Fidel Castro asegura que habrá diálogo nacional

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Fidel Castro ha manifestado que está dispuesto a dialogar con toda la sociedad cubana, en su primera y esperada reacción a la pastoral de los obispos cubanos, publicada a mediados de septiembre (ver servicio 119/93).

El presidente cubano expresó su deseo de diálogo en una carta dirigida a los responsables de los movimientos ecuménicos (la mayoría, protestantes conformes con el régimen), donde asegura estar dispuesto a hablar «con todos los sectores de la sociedad». A primera vista, la reacción de Castro está en consonancia con las líneas propuestas por la jerarquía católica, que en su pastoral pedía un cambio basado en el diálogo nacional, a la vez que juzgaba con severidad la falta de libertad y la pobreza creciente del país.

Hasta ahora la reacción oficiosa se había manifestado en una virulenta campaña de la prensa del régimen -no hay otra- en la que se acusaba al episcopado de traición a la nación, de alentar la desunión y de favorecer la intervención norteamericana. La Conferencia Episcopal, por su parte, tuvo un gesto inesperado el pasado 7 de octubre, al publicar un comunicado en el que reprobaba «las maniobras dilatorias o el rechazo» del diálogo por parte de las autoridades. Además, los obispos han calificado las acusaciones de «calumnias».

Respecto a la viabilidad del diálogo entre todos los sectores de la sociedad, el arzobispo de La Habana, monseñor Ortega, reconoce que «muchas mentes no están preparadas», tanto en Cuba como en el exilio. Los más radicales de los exiliados «rechazan la palabra ‘diálogo’ como una concesión inaceptable al régimen».

Sin embargo, piensa que esas actitudes son minoritarias. «Algunos llaman a Cuba el revés de Miami -dice el arzobispo-. Y en medio, hay una inmensa gama de personas, el pueblo cubano que vive dentro y fuera de la isla. Aunque es muy difícil de cuantificar, buena parte de este pueblo quiere el diálogo».

Un efecto beneficioso de la carta pastoral ha sido el aumento sensible del número de fieles católicos que acuden a las parroquias, según declaró a Le Monde un sacerdote exiliado que mantiene contacto frecuente con sacerdotes de la isla. La carta pastoral fue leída en todas las iglesias por deseo de los obispos.

Por otra parte, Juan Pablo II expresó su apoyo a los obispos cubanos al reunirse en Roma, el 13 y el 14 de octubre, con cuatro miembros del comité permanente de la Conferencia Episcopal. El Papa manifestó que conocía la preocupación de los obispos por la situación que sufre el país, expresada en el mensaje que dirigieron al pueblo. «La Santa Sede espera vivamente que, frente a las necesidades más extremas y de orden humanitario, se puedan superar cuanto antes los problemas internos y externos que afectan gravemente a toda la población cubana».

Juan Pablo II añadió que para ello es preciso, como señala el documento episcopal, que se inicie en Cuba un «diálogo fraterno, basado en la búsqueda de la verdad objetiva y del bien común, lo cual hará posible que todos los hijos de Cuba participen desde su propia condición y responsabilidad».

Los obispos cubanos recibieron también expresiones de solidaridad por parte del episcopado latinoamericano, representado en la reunión plenaria de la Comisión Pontificia para América Latina, que se celebraba esos días en el Vaticano.

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