En Francia, los asalariados con dedicación parcial han pasado de menos de 2 millones en 1982 a 2,8 millones en 1992, de los que el 85% son mujeres, según un estudio del Instituto Nacional de Estadísticas Económicas (INSEE). Esto equivale al 12% del total de empleos, proporción inferior a las de otros países desarrollados, como Holanda (32%), Gran Bretaña (22%) o Alemania (15%).
El estudio señala que el crecimiento del trabajo a tiempo parcial se ha producido sobre todo en los servicios y en empleos poco cualificados. En correspondencia con la mayoría femenina en este tipo de trabajo, la dedicación parcial en profesiones intermedias se da sobre todo en los campos en los que abundan las mujeres, como la sanidad, la enseñanza o la asistencia social.
El fenómeno parece responder al deseo de una gestión más flexible de la mano de obra, lo que perjudica a los empleos a tiempo completo. En los últimos diez años se han perdido unos 400.000 puestos de trabajo: 1.100.000 suprimidos en agricultura e industria frente a 750.000 creados en el sector terciario. Pero los empleos desaparecidos en industria eran a tiempo completo, y gran parte de los creados en el sector terciario son a tiempo parcial, de modo que en total han sido unos 800.000 los empleos a tiempo completo que se han perdido.
El informe del INSEE indica que «en las empresas, acceder al estatuto de cuadro y conservarlo es aún difícilmente compatible con los horarios reducidos». Para el INSEE resulta difícil evaluar en qué medida el empleo a tiempo parcial, «ligado a la búsqueda de una división más eficaz del trabajo poco cualificado», responde a «un logro social o es aceptado, a falta de otra cosa mejor, por los asalariados». Eso parece depender de las distintas situaciones personales. Así, mientras que dos tercios de las mujeres menores de 30 años con empleo a tiempo parcial preferirían otro de jornada completa, entre las de más edad sólo un 30% tiene ese mismo deseo.