Juan Pablo II: la unidad de los cristianos, principal meta para el tercer milenio

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Roma.- La gran meta de la Iglesia católica ante el fin de siglo es la reconciliación con las demás confesiones cristianas: ésta es la tarea que el propio Juan Pablo II se fija como prioritaria frente al año 2000, según dijo en el discurso que pronunció durante la reunión extraordinaria de cardenales celebrada los días 13 y 14 de junio.

El encuentro se desarrolló a puerta cerrada en el Aula del Sínodo, en el Vaticano, con la participación de 114 de los 139 cardenales de todo el mundo. La finalidad principal era escuchar sugerencias sobre la celebración del gran jubileo del año 2000, tema sobre el que los cardenales y las conferencias episcopales recibieron un memorándum en el mes de marzo.

Juan Pablo II subrayó que la preparación del jubileo viene marcada por el Concilio Vaticano II, y que la unión entre el Occidente católico y el Oriente ortodoxo «es quizá la mayor tarea de cara al año 2000. No podemos presentarnos divididos delante de Cristo, Señor de la historia, como nos hemos encontrado, por desgracia, en el curso del segundo milenio». En este sentido, señaló que sería oportuno preparar un «Martirologio contemporáneo» que «tenga en cuenta todas las Iglesias locales y se realice también con una perspectiva ecuménica», es decir, que incluya mártires de este siglo pertenecientes a otras confesiones cristianas.

El Papa añadió que la Iglesia, ante el jubileo, tiene necesidad del «discernimiento de las faltas históricas y de las negligencias de sus hijos en relación con las exigencias del Evangelio. Sólo el reconocimiento valiente de las culpas y también de las omisiones de las que los cristianos se han hecho de alguna manera responsables, como también el generoso propósito de remediarlas con la ayuda de Dios, pueden dar un eficaz impulso a la nueva evangelización y hacer más fácil el camino hacia la unidad».

El discurso del Papa es el único texto que se ha hecho público. Las demás intervenciones corrieron a cargo del cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano, sobre las respuestas escritas de los cardenales al memorándum; del Card. Bernardin Gantin, sobre las experiencias para que los obispos que llegan a la edad de jubilación sean más útiles; del Card. Alfonso López Trujillo, sobre el Año internacional de la familia, y del Card. Edward Cassidy, sobre el ecumenismo.

Como la reunión no tuvo conclusiones en sentido estricto, sino que se pareció más a una «tormenta de ideas» llevada a cabo por los ocho grupos de trabajo, sintetizamos a continuación las líneas generales de las reflexiones y propuestas que los cardenales presentaron al Papa:

– El año 2000 es una fecha importante aunque convencional. Estudios serios señalan que el 2.000 aniversario del nacimiento de Cristo se cumple seis años antes, es decir, en este año 1994. La celebración del jubileo del año 2000 no hay que verla, por tanto, como algo milenarista.

– Los cardenales convinieron por unanimidad en que al jubileo habría que darle un contenido cristológico, es decir, poner a Cristo en el centro de las celebraciones. Incluso, el lema podría ser «Cristo, ayer, hoy y siempre». Subrayaron que lo que se celebra «no es una idea, sino un hecho». Es una iniciativa cristiana, pero abierta a otras religiones.

– Todo jubileo tiene como finalidad hacer un examen de conciencia. Sobre el reconocimiento de las culpas y omisiones, los cardenales destacaron la dificultad de hacer un estudio histórico serio sobre todo el milenio, y el riesgo de que se mire al pasado con ojos del presente. Pusieron el acento en que la Iglesia y los cristianos deben meditar sobre la «noche ética» que atraviesa el mundo actual y sobre su propia responsabilidad en que se haya llegado a esta situación. No se excluye, sin embargo, que se revisen episodios concretos del pasado. Los cardenales hicieron hincapié en que el jubileo del año 2000 debería ser una ocasión de conversión personal, de reconciliación del hombre con Dios y de los hombres entre sí.

– Durante el consistorio, se recordó la costumbre hebrea de los jubileos, descrita en el Levítico: un momento para perdonar las deudas,liberar a los esclavos… Algunos cardenales procedentes del llamado Tercer Mundo subrayaron que sería una buena idea que, con ocasión del año 2000, las grandes naciones cancelen la deuda externa o al menos que la reduzcan fuertemente.

– El jubileo se celebraría propiamente en el año 2000, pero estaría precedido por un «Año Mariano» (1999) y por otros dos años de preparación. La mayoría de los cardenales piensa que se necesitarían otros dos años para organizar estas celebraciones, tanto desde el punto de vista material como pastoral. En este sentido, propusieron al Papa que nombre una comisión internacional encargada de coordinar estos preparativos en colaboración con todas las conferencias episcopales.

– Entre las iniciativas concretas, el Papa desea promover también una reunión de las diversas confesiones cristianas en Jerusalén o Belén, y otra con hebreos y musulmanes en el monte Sinaí. También como preparación se celebrarían asambleas especiales para Asia y América del Sínodo de los Obispos.

Antes de concluir, y al margen del tema central de la reunión, los cardenales aprobaron dos textos por unanimidad. El primero, centrado en la familia, pide a los países del mundo que en la próxima conferencia de El Cairo sobre población no mantengan una actitud de desesperanza y temor ante el crecimiento de la humanidad. El segundo habla sobre la guerra de Ruanda y la necesidad de adoptar reglas sobre la intervención humanitaria.

El clima del consistorio fue muy distinto del ambiente de «pre-cónclave» aventurado por algunos medios informativos. El Papa aparecía muy restablecido de la intervención quirúrgica del pasado 29 de abril, e incluso bromeó al despedirse de los purpurados, observando que «es hermoso tener juntos a tantos cardenales en el Vaticano sin que haya cónclave».

Diego Contreras

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