La «caza del milagro» en las televisiones italianas

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Los fenómenos de presuntas lacrimaciones de imágenes de la Virgen ocupan desde hace tres meses el interés de los medios de comunicación italianos. Los episodios se iniciaron en Civitavecchia, una localidad cercana a Roma, donde a comienzos de febrero varios testigos afirmaron que habían visto cómo una sencilla talla de la Virgen, colocada en un jardín particular, derramaba lágrimas de sangre.

Al poco tiempo, eran ya cinco o seis los lugares desde los que se referían fenómenos similares: tras las primeras comprobaciones, se ha demostrado que, en su mayor parte, fueron simples burlas de mal gusto, favorecidas por el clima propiciado por los medios informativos, sobre todo la televisión.

El caso de Civitavecchia, sin embargo, continúa abierto porque, según los análisis, se trata de sangre humana y se excluye la presencia de artilugios dentro del yeso de la estatua. Además, han visto lacrimar la imagen algunos testigos cualificados, como el obispo del lugar, Mons. Girolamo Grillo, o el jefe de la policía municipal. Esos elementos, sin embargo, fueron presentados por la autoridad eclesiástica con una invitación a la prudencia.

En contraste con esa actitud de cautela, han sido precisamente los medios de comunicación los que han conferido al caso un tono espectacular, convirtiendo la localidad en un set televisivo durante varios días. Por su parte, el alcalde, Mario Tidei, del Partido Democrático de la Izquierda (PCS, ex comunista), aun dejando claro que no es creyente, no ha dudado en afirmar que ve en este episodio una ocasión para promover el desarrollo económico de la zona.

Algunos observadores han expresado su rechazo ante ese afán por convertir el fenómeno en espectáculo o en negocio, recordando que los «milagros hablan siempre en voz baja» y no bajo los focos de las cámaras de televisión, y que no pueden ser presentados, además, como parte de un «menú» informativo que busca a toda costa despertar el interés del receptor. No faltan tampoco los que se preguntan si ese «silencio» es hoy posible en una sociedad dominada por los medios de comunicación, y los que sostienen que, al fin y al cabo, ese interés responde a un afán de espiritualidad.

En todo caso, y al margen del desarrollo de los hechos, está claro que la «caza del milagro» ha contagiado a los medios de comunicación. Un sacerdote de Roma, don Andrea Palamides, recobró la vista después de casi dos años de ceguera, causada por una paliza que le dieron unos gamberros. La noticia fue presentada por la prensa en primera página como milagrosa, pero el mismo interesado afirmó que se trataba de una curación, que entraba dentro de las posibilidades que le habían pronosticado los médicos.

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