La ciencia descubre la paternidad

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En la gestación y el nacimiento de un hijo, la madre es protagonista indiscutida, mientras que el padre suele quedar en segundo plano. Esta desigualdad no es justa, sostiene Anna Machin, profesora de la Universidad de Oxford. También el padre experimenta cambios hormonales, tiene riesgo de depresión posparto y puede necesitar apoyo psicológico.

Machin, profesora de antropología, no sabía nada de eso hasta que tuvo su primer hijo. Lo cuenta en un reportaje que le dedicó New Scientist a finales de marzo. El parto resultó muy complicado, ella sufrió una fuerte hemorragia y acabó en la sala de emergencias. Después le ofrecieron apoyo para sobreponerse al trauma, pero a su marido no. Sin embargo, ella en realidad no vio nada, mientras que fue él, que presenció todo, quien quedó traumatizado. Durante un año, el mero recuerdo del parto le perturbaba visiblemente.

“Son dos las personas que tienen un hijo, y las dos necesitan el debido reconocimiento” (Anna Machin)

Aquello movió a Machin a emprender una investigación sobre la paternidad y exponerla en un libro, The Life of Dad: The making of the modern father (Simon & Schuster), que aparecerá en junio próximo. Gran parte de la literatura científica sobre la materia se centraba en las consecuencias perjudiciales que tiene para los niños la ausencia del padre. Ella quería sacar a la luz “el papel enormemente positivo que puede tener un padre”. Para ello reclutó hombres próximos a tener un hijo, a fin de hacerles un seguimiento desde tres meses antes hasta seis meses después del nacimiento.

Primero, Machin pudo comprobar en sus voluntarios algunos descubrimientos recientes de la neurobiología que aún son poco conocidos. Como las madres a su modo, también los hombres experimentan alteraciones fisiológicas a raíz de la paternidad. Algunas se dan durante la gestación, por el contacto con la madre: en particular, les sube el nivel de oxitocina, la hormona que en las mujeres se libera abundantemente con el parto y la lactancia. Cuando nace el hijo, el padre experimenta un descenso de la testosterona, lo que favorece su implicación con el niño.

Cerebro de padre

Esos cambios influyen en la configuración del cerebro, dice a Aceprensa la Dra. Natalia López Moratalla, catedrática de Bioquímica. Se desencadenan en el padre no por un vínculo biológico como el de la madre con el hijo durante la gestación, sino por su participación activa en el cuidado del niño.

“Los cerebros de los varones padres son claramente diferentes de los que no lo son” (Natalia López Moratalla)

“El desarrollo del cerebro en los padres por la experiencia de la paternidad es proporcional al tiempo que pasan con los críos”, señala la Dra. López Moratalla. Mientras en la madre se producen unos cambios cerebrales que refuerzan sobre todo la empatía emocional, lo característico de la reorganización del cerebro paterno es que favorece la empatía cognitiva, la capacidad de comprender el punto de vista o el estado mental de otro. Ya antes del nacimiento, por ejemplo, “si el padre toca la tripa materna y percibe al hijo, aumenta la oxitocina”; después, “el contacto con el hijo –bañarlo, acariciarlo…– hace subir el nivel de esta hormona, que desarrolla la empatía cognitiva propia del varón”.

Como explica López Moratalla en su libro Cerebro materno y cerebro paterno (Digital Reasons, 2015), “la atención al bebé es un ‘estrés positivo’ para el padre, que potencia la aparición de nuevas neuronas por acción de la prolactina”. Así, concluye: “Los cerebros de los varones padres son claramente diferentes de los que no lo son” (en las mujeres se da una diferencia paralela).

La contribución única del padre

Esos hallazgos han llevado a nuevos planteamientos sobre la paternidad, que son los que destaca Machin. Antes, dice, se creía que los hombres eran como actores externos en el nacimiento del hijo, que “convertirse en padre no era un fenómeno biológico en absoluto”. En realidad, provoca en el hombre una especial activación del neocórtex, que facilita la captación de situaciones sociales y la resolución de problemas. Y ahí ve Machin la aportación peculiar del padre a la crianza.

La madre, por la mayor activación del sistema límbico en presencia del hijo, se hace particularmente capaz de identificar los riesgos y dar protección. El padre, por su parte, tiene una “contribución única al desarrollo del niño”, anota Machin, concretamente en el aspecto social, y especialmente a partir de los 2 años.

Como las madres a su modo, también los hombres experimentan alteraciones fisiológicas a raíz de la paternidad

Los cambios fisiológicos de la paternidad pueden tener efectos secundarios, como los que a su vez experimentan las madres. Es conocido que entre el 10% y el 20% de las madres sufren depresión en torno al parto. Resulta que los padres también la tienen, aunque en una frecuencia menor, alrededor del 10%. Eso probablemente se debe al descenso de la testosterona, pues esta hormona estimula el ánimo y protege contra la depresión.

Reconocimiento para el padre

Por todo ello, la profesora de Oxford insiste en que la paternidad no quede de hecho relegada a un segundo plano. Con ese fin recomienda que los padres se impliquen lo más posible ya antes del nacimiento del hijo, y también que se organicen clases de preparación solo para ellos, a semejanza de las que hay para las mujeres que van a ser madres.

“Son dos las personas que tienen un hijo, y las dos necesitan el debido reconocimiento”, concluye Machin. En eso, las sociedades avanzadas tienen algo que aprender de las que no lo son tanto. “Damos muy poco apoyo al padre y no tenemos los rituales que hay en países no industrializados… para señalar la entrada en la paternidad y sostener al padre. Es un reconocimiento público de que su vida va a cambiar”.

Para saber más: Un plus cerebral por ser padres

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