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La deuda sigue atenazando a los países más pobres

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En los últimos años el rápido crecimiento de los países en desarrollo se ha reflejado en una reducción de su deuda exterior. Los países latinoamericanos, que fueron los protagonistas del peor momento de la crisis de la deuda hace una década, han vuelto a encontrar el camino del crecimiento sostenido. Pero los países más pobres, en su mayoría africanos, no han salido del pozo. Por eso se ve la necesidad de buscar nuevas soluciones que les alivien de una deuda agobiante.

Entre los 54 países que el Banco Mundial considera de renta baja (menos de 700 dólares de renta per cápita), 32 sufren un grave endeudamiento. Casi todos están en África. En comparación con el tamaño de su economía, su deuda acumulada supone cuatro veces el valor de sus exportaciones y es superior al conjunto de su Producto Interior Bruto. Uganda es el país que dedica un porcentaje mayor de sus ingresos por exportación -un 60% en 1993- a atender el servicio de la deuda. Los otros dedican entre un 10% y un 30% de sus exportaciones, aunque en teoría tendría que ser bastante más.

¿Quiénes son los acreedores de estos países? Poco deben a los bancos privados (un 8% de su deuda total), pues estos no les prestan ya. El 61% de la deuda corresponde a préstamos concedidos por gobiernos; un 25% a préstamos de organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; el resto, a intereses atrasados y deuda a corto plazo.

El año pasado, el Club de París, que centraliza la renegociación de la deuda por parte de los gobiernos occidentales, acordó en principio reducir en dos tercios la deuda pendiente de los países más pobres que reformen sus economías. Por su parte, el FMI y el Banco Mundial se han resistido hasta ahora a perdonar sus préstamos. Aducen que la condonación crearía un mal precedente, afectaría a su propia salud financiera y perjudicaría su capacidad de prestar a otros.

Pero no parece que los países más pobres puedan levantar cabeza sin alguna medida excepcional. Se ha estimado que, incluso aunque sus exportaciones crecieran un 6% anual, aumento superior al del pasado, tendrían problemas para pagar.

Recientemente The Economist lanzaba la idea de que ningún país tuviera que hacer frente a una deuda superior al 200% del valor actual de sus exportaciones. Por lo general, se considera que un país cuya deuda supera el 200% del valor actual de sus exportaciones puede entrar en bancarrota.

La revista británica proponía que los gobiernos y las agencias multilaterales perdonaran la parte de la deuda que excediera ese nivel. Bien es verdad que el perdón de la deuda serviría de poco en algunos países -como Liberia, Ruanda, Zaire, Nigeria- donde nada tendrá éxito mientras no se alcance la paz y la estabilidad política.

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