La destrucción de armas químicas lleva mucho retraso

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Aunque en Irak no se han descubierto «armas de destrucción masiva», se sabe que el régimen de Sadam Husein tuvo y empleó armas químicas. Tras la Guerra del Golfo de 1991, buena parte del arsenal químico iraquí (40.000 cargas y 30 misiles diseñados para lanzarlas) fue identificado y destruido por los inspectores de la ONU. Pero las armas químicas que tal vez siga habiendo en Irak y las que otros países puedan poseer en secreto, casi con seguridad no serán tantas como las acumuladas por Rusia y Estados Unidos, que mantienen más del 95% del arsenal químico conocido. Ambas potencias se han comprometido a destruir todo su armamento de este tipo antes de 2008, pero no cumplirán el plazo.

Rusia, Estados Unidos y otros 179 países han firmado la Convención contra las armas químicas (1992), que prohíbe desarrollarlas, fabricarlas, almacenarlas y comerciar con ellas, obliga a destruir las que existan y permite que se lleven a cabo inspecciones para comprobar el cumplimiento del tratado. Entre los países que no han firmado están Corea del Norte, Irak y otros del Oriente Próximo: Egipto, Líbano y Siria (Israel es firmante de la Convención pero todavía no la ha ratificado).

De los 164 países que han firmado y ratificado la Convención, 12 han declarado poseer armas químicas: los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, más Bosnia-Herzegovina, India, Irán, Japón, Libia, Serbia y Montenegro, y otro no nombrado. En total, según la Organización Internacional para la Prohibición de Armas Químicas (OPCW), que vigila la aplicación del tratado, a 31 de mayo pasado se habían declarado 71.400 toneladas de armamento químico, casi todo en manos de Rusia (cerca de 40.000 toneladas) y Estados Unidos (unas 31.000 toneladas).

La Convención pone el año 2007 como fecha límite para la total destrucción de los arsenales de armas químicas. Los otros países no tendrán dificultad para cumplir el plazo, pero Rusia y Estados Unidos llevan un retraso prácticamente imposible de recuperar. Rusia solo ha destruido el 1-2% de su arsenal químico, y Estados Unidos el 27% del suyo. El problema es que estas dos potencias no invierten recursos suficientes para alcanzar la meta. En un artículo para el International Herald Tribune (5-VII-2004), Glen Browder, antiguo miembro del Congreso estadounidense y actualmente profesor de Seguridad Nacional en una escuela naval, explica que en ambos países la destrucción se ha visto frenada por razones o excusas como posibles peligros para la salud pública, consecuencias para el medio ambiente, dificultades técnicas o costes imprevistos.

Ciertamente, destruir las armas químicas resulta muy caro. En el caso de Estados Unidos, dice Browder, «el coste de la destrucción de los arsenales, originalmente estimado en 2.000 millones de dólares, ha aumentado en más de un mil por ciento, sigue subiendo y tal vez alcance 25.000 millones de dólares». Por eso, Estados Unidos y Rusia se disponen a pedir una prórroga hasta 2012; pero al paso que llevan, dice Browder, tampoco les bastarán cinco años más.

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