En Holanda se discute el darwinismo

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La polémica sobre la enseñanza del evolucionismo en las escuelas parecía una singularidad de Estados Unidos. Allí, algunos padres o activistas piden -y a veces consiguen- que en los planes de estudio se dé una visión crítica del darwinismo, haciendo un hueco a las teorías rivales, como el «creacionismo» o el «diseño inteligente» (ver Aceprensa 81/05). La cuestión se ha planteado también en Holanda, por iniciativa de la ministra de Educación, la democristiana Maria van der Hoeven.

La propuesta de la ministra es organizar un debate entre partidarios y críticos del evolucionismo, con participación de biólogos y representantes de diversas religiones. Van der Hoeven ha aclarado que el objetivo del debate no es determinar qué teoría da una explicación más plausible del origen y desarrollo de la vida, sino facilitar un diálogo que sirva de puente entre religión y ciencia en círculos académicos, religiosos y políticos. Pese a ello, la idea ha sido mal acogida.

En unas declaraciones al periódico «Volkskrant», la ministra afirmó que le habían entrado dudas acerca del evolucionismo a raíz de una conversación con Cees Dekker, especialista en nanotecnología y uno de los principales representantes holandeses del «diseño inteligente» (ver Aceprensa 79/05), teoría que defiende en su libro «Schitterend ongeluk of sporen van ontwerp?» («¿Un accidente extraordinario o huellas de un diseño?»). Van der Hoeven ha concluido que el modelo científico de la evolución por selección natural es insuficiente para explicar la gran variedad de formas de vida y que resulta difícil de creer que el universo haya surgido por puro azar.

Estas dudas son compartidas por otros, añade la ministra, pero no aparecen en los libros de texto, cosa que le preocupa. «Lo que une al cristianismo, al islam y la judaísmo -explica- es la fe en un Creador. Frecuentemente se califica de esta postura como anticientífica. Como el saber científico ocupa un lugar destacado en nuestra sociedad, los creyentes se consideran amenazados y marginados. Esta situación se nota de modo especial en los colegios. Un debate entre creacionistas y evolucionistas puede llevar a establecer puntos de unión entre científicos de distintas creencias. La teoría creacionista se podría introducir en los programas escolares de Biología como alternativa a la teoría evolucionista».

Las críticas a la propuesta son tan variadas como las fuentes de donde proceden. La mayoría de los partidos políticos la consideran una amenaza a la separación entre Iglesia y Estado. Muchos científicos rechazan la teoría creacionista calificándola de pseudociencia. Entre otras cosas, afirman que el evolucionismo no se puede poner en duda; el debate supondría volver al pasado replanteando una discusión ya hace tiempo zanjada. Añaden que no se puede hacer verdadera ciencia intentando llegar a un acuerdo con las distintas religiones. Por su parte, Mieke van Hecke, director general del Secretariado Flamenco para la Educación Católica, ha dado a entender que discutir el valor de las teorías científicas no es competencia de la política, sino de la universidad.

El mismo Cees Dekker ha querido precisar que el «diseño inteligente» es una teoría científica, a diferencia del «creacionismo» con el que la ministra puede inducir a confundirlo. Por otra parte, ha declarado Dekker, «no tendría sentido recusar el paradigma darwinista en su totalidad, cosa que nosotros no hacemos; pero menos sentido aún tendría no estar abierto a nuevos paradigmas cuando el viejo muestra sus insuficiencias». Por eso, añade, el movimiento del «diseño inteligente» aboga por «una discusión abierta sobre la historia de la vida: en torno a esta materia quedan sin responder numerosas cuestiones fundamentales sobre las que el darwinismo calla».

Ante la polvareda que ha levantado su propuesta, la ministra ha concluido que tal reacción muestra la carga afectiva de la relación entre fe y ciencia, y ello acentúa la importancia del debate como un paso para tender un puente entre ambas. El diálogo, añade, resulta necesario sobre todo porque la oposición entre religión y ciencia es un obstáculo para la búsqueda de la verdad.

Con informaciones de Elisa García González desde Amsterdam.

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