El tenso equilibrio de los cristianos en Turquía

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Algunas de las autoridades religiosas musulmanas más importantes del país se han manifestado recientemente en contra de la discriminación de los cristianos

Cada movimiento de Recep Tayyip Erdogan se mira con lupa desde Occidente. Más después de que su tercera victoria electoral consecutiva haya respaldado su proyecto de reformar la constitución. La dirección del cambio parece evidente: islamización, aunque no radical. También más control por parte del parlamento de instituciones como la judicatura, las universidades o el ejército.

Erdogan es perfectamente consciente de quiénes son sus aliados y quiénes sus enemigos en la empresa que pretende acometer. Paradójicamente, la minoría cristiana –que no llega al 0,2% y es fundamentalmente ortodoxa– se ha convertido en uno de sus aliados. La razón que une a los islamistas y a los cristianos en torno al proyecto de Erdogan es la lucha contra el laicismo de corte ultranacionalista que ha copado históricamente la política turca.

El primer ministro ya se ha dejado querer por la minoría cristiana a través de algunos gestos elocuentes. El más importante, la disposición que ha concedido la nacionalidad turca a un grupo de obispos ortodoxos de origen extranjero. El requisito de la nacionalidad turca es imprescindible para poder ejercer la labor pastoral. Anteriormente, el filtro era aún más restrictivo: de acuerdo con una ley que data de 1923, el Patriarca ortodoxo de Constantinopla y los miembros del Sínodo –el equivalente al colegio cardenalicio católico– debían proceder de la etnia griega de Turquía, cada vez más mermada, por lo que la nueva disposición asegura una continuidad seriamente amenazada.

En las recientes elecciones ha sido elegido el primer cristiano que entra en el parlamento turco en los últimos cincuenta años

Algunas de las autoridades religiosas musulmanas más importantes del país también se han manifestado recientemente en contra de la discriminación de los cristianos. Según recoge la edición del 27 de junio de la revista Newsweek, el recién nombrado jefe del Directorio para Asuntos Religiosos de Turquía afirmó en una conferencia pronunciada recientemente: “la libertad de las minorías religiosas es nuestra libertad”.

Esta afirmación tiene más implicaciones de lo que puede parecer. La recuperación de algunas libertades por parte de los cristianos allanaría el camino a las instituciones islámicas, por ejemplo en materia de educación. Una muestra es el empeño puesto por el partido del primer ministro Erdogan, el AK, en favorecer la construcción de mezquitas por todo el país, frente a la oposición de los sectores laicistas.

Prejuicios que mezclan historia y religión

Hoy por hoy, los cristianos siguen siendo sistemáticamente discriminados en el acceso a puestos de funcionarios, y aún existen muchos prejuicios a nivel social. Pero los problemas de la Iglesia católica en Turquía se deben a los sectores laicistas más que a la islamización.

En los últimos años ha habido casos de asesinatos de miembros del clero, como el del sacerdote Andrea Santoro en 2006, a manos de un menor de dad, y el del obispo Luigi Padovese en 2010, por su chófer. Pero lo más significativo es que la Iglesia católica sigue esperanzado su reconocimiento jurídico civil, lo que conlleva múltiples dificultades.

Que esos prejuicios vayan a disminuir con la islamización de la cultura es algo poco probable. La historia de la fundación de la Turquía moderna se sigue presentando en las escuelas como la resistencia de los turcos tradicionales ante el intento de injerencia por parte de tropas cristianas de origen griego, y a la minoría armenia de fe cristiana se la considera culpable de traición por los conflictos con Turquía en 1915.

Con todo, parece que la tolerancia hacia los armenios va en aumento. Un punto clave en este proceso fue el asesinato en 2007 del editor de un diario armenio radicado en Turquía. En los días siguientes, decenas de miles de personas salieron a la calle con pancartas donde se podía leer: “Ahora todos somos armenios”. El atentado fue atribuido a sectores ultranacionalistas.

Precisamente la oposición a este sector ha dado un objetivo común a islamistas y a cristianos. Pero este equilibrio depende en gran medida de que socialmente se den los pasos para borrar los estigmas que han acompañado siempre a los cristianos en Turquía.

Primer cristiano en el Parlamento en 50 años

En las recientes elecciones parlamentarias ha sido elegido diputado Erol Dora, el primer cristiano que entra en el parlamento turco en los últimos cincuenta años. Abogado de 47 años, protestante evangélico, casado y padre de dos hijos, se presentó como independiente, aunque obtuvo el respaldo del partido pro kurdo (Partido para la Paz y la Democracia). Erol Dora se graduó en la Facultad de Derecho de Ankara, trabajó durante una decena de años en Bélgica, antes de volver a Estambul en 2000.

Dora milita activamente por la defensa de los derechos de los refugiados iraquíes en la asociación caldea Kader, y ha animado a la diáspora asirio-caldea a regresar a Turquía. Se ha comprometido a hacer llegar al Parlamento la voz de los cristianos y de otras minorías, que deben ser considerados como ciudadanos con plenos derechos y no como extranjeros.

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