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La estructura familiar influye en la salud de los adolescentes

publicado
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En Francia, los adolescentes que viven con su padre y su madre naturales o adoptivos consumen menos alcohol, marihuana y tabaco, corren menos riesgos de violencia y tienen menos problemas relacionados con la nutrición que los que viven en un hogar monoparental o recompuesto. Así se desprende del «Barómetro salud-jóvenes» (1997-1998), realizado por el Comité de Educación para la Salud, informe que revela el papel determinante de la estructura familiar en el estado de salud de los jóvenes de 12 a 19 años.

El informe, cuyas conclusiones recoge Le Monde (25-XI-98), se realizó mediante una encuesta telefónica entre 4.115 jóvenes de esas edades, que respondieron a preguntas sobre su consumo de tabaco, alcohol, drogas, su vida afectiva y sexual, deportes, ocio, nutrición, violencia, etc.

Respecto a la nutrición, los jóvenes que viven con sus padres naturales tienen una alimentación más regular -se saltan menos el desayuno y la comida del mediodía- y sufren menos problemas de obesidad que los de familias monoparentales o recompuestas. «Globalmente, es en las familias recompuestas donde los jóvenes son más críticos respecto al ambiente en las comidas», dice el informe.

A casi la mitad de los jóvenes de 15-19 años se les ha ofrecido ya marihuana, y el 14% declaran haberla fumado al menos diez veces. Los chicos consumen más que las chicas (32% frente al 23%). Cuando más estructurada está la familia, más probable es que se rechace el consumo de cannabis (47% de rechazo entre los adolescentes que viven con sus dos padres, 40% en las familias monoparentales y 30% en las recompuestas).

El número de adolescentes que declaran fumar está en disminución, si bien a los 19 años el porcentaje es el 50%. Sólo el 44% de los padres prohíben fumar a sus hijos de 12-13 años. La prohibición tiende a ser más drástica en las familias a cargo de los dos padres, y suele haber más fumadores en las familias monoparentales o recompuestas. En cuanto al consumo de alcohol, la edad media a que los jóvenes se emborrachan por primera vez son los 15 años y medio. También en este caso los jóvenes que viven con sus padres son menos proclives a sufrir el estado de embriaguez (25% contra 41% en las otras familias).

La edad media de la primera relación sexual es a los 17 años, tanto para los chicos como para las chicas. Lo que cambia es que los jóvenes que viven con sus padres declaran tener menos relaciones sexuales que los otros. Entre los chicos sexualmente activos, la utilización del preservativo tiende a abandonarse con más frecuencia con el paso del tiempo (el 87% declaran haberlo utilizado la primera vez, frente al 80% la última). El 3% de las chicas y el 1,2% de los chicos dicen haber sufrido relaciones sexuales a la fuerza.

También se advierte correlación entre los riesgos de violencia y el estatuto familiar. «Los adolescentes que viven con sus dos padres naturales o adoptivos se ven envueltos en menos actos de violencia (provocada o sufrida), se ponen en menos situaciones de riesgo y tienen menos ideas suicidas y cometen menos tentativas de suicidio», según se lee en el informe.

El diagnóstico concluye que es preciso tener más en cuenta el papel de la familia en las estrategias para proteger la salud de los jóvenes. En las familias donde hay comunicación y unas reglas claras de vida los adolescentes se sienten más protegidos de los riesgos que pueden poner en peligro su salud.

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