Enseñar a decir que no

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Jane E. Brody comenta las consecuencias de las relaciones sexuales precoces (International Herald Tribune, 21-IX-98).

Brody recuerda que en Estados Unidos alrededor del 40% de las chicas tienen un embarazo antes de cumplir 20 años. El índice de embarazos en adolescentes se ha multiplicado por más de tres entre 1960 y principios de esta década. Ahora se ha estabilizado, pero es mucho más alto que en otros países comparables: el doble que en Inglaterra y Canadá, y nueve veces mayor que en Japón. Por eso, «es crucial saber cómo resisten las presiones» para tener relaciones sexuales. A este propósito cita un estudio realizado en Nueva Zelanda y publicado en el British Medical Journal el pasado enero. Se trata de una encuesta a 900 jóvenes de 21 años, hombres y mujeres.

Según el estudio, la edad media a que tuvieron sus primeras relaciones fue 16 años en el caso de las mujeres y 17 años en el de los hombres. Ahora, «muchos de los que iniciaron la actividad sexual a principios o mediados de la adolescencia se arrepienten de haber empezado tan jóvenes». El 54% de las mujeres y el 16% de los hombres dicen que deberían haber esperado. La proporción sube al 70% entre las mujeres que tuvieron su primera relación sexual antes de los 16 años.

Otro dato aportado por el estudio es que quienes empezaron más jóvenes contrajeron enfermedades de transmisión sexual (ETS) en mayor porcentaje. Tomando como referencia la edad de 16 años, resulta que, de quienes empezaron antes, contrajeron alguna ETS el 16% de los hombres y el 28% de las mujeres, contra el 6% y el 12%, respectivamente, de los que esperaron hasta más tarde. En Estados Unidos, unos 3 millones de adolescentes al año contraen ETS.

Los autores del estudio neozelandés explican así el aumento de relaciones sexuales entre adolescentes: «Los jóvenes están expuestos a imágenes sexuales a través de los medios de comunicación. La presión social y de los compañeros puede deberse a que se presenta el sexo como algo atractivo, placentero y propio de adultos, sin las consecuencias negativas ni las responsabilidades que implica». Esta idea manca de la sexualidad resulta perjudicial, como pone de manifiesto otro estudio, publicado en la revista estadounidense Family Planning Perspectives, que cita Brody: las chicas que tienen relaciones sexuales a edad temprana suelen sufrir depresión, autoestima baja y una sensación de que su vida no está bajo su dominio. La autora del artículo añade: «Para que no creamos que las chicas que tienen relaciones sexuales actúan así porque no son capaces de resistirse, en una encuesta de 1992 el 25% de ellas dijeron que su primera experiencia fue ‘voluntaria pero no querida'». Brody concluye que «reducir la actividad sexual precoz y peligrosa exige mucho más que información sobre sexualidad y contracepción»: es necesario «enseñarles cómo y por qué decir que no». Y menciona algunos programas educativos dirigidos precisamente a eso.

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