llamativo contraste

La alegría y la amabilidad de miles de jóvenes católicos “acabaron por fundir el cínico corazón de Sydney”, escribe Miranda Devine en The Sydney Morning Herald (24-07-2008), que pone ejemplos como el de los conductores de autobús, que, a pesar de haber acabado su turno, recogían a jóvenes que se habían quedado abandonados sin transporte, o a las familias que espontáneamente ofrecían las duchas de sus casas a los visitantes acampados en escuelas del vecindario.

Católicos o no, la gran mayoría de la gente quiere encontrar amor y bondad en sus vidas, y el contraste entre las caras radiantes de los peregrinos y las crispadas máscaras de los detractores que lanzaban condones era llamativo. No todo es según el cristal con que se mira.”

Para muchos habitantes de Sydney, fue un descubrimiento esta nueva generación de jóvenes. “No era la fabulosa juventud de borrachera, drogas y enfermedades de transmisión sexual, sino un grupo de gente sociable, madura y que abrazaba sin complejos el renacimiento de una fe ortodoxa en el siglo XXI”.

En un país como Australia, que pasa por ser uno de los más secularizados, la experiencia de la Jornada de la Juventud ha demostrado que la religión interesa. Lo pone de manifiesto Tony Abbott, que escribe en The Australian (22-7-2008):

A los australianos no nos sorprende que decenas de miles de personas viajen por medio mundo para ir a las Olimpiadas, porque siempre hemos mirado el deporte con devoción religiosa. Pero rara vez nos entusiasmamos con la religión. Por eso la presencia de más de 100.00 jóvenes venidos para la Jornada Mundial de la Juventud ha sido un choque cultural. Se nos había dicho que la religión era para viejos, no para jóvenes y estudiantes universitarios.”

La religión interesa

Nunca hasta ahora una ciudad australiana había sido testigo de tal despliegue de exhuberancia popular religiosa”, escribe Abbott. “ El extraordinario éxito de la Jornada Mundial de la Juventud ha sorprendido a muchos (…) Inevitablemente habrá la tentación de considerar la JMJ como el producto de excesivos turistas religiosos, una fugaz interrupción del secularismo habitual. Pero creo que sería un error. Por primera vez desde que los australianos de origen irlandés perdieron su sentimiento de personas desamparadas, la JMJ ha dado por bueno el apasionarse con ser católico.” “Por unos días, los católicos salieron del gheto mental en el que muchos se habían encerrado y es improbable que vuelvan a estar a la defensiva y sin ofrecer resistencia”.

Abbott piensa que esto podría ayudar a los pragmáticos australianos a “comprender que la religión puede ser importante para su propio beneficio”; y si “las buenas noticias sobre la religión pueden acaparar las primeras páginas durante una semana, quizá los medios de comunicación podrían reconsiderar la casi total supresión del informador religioso”. Al menos por una semana, “ los australianos parecen haber aceptado que el interés por Dios está ‘grabado en nuestras almas’, como dice Benedicto XVI. Por una semana, la religión ha sido asociada con sacar lo mejor y no lo peor de la gente”.

El articulista señala que esta vez la prensa “ha puesto el foco de la atención en las enseñanzas de la Iglesia, no en sus fallos. Y no hay duda de que el Papa ha aprovechado brillantemente esta oportunidad. Sus intervenciones no se han centrado en denunciar el pecado, sino en celebrar la vida”. La JMJ “ha sido también un triunfo para el cardenal Pell, aunque “no es de los que buscan la popularidad destacando la labor de la Iglesia con los pobres y minimizando la necesidad del esfuerzo personal y de la importancia de los sacramentos. Pell es un hombre cortés, rezador, un sacerdote con celo pastoral, pero también tiene los instintos de jefe guerrero que la Iglesia necesita en una cultura profundamente secularizada”.

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