La corrupción se ceba en países de Europa del Este

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La penosa situación económica de los países de la extinta URSS ha contribuido al florecimiento de bandas mafiosas especializadas en negocios ilegales. En Ucrania, Rusia y Bielorrusia, cuya situación es más grave, están haciendo su agosto las organizaciones dedicadas al comercio sexual. Las mujeres creen las promesas económicas de la publicidad engañosa de los traficantes y acaban siendo víctimas de la esclavitud sexual, especialmente de la prostitución. También están medrando la corrupción y el negocio sexual en Yugoslavia, especialmente en Belgrado.

Según Michael Platzer, del Centro Internacional de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia, «la Mafia no es tonta. Desde la desintegración de la Unión Soviética, hay menos represión legal y más libertad de movimientos. En este negocio, las ganancias son muy cuantiosas y los costes bajos: no hace falta comprar coches ni armas. La droga se vende una sola vez y desaparece; en cambio, las mujeres pueden producir ganancias durante mucho tiempo. Además, las leyes favorecen a los traficantes. La prostitución es semilegal en muchos países, lo que hace complicado perseguirla, y las penas son muy leves».

Estas condiciones han situado a Ucrania y Rusia en el epicentro del comercio mundial del tráfico de mujeres, sustituyendo a Tailandia y Filipinas. Una vez que las mujeres han viajado al nuevo país con la esperanza de conseguir un empleo, los mafiosos destruyen los pasaportes de sus víctimas y las retienen contra su voluntad, amenazándolas con la muerte en caso de que intenten huir. Un destino habitual es Israel, donde la prostitución no es ilegal. Por tanto, si las mujeres consiguen acudir a las autoridades son deportadas automáticamente, con el consiguiente riesgo de sufrir represalias en su país de origen.

En Yugoslavia muchos criminales están haciendo fortuna con el pillaje de las propiedades de croatas y musulmanes que fueron expulsados o murieron en Bosnia durante la pasada guerra. Luego invierten el dinero en comerciar con ropa robada en Italia, coches robados, mujeres para la prostitución, drogas o tabaco. En Belgrado los nuevos mafiosos controlan setenta negocios de prostitución a domicilio, tres cines X y veinte revistas pornográficas, según informa International Herald Tribune (20-I-98).

Mientras florecen los negocios sucios, la moneda nacional, el dinar, ha perdido en los últimos meses la mitad de su valor. Y al mismo tiempo se va desintegrando la oposición a Milosevic, presidente de Yugoslavia. A juicio de Zarco Korac, profesor de psicología clínica en la Universidad de Belgrado, «la estratificación de la sociedad es parte de una tendencia general de Europa del Este, pero en este país ha adoptado una forma aún más siniestra. Las sanciones y la guerra han creado un submundo más sucio y adinerado». Fue en 1991, al comenzar la violenta desmembración de Yugoslavia, cuando empezó a permitirse la producción nacional y la emisión de películas pornográficas por televisión. Según Ljuba Isakovic, periodista que escribe un libro sobre las nuevas costumbres morales en Yugoslavia, no es una casualidad que haya coincidido en el tiempo la emisión de las imágenes cruentas de la guerra con la pornografía. Son dos anestesias, «que se usan para que la gente no examine lo que está pasando».

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