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India y China no devoran los empleos de los países desarrollados

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El freno de la UE a las importaciones de productos textiles de China ha vuelto a poner en primer plano las quejas en Europa y Norteamérica por las deslocalizaciones de actividades industriales y de servicios hacia los países emergentes de bajos costes salariales. Según esta explicación, la India, China o Europa Central serían devoradores de empleo de los países desarrollados. Sin duda, hay empleos que emigran allí, sobre todo en sectores de menos valor añadido como el textil. Pero cuando se hacen números, resulta que solo una pequeña parte de las pérdidas de empleo se deben a las deslocalizaciones. Varios informes recientes concuerdan en esta apreciación.

Un informe de McKinsey Global Institute titulado «The Emerging Global Labour Market», del que se hace eco «The Economist» (2-07-2005), estima a partir del estudio de ocho sectores industriales que en 2003 se trasladaron al extranjero 1,5 millones de empleos de los países desarrollados. Si se ve en su contexto, la cifra no es impresionante. En EE.UU. cada mes un promedio de 4,6 millones de personas comienzan a trabajar para un nuevo empleador. El mismo estudio cifra en 750.000 los empleos del sector servicios de EE.UU. que han sido transferidos al extranjero, dentro de un total de 140 millones de empleos.

Otro reciente estudio de la OCDE sobre el mismo tema confirma que «incluso las más grandes proyecciones de pérdidas de empleo por deslocalizaciones son relativamente pequeñas en comparación con la rotación general de empleo».

En Francia, dos investigadores del INSEE han hecho un estudio muy preciso para calcular la importancia del fenómeno en las pérdidas de empleo industrial durante el periodo 1995-2001. Según el método utilizado por Patrick Aubert y Patrick Sillard, «existe deslocalización cuando el empleo disminuye o desaparece en un centro de trabajo y, en cambio, aumentan dentro del grupo al que pertenece el centro las importaciones del tipo de bienes antes producidos en Francia» (cfr. «Le Monde», 4-06-2005).

De acuerdo con este criterio, en el periodo estudiado de siete años una media de 13.500 empleos anuales habrían sido suprimidos en la industria francesa y deslocalizados al extranjero. No es mucho ya que, en comparación, las supresiones de empleos anuales en la industria son en torno a 500.000.

Más sorprendente todavía es que los empleos transferidos hacia los países de bajos salarios no suponen ni la mitad de las deslocalizaciones. Son más los empleos franceses deslocalizados hacia otros países desarrollados, en primer lugar hacia España, por delante de Italia, Alemania y Estados Unidos. En conjunto, las deslocalizaciones hacia los países emergentes de bajos salarios explicarían menos del 2% de las supresiones de empleos industriales en Francia. Las deslocalizaciones hacia estos países, dicen los autores, «son más frecuentes en sectores de baja tecnología, que emplean una mano de obra más bien poco cualificada, como la confección, el cuero y el textil»

Los resultados coinciden con los de otro estudio anterior de economistas de la Comisión Europea (cfr. Aceprensa 30/05), que concluyó que en la UE las deslocalizaciones se han hecho sobre todo entre países europeos, y que la pérdida de empleo en la industria se debe sobre todo a grandes avances de productividad, que han hecho necesarios menos trabajadores.

Otra enseñanza del estudio francés es que las deslocalizaciones son obra sobre todo de los grandes grupos. Más de la mitad de los empleos deslocalizados corresponden a grupos que emplean a más de 5.000 trabajadores.

Las deslocalizaciones no se explican solo por las diferencias de costes salariales, y tampoco hay que olvidar que junto a esas economías aparecen también nuevos costes. «La diferencia en el coste de la mano de obra, aunque es importante en el caso de empleos no cualificados, se reduce considerablemente en el caso de los trabajadores cualificados y los gerentes», advierte Laurent Petizon, vicepresidente de la consultora AT Kearney. A esto hay que agregar los costes debidos al alejamiento de la producción, a las diferencias de productividad, a las dificultades lingüísticas, a la necesidad de formación de los trabajadores… Si la India se ha convertido en el principal foco de atracción, no es solo por sus costes salariales ventajosos, sino también por la existencia de un vivero de profesionales muy cualificados, que hablan inglés.

Otro elemento importante en la decisión de implantarse en el extranjero es la posibilidad de acceder a un nuevo mercado. Esto juega hoy día a favor de China, que ha pasado al segundo lugar entre los países emergentes donde se establecen centros de producción de grupos extranjeros.

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