·

En busca de los hombres de verdad

publicado
DURACIÓN LECTURA: 2min.

El periodista John O’Sullivan pone de manifiesto la carencia de modelos actuales de masculinidad y la necesidad de volver a las «antiguas» virtudes (National Post, Toronto, 18 julio 2000).

Con sentido del humor, el autor recuerda que antaño actores como Cary Grant o Spencer Tracy encarnaban el ideal masculino de la época. «Tanto si interpretaban a personajes solteros en comedias románticas o a hombres casados en películas familiares, estos actores parecían siempre maduros. Llevaban traje, iban a la oficina, bebían cocktails, bailaban fox-trot y resolvían problemas. Si hacían un papel de padre, había un momento en el que tenían que aconsejar cariñosamente a sus hijas adolescentes. Pero lo más digno de mención es lo creíbles que resultaban al hacerlo. Vivían en un mundo de adultos y así podíamos todos imaginar que tenían que hacer frente a las dificultades de la vida con eficacia e incluso aplomo».

Frente a ellos, y sin pretender ofender a dos actores actuales, O’Sullivan apunta: «¿Podemos imaginar a Brad Pitt o Sean Penn dándonos la misma confianza? Creo que no. La explicación puede ser que generalmente no les vemos en circunstancias muy formales, por lo que van siempre sin afeitar o sin corbata, sino que parecen vivir en un mundo de gloriosa irresponsabilidad». El modelo de hombre «deseable» hoy es un eterno adolescente en permanente diversión. Y actores y actrices en la pantalla y fuera de ella tienen una poderosa influencia en la juventud y en la sociedad. Hoy parece que ni hombres ni mujeres quieren sentirse responsables ni por tanto adultos.

La responsabilidad no es el único componente de la masculinidad. Valentía, sentido del deber, incluso caballerosidad también lo son, aunque muchas feministas traigan a colación los peligros de caer en el modelo Rambo. Sin embargo, señala O’Sullivan, «la masculinidad no es permisividad ante una conducta violenta sino unas reglas que prohíben la agresión en la mayoría de los casos mientras en otros la exigen». Así, si un hombre ve a otro pegar a una mujer, debe defenderla, aunque tenga que ser violento con el agresor.

Compaginar esas cualidades masculinas con la sensibilidad sería el objetivo. Si lo logramos, señala O’Sullivan con ironía, «tendremos al Hombre Sensible de la Nueva Era que, además de realizar su parte alícuota de trabajo doméstico, dejará su lugar en un bote salvavidas para que se salve una ancianita». Si no, tendremos dos tipos de hombres irresponsables: el Rambo que pega a su novia en el bar y el sensible que, en reacción ante la injusticia, hace una donación libre de impuestos a la Casa de Acogida de Mujeres Maltratadas.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.