Estudios largos para todos

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Frédéric Gaussen describe en Le Monde de l’Éducation (diciembre 1993) la incapacidad de la Universidad francesa para responder a la creciente demanda de los jóvenes, situación que se plantea también en otros países.

(…) La sociedad francesa se encuentra en una contradicción de la que ningún gobierno parece poder escapar:

1) Frente a los cambios de la economía y a la crisis de empleo, los franceses ven los estudios como una necesidad, y por lo tanto como un derecho.

2) El modelo académico francés es tan exigente que sólo se consideran válidos los estudios largos que desembocan en títulos que exigen cuatro o cinco años de universidad. Todas las tentativas de crear carreras cortas han sido inútiles: o son despreciadas, o son desnaturalizadas para transformarse en la primera etapa de estudios más largos.

3) Esta presión a favor de estudios largos para todos lleva a desarrollar indefinidamente un sistema de formación particularmente costoso: de hecho se trata de dar una dimensión de masa a una enseñanza concebida para una élite (con un vínculo especial entre la enseñanza y la investigación en el caso de la universidad). ¿Se puede ofrecer materialmente a todos los bachilleres una formación de esta calidad? ¿Tenemos los medios y la voluntad para lograrlo? Generalmente se evitan preguntas tan embarazosas.

Sin embargo, la respuesta del estudiante es simple: ya que se le anima a seguir unos estudios, el servicio que se le ofrece debe estar a la altura de lo anunciado. Pero, claramente, no es éste el caso. De ahí el sentimiento de profundo malestar verificado por las encuestas de opinión de los últimos años. (…)

¿Qué puede hacer frente a eso el poder público? No mucho, al menos mientras el contexto económico permanezca tan incierto y el debate de fondo sobre la misión de la universidad no se resuelva. Limitar el acceso a la enseñanza superior es impensable. Instaurar una selección para los estudios universitarios largos (idea seductora y propuesta a menudo) plantea un problema todavía no resuelto: ¿qué se propondrá a los excluidos? Disminuir el «pliego de condiciones» de la enseñanza universitaria (reconsiderando, por ejemplo, la validez de la unión investigación-enseñanza) despertaría una protesta general contra la «secundarización» de la escuela superior. En fin, todo el mundo sabe que el «cuerpo estudiantil y universitario» es tan frágil que cualquier tentativa de transformación provoca reacciones violentas de rechazo.

En esta situación enmarañada, la única solución que parece viable hasta ahora es la huida hacia adelante: puesto que no se puede impedir la inflación, aceptémosla e intentemos organizarla. La diferencia entre la derecha y la izquierda es que la primera lo ha hecho como de puntillas y con vergüenza, por temor a desagradar a una parte de sus electores, mientras que la izquierda (…) la ha reivindicado claramente, esforzándose por traducir su voluntad de expansión en los presupuestos y en los programas de edificación. (…)

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