El sexo inteligente

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Alternativas a una educación sexual fracasada
En el libro ¿Quién se ha llevado mi queso?, Spencer Johnson cuenta la historia de dos ratones y dos hombrecillos que vivían en un laberinto y se alimentaban de queso. Habitaban felices en una estancia repleta de queso, pero un día se acabó. Los hombrecillos siguieron buscando en el mismo sitio porque «siempre lo hemos hecho así». Los ratones, viendo que se acababa, se preocuparon de buscar en otros lugares y ya disfrutaban de queso. En el actual laberinto de la educación sexual, hay quienes se obstinan en repetir lo mismo de siempre y quienes hace tiempo que se movieron con el queso.

Hace unos años, alguien escribió un discurso sobre las ventajas del preservativo, lo archivó (condon.txt) y lo envió a toda la libreta de direcciones. En realidad son un par de líneas: «La mejor manera de evitar el contagio del SIDA y los embarazos no deseados es utilizar el preservativo», más o menos. El archivo se imprime dos o tres veces al año y se lee delante de los micrófonos. Los comentaristas asienten: «es verdad, es verdad».

La última vez ocurrió al dar los datos sobre el aborto en España. Según el Ministerio de Sanidad, en España se practicaron de 63.756 abortos en 2000: un 9% más que en 1999. El 11% de las mujeres que abortaron tenían menos de 20 años. Y en los últimos diez años, el total de abortos ha subido un 57%; entre las menores de 20 años el ascenso ha sido del 74% (ver servicio 15/02). No obstante el desaguisado, al día siguiente el preservativo estaba otra vez en los micrófonos.

Asignatura pendiente

Ahora, condon.txt tiene un par de líneas nuevas: «La educación sexual es una asignatura pendiente en España». En esto sí hay acuerdo. Lo malo es que el nombre completo es Educación Sexual Problema de Salud Pública y Asignatura Pendiente. Es decir, el Ministerio de Sanidad tiene algo que decir. Ahí están las recomendaciones: Tómalo, (o) Déjalo.

Visto lo que da de sí el Ministerio, pasemos a las escuelas. Hay una asignatura transversal en el plan educativo de la LOGSE. No hay datos fiables, pero ni se da en todos los colegios ni los profesores están dispuestos a hablar de educación sexual después de explicar Geografía; sobre todo cuando lo que le «obligan» a decir parece sacado de un manual de fontanería.

Una vez más, los padres -que hablan con sus hijos de la elección de carrera o a quién votar, pero no de sexualidad- tendrán que decidir si dejan la educación sexual de sus hijos en manos de las campañas, de los profesores de Geografía o de los compañeros del colegio. Si se arriesgan, tendrán que dar calderilla a sus hijos. Si no, les gustará saber que hay programas complementarios para lo que les enseñan en casa.

Secuelas de relaciones sexuales precoces

La Fundación Solidaridad Humana (FSH) se dedica a enseñar a los jóvenes a vivir la sexualidad de forma integrada con el amor. Desde 1992, ha impartido programas de educación afectivo-sexual en más de 100 centros de enseñanza, llegando a una población cercana a los 13.000 estudiantes de entre 12 y 18 años.

Para la FSH, el aborto, el SIDA, las enfermedades de transmisión sexual, los desengaños son el final de un camino equivocado. De ahí que surgiera la idea de organizar cursos educativos para llegar antes, no minutos antes o al día siguiente…

Según Fernando del Castillo, presidente de la FSH, «todavía no existe ningún método que nos prevenga de las consecuencias psicológicas y emocionales del ‘sexo seguro’. No se ha inventado una píldora para los efectos que producen las relaciones sexuales precoces. Un embarazo no es la única secuela de la que protegerse tras una relación sexual precoz».

Los programas que imparten constan de cuatro sesiones de dos horas -con apoyo audiovisual-, que se imparten en dos días. Dos semanas antes, los organizadores reparten a los estudiantes un cuestionario y, según las inquietudes de los jóvenes, diseñan el contenido de las sesiones. Después, se ofrece a los alumnos que lo deseen una orientación personalizada donde resolver sus dudas en privado. Al terminar, vuelven a pedir a los jóvenes que rellenen un cuestionario de evaluación, para medir la incidencia de lo que han escuchado.

El chasco de muchos jóvenes

Según la FSH, muchos jóvenes han experimentado el mismo chasco: «creías que eras importante para alguien, te has entregado, has compartido tu cuerpo y de repente, todo termina, como si nada de lo anterior hubiera sido cierto». La FSH piensa que una política de salud sexual debe ir a la raíz y no a la emergencia y al parche. Más que «sexo seguro», invita a los jóvenes a vivir un «sexo inteligente». Es decir, les enseña a decidir cuándo ha llegado el momento de practicarlo y por qué decir que no. Según Guillermo, uno de los monitores de los cursos, «el sexo tiene sentido cuando estás seguro de que la otra persona es la adecuada, es decir, dentro del matrimonio».

En las sesiones se habla también de los cambios psicológicos que se producen en la adolescencia, en ellos y ellas; del papel de la sexualidad en el desarrollo de la persona; del proceso del amor, en el que hay que poner inteligencia y voluntad; del riesgo de frustración ante los ideales estéticos o los cambios corporales; de cómo entender los mensajes contradictorios acerca de la fertilidad femenina del tipo «error o enfermedad que hay que arreglar con píldoras, etc.»; de cómo afrontar una fase en la que se puede sentir atracción por personas del mismo sexo; etc.

Padres que hablen

Según la FSH, a partir de 1º de bachillerato (16-17 años) las relaciones con los padres se vuelven más difíciles. Como a veces los padres eluden hablar con sus hijos porque son todavía niños, más tarde son los hijos los que no quieren hablar con sus padres. De ahí que los jóvenes reciban la mayor parte de la información sexual a través de los amigos o amigas, televisión, Internet, revistas, etc. Si no se atreven a preguntar en casa, buscan la información en la calle (mejor dicho, la encuentran). Estas fuentes relegan a los padres en su papel de educadores sexuales. De ahí que la FSH organice sesiones para padres, los mismos días que las reciben sus hijos, para animarles a mejorar la comunicación con sus hijos en esta materia y orientarles sobre lo que tienen que explicar en cada edad.

Sobre la base de los programas de la FSH, los padres pueden hacer que sus hijos entiendan la sexualidad como una dimensión personal que es preciso aceptar, comprender, orientar e integrar en los demás aspectos de la personalidad, y que es paso obligado para madurar. De esta manera, los jóvenes tendrán recursos propios para prevenir los problemas sexuales.

Lo que piensan los jóvenes

La FSH asegura que en los últimos años se ha producido una creciente trivilización de la sexualidad entre los adolescentes; un descenso en la valoración del matrimonio y una reducción de la edad media en la que se produce la primera relación sexual.

La estabilidad familiar es un factor influyente en la conducta sexual de los hijos, como en tantas otras cosas. Así, en las familias donde los padres están casados y viven juntos, el porcentaje de chicos de 14-18 años que han mantenido relaciones sexuales es el 9,5%, mientras que en las familias con padres separados sube al 25%.

Las diferencias entre el primero y el segundo cuestionario que realizan los adolescentes son significativas. En 2001, antes de recibir las sesiones, los adolescentes puntuaron de 1 a 10, con un 6,6 la expresión «Tendré mi primera relación sexual solo cuando mi relación de pareja sea madura, estable». Al terminar, la puntuación subió hasta el 7,6, de manera que, a diferencia de lo que piensan algunos, los jóvenes son capaces de ilusionarse con la espera y vincular la sexualidad a la madurez afectiva dentro de la pareja. Pero, claro, hay que explicarles que el «sexo seguro» no es un método, son razones y que, entonces, se convierte en «sexo inteligente».

Ignacio F. ZabalaLos peligros del «sexo seguro»Ofrecemos un resumen de dos capítulos de un libro en preparación, que se titulará Epidemiología y prevención de enfermedades infecciosas. Vacunas (Miguel Ángel Martínez González y Enrique Gómez Gracia [editores], Publidisa, Sevilla).

La principal instancia para el Control y Prevención de las enfermedades en los Estados Unidos, los llamados Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Atlanta, ya en 1989 declararon: «Las únicas estrategias de prevención totalmente efectivas son la abstinencia y la relación sexual con una pareja mutuamente fiel y no infectada. El uso adecuado del preservativo en cada acto sexual puede reducir, pero no eliminar el riesgo de ETS. Los individuos que tengan probabilidad de contagiarse o ya están infectados con el VIH, deberían ser conscientes de que el uso del preservativo no puede eliminar por completo el riesgo de contagiarse o de contagiar a otros».

Falsa impresión de seguridad

El preservativo no elimina por completo el riesgo de contagio por el VIH, incluso aunque se utilice correctamente. El preservativo se conoce desde hace tiempo como anticonceptivo y es un método poco eficaz (índice de Pearl ˜10%). Debe tenerse en cuenta que el virus del SIDA es 500 veces más pequeño que el espermatozoide. El preservativo falla además por deslizamientos, rupturas y, sobre todo, por mal uso. Las mejores evidencias disponibles acerca de la efectividad del preservativo en la prevención del SIDA se han recopilado en el metanálisis realizado por la Colaboración Cochrane.

En el metanálisis más reciente se concluye que, en términos relativos, la estimación de la efectividad del preservativo es de una reducción del riesgo del 80% si se usa en todas y cada una de las relaciones sexuales en parejas sero-discordantes respecto al VIH en comparación a cuando no se usa nunca. Se trata de lo que se conoce como fracción preventiva y corresponde al porcentaje de casos que se evitarían en los expuestos si siempre se usase el preservativo comparativamente a cuando no se usa sistemáticamente. Debe tenerse en cuenta que en muchos de los estudios incluidos en el metanálisis en el que se fundamenta este informe no se observaron diferencias estadísticamente significativas en la tasa de transmisión del VIH entre los que lo usaban siempre y los que no lo usaban nunca.

Por otro lado, lanzar a la población un mensaje que identifique el preservativo con la idea de «sexo seguro» puede resultar contraproducente, ya que -además de ser falaz- puede dar una falsa impresión de seguridad haciendo que no se reduzca el número de parejas sexuales y manteniendo un alto nivel de transmisión de la epidemia.

Resultados en España

La realidad en España es que no solo no se ha experimentado una reducción del número de parejas o un retraso del inicio en las relaciones sexuales entre los adolescentes y jóvenes, sino que es preocupante el incremento en las parejas y el adelanto en las relaciones, especialmente entre los grupos marginales y los que tienen más bajo nivel socioeconómico o educativo. Lo desafortunado es que esto ha ocurrido precisamente después de comprobar que la prevalencia de infección VIH en España está entre las más altas del mundo desarrollado. Desde las autoridades sanitarias no se han oído casi nunca voces que basen la prevención en la abstinencia, retraso de relaciones en adolescentes y fomento de la monogamia, sino lamentablemente solo o fundamentalmente se insiste en usar preservativos, a veces con una complicidad tácita hacia la promiscuidad, dándose por vencidos de antemano.

Una visión completa de la sexualidad implica tener en cuenta que solo puede considerarse propiamente humana aquella sexualidad en la que los aspectos más personales -afectivos e intelectuales- estén suficientemente integrados y sometidos a la recta razón. La sexualidad no es mera genitalidad, ni mero instinto.

Enfermedades de transmisión sexual

La creciente importancia de las ETS virales en el mundo desarrollado, la mayor parte de las cuales son incurables y algunas de ellas están asociadas a procesos potencialmente mortales (SIDA, tumores), subraya el papel central de la prevención primaria. Mientras que la detección y el tratamiento precoces pueden controlar la extensión de ETS bacterianas, el control de las ETS virales depende casi enteramente de evitar el contacto sexual con personas infectadas.

La expansión de estas epidemias (ETS, VIH) puede estar reflejando el fracaso al que han conducido estrategias de prevención y control basadas fundamentalmente en el concepto de «sexo seguro», equiparando falsamente la seguridad con el uso del preservativo y eliminando en sus mensajes cualquier referencia a una educación completa que fomente una conducta sexual adecuada a lo que es específico de la persona humana (sexualidad como donación incondicionada y perpetua de carácter personal, dominio racional de las pasiones, visión completa, armónica y digna de la sexualidad, sin trivializarla).

Sin embargo, no existe tanta evidencia de la eficacia del preservativo en la reducción de la transmisión de otras ETS. Un reciente estudio comprobó que el uso de preservativo se asociaba a una reducción, pero no eliminación del riesgo de transmisión de infección por herpes virus. Los preservativos protegen menos frente a otras infecciones que se transmiten más por contagio externo genital, como son el virus del papiloma humano, el de la hepatitis B y otros.

La principal fuente de ineficacia de los preservativos es su uso incorrecto. Se teme, no obstante, que una excesiva confianza en el preservativo, como garante del «sexo seguro», lleve a confiarse y a iniciar relaciones casuales y aumentar el número de parejas.

Esfuerzos contraproducentes

Aunque el médico debe poseer los conocimientos científicos para valorar adecuadamente la efectividad real del preservativo, las estrategias generales dirigidas a toda la población basadas en este método de barrera pueden acabar haciendo más daño que bien, porque es fácil que transmitan indirectamente un peligroso mensaje de aprobación social a la promiscuidad. De hecho, después de dos décadas usando este enfoque, las ETS han seguido creciendo.

Resulta instructivo comprobar cómo las instancias que antes solo recomendaban el preservativo como «sexo seguro», ahora también insisten en retrasar el inicio de las relaciones sexuales y reducir el número de parejas. Especialmente contraproducentes han resultado ciertos esfuerzos por lograr que exista disponibilidad de preservativos en las escuelas secundarias. Esto ha sido muy desacertado, ya que está comprobado que una mayor precocidad al tener la primera relación sexual está fuertemente asociada con el número de parejas sexuales que se van a tener a lo largo de la vida y la tasa de cambio de pareja.

Si los adolescentes observan que son las propias autoridades sanitarias las que promueven el reparto de preservativos, fácilmente interpretarán que se da la aprobación tácita al comportamiento promiscuo. Aunque no existan fuertes evidencias que apoyen que la disponibilidad de preservativos incremente la precocidad de las relaciones, realmente se trata de una hipótesis difícil de evaluar y tampoco existen evidencias en sentido contrario, siendo más decisivo el retraso del inicio de las relaciones tanto desde el punto de vista de la salud física (riesgo de ETS) como desde el punto de vista de la armonía y estabilidad psicológica y familiar de los adolescentes.

Existen diversas iniciativas que han basado la lucha contra las ETS en una educación más completa e integral que fomenta la responsabilidad y el retraso del inicio de relaciones sexuales entre adolescentes y jóvenes.

El papel de los padres es insustituible. Son los mejores y primeros educadores en todos los temas, y especialmente en este. Su efectividad es muy superior a la de los servicios sanitarios y tienen el derecho irrenunciable a la educación de sus hijos. Sería un error impedir la actuación de los padres o actuar completamente al margen de ellos, facilitando ocultamente anticonceptivos a los adolescentes desde los servicios sanitarios con la excusa de la «confidencialidad». Junto a la labor que llevan a cabo los padres, también resulta clave colaborar y apoyarse en aquellos colectivos que buscan, a través de la influencia social, lograr un ambiente favorable para las conductas más adecuadas.

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