Oriente Medio: políticos y diplomáticos deben contar con la religión

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El carácter pacificador de las tres religiones monoteístas será fuente de entendimiento en las relaciones políticas y diplomáticas, fundamentalmente en la consecución de la paz en Oriente Medio. Esta es una de las conclusiones del seminario “La Religión: dimensión ausente de la diplomacia y de la política en Oriente Medio”, celebrado en Madrid los pasados 1 y 2 de abril por el Centro de Estudios de Oriente Medio de la Fundación Promoción Social de la Cultura.

A este encuentro acudieron destacados expertos en Oriente Medio y líderes religiosos de las tres confesiones monoteístas. El objetivo principal era debatir y explorar el potencial positivo que la religión puede ejercer en la resolución de conflictos, encontrar lo que une a las tres confesiones y respetar lo que les separa.

Hasta ahora, las relaciones entre religión, política y diplomacia han estado marcadas por la incomprensión recíproca. Por ello, la mayor dificultad consiste en respetar la autonomía de estos tres órdenes, al tiempo que reconocer la fecundidad de sus relaciones mutuas.

El seminario arrojó un mensaje esperanzador: los verdaderos cambios en Oriente Medio surgirán del papel que desempeñe la sociedad civil. Son los ciudadanos que conviven a diario, afrontando dificultades y albergando esperanzas, los verdaderos artífices de la paz en Oriente Medio.

Elementos comunes

Las tres religiones cuentan con unos elementos comunes: unicidad de Dios, amor al prójimo y búsqueda de la paz: “Busca la paz y síguela” (Salmo 34, 15); “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán hijos de Dios” (Mateo 5, 9); “Es Alá -no hay más dios que Él- el Rey, el Santísimo, la Paz” (Corán 59, 23).

Al contrario que en Occidente, para cristianos, judíos y musulmanes la religión no es una cuestión de conciencia ajena a los asuntos públicos. Por esta razón, políticos y diplomáticos no deberían ignorar el papel tan relevante que los líderes religiosos pueden desempeñar cuando son leales al verdadero espíritu de su fe. Son ellos los que guían a los creyentes transmitiendo el mensaje de paz del cristianismo, judaísmo e islam.

Sin embargo, en este congreso se reconoció que los líderes religiosos aún no han logrado convertirse en catalizadores de una reconciliación auténtica en un contexto de paz.

En el encuentro se advirtió también que políticos, diplomáticos y líderes religiosos deberían evitar que la religión sea monopolizada por extremistas. Si los políticos son conscientes de la importancia de la religión en la construcción de la paz y no como causa de conflicto, serán capaces de establecer medios para cooperar con los jefes religiosos.

Para ello, deben reconocer los elementos espirituales que están presentes en los conflictos entre pueblos; diseñar acciones para superar la ignorancia que existe sobre la importancia de la religión, y establecer acciones para lograr que parlamentarios y funcionarios se impliquen más en las relaciones interreligiosas.

Ponerse en los zapatos del otro

Pero todas estas acciones resultarían vanas para la consecución de la paz, si no se pusieran en práctica otras más comprometidas. “Lo primero que tiene que hacer un embajador cuando llega a un país es ponerse en los zapatos del otro”, aseguró en el seminario Pedro López Aguirrebengoa, el que fuera primer embajador de España en Israel. Aguirrebengoa hiló estas palabras con el mensaje perenne de la Santa Sede hacia los países en conflicto: “El Vaticano exige reciprocidad, entender de verdad al otro”, apuntó.

Otra forma para conseguir la paz es la integración de las tres religiones, sin asimilación. Esta vía fue formulada por Mons. Elías Chacour, arzobispo de Galilea, melquita (católico de rito bizantino-oriental). Tiene 62 años y ha dedicado toda su vida a lograr la mutua comprensión entre las diferentes comunidades que habitan en Oriente Medio. A los 8 años, junto con sus padres y hermanos, se convirtió en refugiado palestino. Su padre nunca les inculcó deseos de venganza. Le fue concedida la ciudadanía israelí en 1948 al crearse el Estado de Israel. Estudió en París y regresó a Galilea en 1965, donde fue ordenado sacerdote.

Actualmente, regenta en Nazaret la mayor escuela gestionada por cristianos en Israel, con 4.000 alumnos musulmanes -la mayoría-, judíos y cristianos. Aseguró que hasta que todos los palestinos del Estado de Israel (alrededor de 1,2 millones) no obtengan los mismos derechos y obligaciones que el resto de ciudadanos israelitas, no se conseguirá una auténtica paz.

Para él, los cristianos que viven actualmente en Tierra Santa representan la voz de la moderación. Por esta razón, hizo un llamamiento a todas las comunidades católicas del mundo para que ayuden a los cristianos de Tierra Santa, y evitar así el éxodo que se está produciendo. Cada año disminuye la población cristiana en esta región por la presión judía y musulmana, les cierran sus escuelas y sus negocios, a pesar de la resolución de las Naciones Unidas que convirtió Jerusalén en una zona desmilitarizada y bajo administración internacional, resolución que continúa incumpliéndose.

Combatir la ignorancia

Los ponentes de una y otra religión resaltaron que se hace más necesario que nunca combatir la ignorancia desde la educación. “No todo el mundo conoce que el islam, el Corán, invita a la moderación. Es una fe que busca la justicia y la misericordia”, recalcó el profesor Abdelaziz Aiadi, catedrático de la Universidad Abdelmalik Essaadi en Tetúan (Marruecos). El judaísmo también promueve el respeto del adversario, recordó Jacobo Israel Garzón, presidente de la Federación de Comunidades Judías en España.

La intervención del Delegado General de Palestina, Musa Odeh, se centró en hablar en nombre del pueblo al que pertenece, independientemente de que sean judíos, musulmanes o cristianos. Aseguró que los cinco millones de palestinos dispersados por todo el mundo, con llaves de su casa, están pagando el precio de haber malentendido la religión. “Estamos llamados a convivir juntos y algunos rabinos dicen que muchos judíos no tratan a los palestinos como seres humanos”, apuntó.

Por ello, su alocución se centró fundamentalmente en recordar la petición de Naciones Unidas de crear dos Estados independientes y soberanos, que proporcionaría una verdadera justicia al pueblo palestino. No en vano, quiso también rescatar el objetivo de este seminario, señalando: “Debemos buscar el espíritu común de las tres religiones y trasmitirlo a nuestros hijos”.

Pasada la modernidad que anunciaba la extinción de la religión, lo cierto es que la creencia en una vida eterna sigue estando presente. “Frente a los que piensan que la desaparición de la religión de la esfera pública es lo que contribuirá a la pacificación de las sociedades, se hace necesario volver a recuperar los valores que aportan las distintas confesiones en las relaciones internacionales”, argumentó la diplomática Ana María Menéndez. Puso como ejemplo la contribución de Juan Pablo II al final -no catastrófico- de la guerra fría.

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