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Falsas expectativas desde Corea

publicado
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Análisis

El anuncio de que científicos coreanos han conseguido clonar 11 embriones y crear líneas de células madres ha provocado euforia entre los familiares de pacientes con diabetes, alzheimer, parkinson…y también entre científicos. El problema es que unos y otros se regocijan por dos visiones diferentes del futuro. Unos creen que clonar embriones producirá pronto terapias para enfermedades hoy incurables. Los otros saben que este tipo de clonación es básicamente un instrumento de investigación en el futuro inmediato.

Dejemos a un lado el importante asunto de si el embrión clónico es un ser humano. Otros aspectos prácticos y éticos hacen que la investigación del equipo coreano no sea viable.

La primera razón es económica: el coste de las terapias. La ventaja de la clonación terapéutica es que ofrece una terapia genéticamente específica para el paciente. La desventaja, por la misma razón, es que la terapia no puede ser utilizada con otros pacientes. A diferencia de los fármacos convencionales, se podrá beneficiar mucho menos de las economías de escala.

Uno de los avances del equipo coreano es que, por una mejora de sus técnicas, ha logrado crear líneas celulares con menos de 20 óvulos, cuando el año pasado tuvieron que utilizar 242 para crear un solo embrión (ver Aceprensa 26/04). Pero como una mujer sometida a tratamiento de superovulación produce solo 10 óvulos, esto significa que se necesitarán uno o dos ciclos de estas técnicas invasivas para obtener la materia prima necesaria para la terapia de un solo paciente. La clonación terapéutica seguirá siendo medicina para millonarios.

La segunda razón tiene que ver con la ética. ¿Se podrá evitar la explotación de las donantes de óvulos, sean o no remuneradas? La donación de óvulos es normalmente segura, pero puede haber graves complicaciones.

Por eso el protocolo para proteger a las mujeres donantes es un elemento importante en el experimento de Woo-Suk Hwang. El artículo publicado en «Science» reproduce incluso los formularios de consentimiento informado, en un esfuerzo para convencer a otros científicos de que los estándares éticos están en consonancia con los de Estados Unidos.

Sin embargo, dos bioéticos americanos que revisan ese trabajo en el mismo número de «Science» le dan un suspenso en ética. David Magnus y Mildred Cho, de Stanford University, le critican por no explicar bien los riesgos a las participantes y por presentar a las donantes como pacientes. Después de examinar el experimento y el consentimiento informado, concluyen que hay notable riesgo de una explotación abusiva de «pacientes vulnerables y de sus amigos y familiares» (1).

En particular, subrayan que la palabra «terapéutica» aplicada a la clonación es engañosa: «Es prácticamente cierto que los beneficios clínicos de esta investigación tardarán años o décadas en llegar», dicen Magnus y Cho. «Este es un mensaje que pacientes y familias desesperadas no quieren oír».

Además, Hwang ha descubierto que los mejores resultados se dan con óvulos recién obtenidos de mujeres fértiles de menos de 30 años. Cuando los óvulos procedían de mujeres de más de 30 años, se lograba una línea celular después de 30 intentos. Con las mujeres más jóvenes se lograba una por cada 13 intentos, como media. Es de suponer lo que ocurrirá si el experimento de Hwang funciona: mujeres jóvenes que venden sus óvulos para pagar sus estudios universitarios, para mantener a sus hijos o para pagarse unas vacaciones.

La reproductiva, más cercana

El problema final es que el espectro de la clonación reproductiva, a la que casi todos se oponen, contamina el experimento de Hwang. En su artículo en «Science» afirma que su experimento no supone en modo alguno «dar ánimos a cualquier intento de clonación reproductiva». Las pruebas científicas sobre animales clonados «deberían desalentar cualquier intento temerario de una clonación reproductiva humana» (2).

La realidad es que el trabajo de Hwang contribuye a que la clonación reproductiva esté más cercana. Julian Savulescu, un australiano que es profesor de Ética Aplicada en la Universidad de Oxford, y editor del influyente «Journal of Medical Ethics», declaraba recientemente que la clonación «representará uno de los más grandes avances científicos… La clonación es poder y aprovechamiento de la oportunidad sobre nuestro destino. La reproducción artificial puede ser quizá más segura y eficaz que la natural» (3). Y no faltan bioéticos que piensan lo mismo.

Otros esperan solo que la técnica mejore. Por ejemplo, el InterAcademy Panel, una red de academias que incluye la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. y la British Royal Society, afirma que la clonación reproductiva debe ser prohibida. Pero reconoce que la clonación será segura algún día, por lo que la prohibición «debería ser revisada periódicamente a la luz de la evolución social y científica». O sea, «avísenos cuando tenga todo resuelto y nosotros lo haremos ético».

En suma, no es necesario que nos subamos al tren de la clonación después del anuncio de Hwang. Aparte del problema central de la destrucción de vida humana, hay toda una serie de aspectos que hacen que su éxito sea muy dudoso. El principal problema que debe preocuparnos es resistir el pánico de los científicos que trabajan con células madre y que han mordido el polvo ante los coreanos.

Michael Cook____________________(1) David Magnus and Mildred K. Cho. «Issues in Oocyte Donation for Stem Cell Research». «ScienceExpress» (19-05-2005).(2) Woo-Suk Hwang et al. «Patient-Specific Embryonic Stem Cells Derived from Human SCNT Blastocysts». «ScienceExpress» (19-05-2005).(3) Julian Savulescu. Debate in «The Times Higher Educational Supplement» (6-05-2005).

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