Embriones sobrantes: un problema sin solución ética y practicable

publicado
DURACIÓN LECTURA: 7min.

¿Qué hacer con los centenares de miles de embriones que la práctica de la fecundación «in vitro» ha dejado en el congelador? Conservarlos indefinidamente, destruirlos o destinarlos a la investigación no es ético; donarlos a otras parejas que quieran hacerlos nacer es impracticable. El problema fue abordado por Gonzalo Herranz en su contribución al reciente Simposio Internacional sobre «Cuestiones éticas y jurídicas del embrión» (Madrid, 7 noviembre 2000), organizado por la Asociación Española de Bioética. Lo que sigue es un resumen de su intervención.

Como la fecundación in vitro no asegura el embarazo, explica el Dr. Herranz, desde el principio de esta técnica se vienen creando embriones humanos sobrantes (EHS), para compensar los fracasos. Más tarde, la posibilidad de conservar embriones congelados –para hacer nuevos intentos en caso de fallo en primera instancia– hizo que aumentara el número de EHS: también porque en la descongelación se pierden aproximadamente la mitad de los embriones. Al conseguir el embarazo o cesar los intentos, las parejas abandonan los embriones congelados no usados: de ahí la actual acumulación de EHS. Se estima que en los Estados Unidos pueden existir unos 300.000 ó 400.000 EHS; en España, el total estaba en 25.000 en 1998.

«La cifra de embriones congelados seguirá creciendo». No lo impedirá en el futuro la congelación de oocitos [células que dan origen a los óvulos], pues la probabilidad de que nazca un niño a partir de la fecundación de oocitos congelados no supera el 1% (1). Tampoco servirá el cultivo de los embriones in vitro hasta la fase de blastocisto, porque eso simplemente permitiría seleccionar los embriones de buena vitalidad y convertir en sobrantes a los otros. Además, en los tiempos recientes, «para evitar los problemas, biológicos y económicos, provocados por los embarazos múltiples, se ha establecido como norma profesional que no deben implantarse más de dos embriones por ciclo, lo que contribuirá a acrecer el número de EHS».

Problema insoluble

A juicio del Dr. Herranz, «la grave cuestión de qué destino dar a los embriones humanos sobrantes no tiene respuestas que sean a la vez éticas y practicables».

«No parecen ser solución, para problema tan grande, las débiles y cuestionables alternativas de la congelación de oocitos, ni los procedimientos de selección y eliminación implicados en el cultivo prolongado in vitro o en el diagnóstico preimplantatorio. Estas técnicas seleccionan y desechan drásticamente embriones considerados de escasa calidad vital o genética. La misma mentalidad de selección es, en cierto modo, insaciable: escoger lo óptimo requiere la mayor cantidad posible de material primario.

«No es solución la crioconservación indefinida: sería absurdo ampliar año tras año el número de tanques de nitrógeno líquido para ir almacenando decenas de miles, cientos de miles de embriones congelados, petrificados en el tiempo (…).

«No es solución tampoco la donación a otras parejas: como señala un trabajo reciente, de donar embriones se habla mucho y bien, pero se practica muy poco. Por si no fueran pequeños los problemas legales, (…) los receptores quieren saber mucho del trasfondo psicológico y genético de los donantes. Los donantes han de superar su apegamiento emocional a los embriones, y poner a esas criaturas suyas en manos de personas cuyos rasgos y estilos de vida desconocen (2).

Repugnancia moral ante la destrucción

«No es solución la destrucción. Ninguna palabra (dejar morir, no permitir el crecimiento, destruir) puede disimular el hecho duro de que una criatura humana fue creada para vivir y se la deja perecer». Además, donde la ley -como en España- ordena la destrucción de los EHS al cabo de un plazo, no se ha cumplido –que se sepa– esa norma, por la repugnancia que provoca en los médicos.

Tampoco es solución «la investigación destructiva, que reduce a los embriones humanos a la condición de cosas consumibles, lo que es incompatible con el respeto mínimo exigido por el sujeto humano en experimentación biomédica. No hay objetivos de investigación tan valiosos que puedan alcanzarse legítimamente a costa de vidas humanas. Así lo dijo el Código de Nuremberg, lo afirma la Declaración de Helsinki y nos lo impone el Convenio relativo a los Derechos Humanos y a la Biomedicina, del Consejo de Europa».

Lo sabio es evitarlo

«Ante un problema de estas dimensiones y complejidad, lo sabio es evitarlo. Lo prudente es aminorarlo en la medida de lo posible.

«No producir deliberadamente embriones humanos sobrantes es una decisión moral y científicamente sostenible. Es solución que choca, de un lado, con los intereses de los equipos de fecundación in vitro, muy motivados por alcanzar la cota máxima de eficacia, prestigio y competitividad; y, de otro, con las preferencias de los usuarios de las técnicas, interesados muchas veces en ahorrarse las molestias, riesgos y gastos de reiniciar el proceso clínico. Pero vistas las cosas con una perspectiva de justicia, que da al embrión humano lo suyo, se deduce que por esas preferencias y logros marginales, estamos pagando un precio prohibitivo: la existencia indeciblemente precaria de miles de seres humanos».

El Dr. Herranz apunta una vía para empezar a detener la producción de EHS: la responsabilidad de las parejas. «Las personas que acuden a las técnicas de reproducción asistida se encuentran muchas veces en una situación especial. Buscan ansiosamente un hijo. Lo hacen con una carga emocional fuerte, pues el tiempo corre en su contra y la superación de la esterilidad condiciona muchas veces la estabilidad del matrimonio. (…)

«La deontología médica moderna obliga al médico a dar a sus pacientes toda la información que sea éticamente significativa, incluidos los riesgos y consecuencias de las decisiones que se puedan tomar. Las parejas responsables necesitan esa información, objetiva y completa, pues no pueden desentenderse de las decisiones que les competen y que han de tomar en plena lucidez».

Pero no se actúa así en la fecundación in vitro. «He tratado –señala el Dr. Herranz– de buscar en la bibliografía y en los pocos formularios de consentimiento informado para la congelación de embriones que se han publicado, si se informa y se pide consentimiento sobre el punto específico del número de embriones que autorizan los progenitores a crear con sus gametos. La búsqueda ha sido vana, con la excepción de una referencia a una ley vigente en el Estado de Luisiana».

Consentimiento informado

«Producir embriones sobrantes es traer a la vida, como fruto de una decisión calculada y con el auxilio de la tecnología, a seres humanos para colocarlos en un estado de máxima indefensión. (…) Esto es asunto de extremada intensidad moral. En principio, los progenitores van a la fecundación in vitro en busca de un hijo muy deseado. (…) Los embriones que se crean en el laboratorio se crean para vivir. No son criaturas engendradas de modo casual, inadvertido, irresponsable, en un arrebato erótico y pasional. Se los trae a la existencia de modo intencionado, para ser hijos, con plena deliberación, con el auxilio del artificio técnico del laboratorio. Eso crea una responsabilidad ética cualificada.

«Y, sin embargo, a juzgar por las apariencias, médicos y progenitores acuerdan producir embriones sin querer darse cuenta de lo que hacen, sin querer enterarse de que se trata de hijos de verdad, de los cuales han de sentirse responsables. ‘Muchos padres -dice una embrióloga clínica británica- piden que se congelen sus embriones, sin haber reflexionado sobre todas las implicaciones. Y luego, los abandonan mental y físicamente'(3)».

Por tanto, concluye el Dr. Herranz, la conciencia civil y la deontología médica exigen que se abandone la producción de EHS.

 

Gonzalo Herranz es director del Departamento de Humanidades Biomédicas en la Universidad de Navarra y vicepresidente de la Subcomisión de Ética del Comité permanente de los Médicos Europeos.

____________________

(1) Trouson A, Bongso A. «Fertilisation and development in humans». Curr Top Dev Biol 1996; 32:59-101.
(2)Kingsberg SA, Applegarth LD, Janata JW. «Embryo donation and policies in North America: survey results and implications for health and mental health pprofessionals». Fertil Steril 2000; 73:215-220.
(3)Dawson K.J. «The storage of human embryos. Debate: Destruction of cryopreserved embryos». Hum Repr 1997; 12:6.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.