India: los hinduistas promueven leyes para prohibir las conversiones religiosas «forzadas»

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Cuatro Estados indios prohíben ya las conversiones «forzadas» del hinduismo a otras religiones, uno más se dispone a hacerlo pronto, y el Bharatiya Janata Party (BJP), que ocupa el poder central, se ha comprometido a promover una ley similar para toda la nación. El radicalismo hinduista ha hecho del asunto una bandera de su campaña por la supremacía, que desde hace años amenaza la armonía religiosa y social del país (ver servicio 76/93).

El movimiento ha cobrado fuerza desde que, en octubre pasado, el Estado de Tamil Nadu (sureste), aprobó una ley que prohíbe toda conversión religiosa obtenida «por la fuerza, por seducción o por medios fraudulentos». Las penas previstas son de hasta 100.000 rupias (2.100 dólares) de multa y cuatro años de cárcel. Este Estado, uno de los más poblados de la India, es de mayoría tamil, etnia que se distingue por su adhesión al hinduismo tradicional. La nueva ley parece responder a la conversión al cristianismo, en septiembre, de numerosos dalits (miembros de la casta más baja) en la ciudad de Madurai. Los hinduistas sostienen que esta y otras conversiones fueron arrancadas con sobornos o falsas promesas. Semejantes cambios de credo y denuncias de los hinduistas se vienen repitiendo desde hace más de veinte años.

Es conocido, sin embargo, que los dalits (también llamados «intocables») se resienten de la marginación que sufren en el hinduismo. Considerados impuros, solo pueden realizar los trabajos más duros y peor vistos. La Constitución india de 1950 abolió la condición de intocable, y se promulgaron medidas compensatorias a favor de los dalits, como la reserva del 15% de los puestos en la administración pública y en universidades. Pero las leyes no han cambiado el ambiente social, y los dalits siguen experimentando discriminación y desprecio por parte de los brahmanes (la casta superior). No es extraño, pues, que muchos se sientan atraídos por el cristianismo o el islam, en los que no vige el sistema de castas.

Por ejemplo, poco después de que Tamil Nadu aprobara la ley anti-conversión, los dalits de una localidad al norte del Estado amenazaron con convertirse al islam porque se les impidió acceder a un templo hindú. Le Monde (14-I-2003) relata otro caso. En octubre, cinco dalits fueron linchados en Jhajjar, no lejos de Nueva Delhi, porque -según se rumoreaba- habían matado una vaca, animal sagrado para el hinduismo.

En cambio, no hay pruebas de que se hayan producido conversiones forzadas. En el Estado de Bihar, el gobierno realizó una investigación sobre los casos de unos 1.500 dalits que se convirtieron al cristianismo en diciembre pasado. Una organización hindú afirmó que les habían prometido empleos o dinero si cambiaban de religión. El informe oficial, publicado el 8 de enero, concluyó que no hubo coacción.

A la vez, hay intentos de contrarrestar la campaña hinduista. A principios de enero, el Tribunal Supremo de Madrás ha admitido una demanda de inconstitucionalidad, presentada por un grupo de ciudadanos, contra la ley de Tamil Nadu. Los demandantes alegan que es contraria a la libertad religiosa y que no compete a los poderes públicos examinar la sinceridad de las conversiones religiosas. Una semana después, algunos miembros de la diáspora india en Estados Unidos hicieron llegar a la patria una declaración colectiva contra las leyes anti-conversión. Advierten que estas medidas ahondarán las divisiones entre los indios y favorecerán la violencia por motivos religiosas.

Violencia de esta clase no falta en la India. En marzo del año pasado hubo centenares de muertos en el Estado de Gujarat, al oeste del país, a raíz de que un tren ocupado por militantes hinduistas fuera atacado por musulmanes en circunstancias no bien aclaradas. Siguieron varios días de disturbios, en los que murieron muchas más personas, en su mayoría musulmanes. El BJP, que gobierna en Gujarat, explotó el resentimiento en su campaña para las elecciones del 12 de diciembre, con proclamas hinduistas y la promesa de adoptar una ley anti-conversión como la de Tamil Nadu. La táctica le reportó una sonada victoria electoral, y el reelegido gobernador, Narendra Modi, se ha apresurado a preparar el proyecto que prohibirá las conversiones «forzadas».

La dirección nacional del BJP, reunida en Nueva Delhi a finales de diciembre, ha respaldado la estrategia de Modi. A partir de ahora el BJP reforzará su mensaje de nacionalismo hinduista y, como muestra práctica de ello, procurará que la prohibición de conversiones «forzadas» se incorpore a la legislación nacional.

Los otros Estados indios con leyes anti-conversión son Madhya Pradesh, Orissa y Arunachal Pradesh.

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