El obispo, maestro, pastor o «manager»

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El obispo, ¿maestro, pastor o «manager»?
El Sínodo perfila la figura del obispo para nuestro tiempo

Roma. La figura y función de los obispos es el tema central de la X Asamblea General ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebra en el Vaticano desde el 30 de septiembre hasta el 27 de octubre. De esta reunión, como de las anteriores, el Papa espera obtener ideas y sugerencias que puedan ser una guía eficaz para facilitar el ejercicio del episcopado en las circunstancias actuales.

Entre los aspectos de la misión episcopal que más suelen atraer la atención de los medios informativos figuran los que tienen que ver de algún modo con el ejercicio del poder: relaciones de las diócesis con la Curia Romana, colegialidad, modos de representación, etc. Aunque algunos de estos temas se han planteado en los debates (especialmente lo relacionado con el funcionamiento del propio Sínodo), no han sido los aspectos organizativos sino los pastorales los que se han llevado la palma en los primeros días de trabajos.

El tono pastoral lo había marcado el propio Juan Pablo II durante la homilía de la ceremonia de apertura, en la cual dijo -como idea central- que los obispos, para ser creíbles ante el mundo, deben estar personalmente desprendidos de los bienes terrenos y mostrar su solicitud hacia los más débiles. El llamamiento del Papa, que tomaba pie en el evangelio de la Misa del día, encontró eco en las intervenciones de los días sucesivos.

La clásica enumeración de la misión del obispo como maestro de fe, como pastor de sus fieles y como instrumento de santificación, fue el hilo conductor de la introducción que el cardenal arzobispo de Nueva York, Edward Michael Egan, hizo del trabajo general de la asamblea. En su calidad de Relator General, corresponde a Egan no solo la introducción sino también coordinar el trabajo de síntesis de las interveciones personales y de las propuestas de grupo: un proceso que culmina con la presentación al Papa de un elenco de sugerencias concretas. El Papa utiliza esas propositiones para la redacción de un documento final, una exhortación apostólica.

Para desmarcar claramente lo que es la misión del obispo de otras formas de gobierno humano, el cardenal Egan subrayó que «el munus regendi de un obispo es único entre todas las expresiones de liderazgo en el mundo. Para estar a la altura de las circunstancias, el obispo necesita, sobre todo, vivir en santidad de vida. Tiene que valerse de muchos medios poderosos de santificación que la Iglesia ofrece a todos sus hijos, entre ellos, la Misa, el Sacramento de la Penitencia, la meditación de las Sagradas Escrituras y los textos de los Santos Padres, los Doctores y los grandes teólogos de la Iglesia».

El hecho, meramente casual, de que el Relator General sea el arzobispo de Nueva York ha propiciado que el recuerdo de los atentados terroristas en Estados Unidos siguiera en primer plano. La figura del propio Egan ha sido elogiada por la solicitud con que acudió al lugar de los hechos, hasta el punto de que presenció, con riesgo personal, el derrumbamiento de las Torres Gemelas. El cardenal estará en Nueva York el 11 de octubre para presidir en la catedral de San Patricio un funeral por la víctimas. Juan Pablo II anunció que también los participantes en el Sínodo se unirán a esa oración.

Con esta reunión, en la que intervienen 247 obispos de todo el mundo, se completa la revisión que el Sínodo está llevando a cabo en torno a los diversos integrantes del pueblo de Dios: laicos, sacerdotes y religiosos. De cada una de esas asambleas el Papa elaboró sendas exhortaciones apostólicas: Christifideles laici (1988), Pastores dabo vobis (1993) y Vita consecrata (1995). Entre los temas que se podrían tratar en la próxima asamblea ordinaria figura el Primado de Pedro.

Diego Contreras

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