Estados Unidos: hipocresía atómica

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Pese a que lo dispone el Tratado de No Proliferación Nuclear, Estados Unidos no se plantea renunciar a las armas nucleares. Esta política es «hipocresía nuclear» y pone en peligro los esfuerzos por contener la difusión de armas de destrucción masiva, afirma Tad Danley, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de California, en el International Herald Tribune (21 octubre 2002).

Pocos norteamericanos saben que el gobierno de Estados Unidos se comprometió a eliminar todo el arsenal nuclear cuando entró en vigor el Tratado de No Proliferación (TNP), hace 32 años. «El TNP no pretende simplemente mantener el statu quo nuclear», aclaró la pasada primavera George Bunn, que trabajó en la negociación del tratado por parte norteamericana. El artículo VI «exige que las cinco potencias nucleares de entonces impulsen medidas para el efectivo desarme nuclear».

El punto central del TNP es una gran transacción, por la cual los Estados sin armas nucleares aceptaron no adquirirlas nunca, a cambio del compromiso, por parte de las potencias nucleares, de eliminar las suyas al cabo de un tiempo. Además, las potencias nucleares -presionadas con fuerza por un grupo de potencias medias conocidas como los países del «Nuevo Programa»- renovaron su compromiso en la Conferencia de Revisión del Tratado, celebrada en la primavera de 2000, al cumplirse 30 años de vigencia del TNP. La declaración final de la Conferencia, suscrita por Washington, promete «medidas inequívocas, por parte de las potencias nucleares, de llevar a término la total eliminación de sus arsenales nucleares».

Pero la Revisión de la Postura Nuclear de la administración Bush, publicada este año, revela una clara intención de mantener un colosal arsenal nuclear, sin límite de tiempo. Presenta planes detallados para diseñar y desarrollar nuevas generaciones de armas nucleares para disparar desde tierra, mar y aire, en 2020, 2030 y 2040. No da fecha para ninguna «medida inequívoca» dirigida a la eliminación.

Hace solo unos meses, en una declaración conjunta, los países del «Nuevo Programa» expresaron consternación ante la audacia de la Revisión de la Postura Nuclear. «Que una potencia nuclear dé a entender que seguirá teniendo armas nucleares de manera indefinida -afirmaban- es incompatible con la integridad y continuidad del régimen de no proliferación nuclear».

(…) Cuando Estados Unidos insiste en que las armas nucleares son vitales para su propia seguridad, pero dañinas para la seguridad de otros, pierde credibilidad irremediablemente. (…) A la postre, la humanidad tendrá que escoger entre un mundo con docenas de potencias atómicas y un mundo sin ninguna potencia atómica. Un mundo con unos pocos países dotados de armas nucleares y muchos países sin ellas no puede durar siempre.

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