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El “número dos” del Patriarcado de Moscú quiere reforzar la colaboración con los católicos

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El metropolita Hilarión de Volokolamsk, segunda autoridad del Patriarcado ortodoxo ruso, clarifica en una entrevista de Bryan Bradley para la revista Palabra (marzo 2010) su propuesta de establecer una cooperación entre ortodoxos y católicos para promover los valores cristianos en Europa.

Tras el empeño de Benedicto XVI por reanudar en 2006 el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa a través de una Comisión Mixta Internacional, al metropolita Hilarión se le ocurrió avanzar también en otros frentes.

La idea era sencilla, pero muy novedosa: puesto que ya hay un foro donde católicos y ortodoxos buscan acercar posiciones en cuestiones de fe, ¿por qué no establecer una alianza para dar testimonio juntos de los valores cristianos?

Ante la creciente secularización de Europa, esta alianza moral podía actuar como un revulsivo para reevangelizar la sociedad. “No está agotado, ni mucho menos, el potencial cristiano para resolver los muchos problemas que atormentan a la civilización actual”, explica Hilarión.

“Hay que tener en cuenta que, en un futuro muy próximo, Europa podría perder completamente la identidad cristiana que ha tenido durante siglos. Es esencial contrarrestar activamente esa tendencia autodestructiva”.

Hilarión cita como ejemplo la polémica sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, en la que ordenó retirar el crucifijo de una escuela pública italiana (cfr. Aceprensa, 9-11-2009). “Las autoridades de la Iglesia ortodoxa rusa no han dudado en expresar su desacuerdo categórico con tal decisión, y han apoyado la posición de la Sede Romana”.

Para que la alianza no se limite a colaboraciones puntuales, Hilarión propone establecer una estructura permanente. Del mismo modo que existe una Conferencia de las Iglesias Europeas o un Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa, se podría crear un órgano de coordinación similar.

“En él, los representantes de ambas Iglesias podrían desarrollar posiciones comunes acerca de las principales cuestiones de actualidad, y prever pasos concretos para defenderlos a nivel internacional”.

Además de servir a la unidad entre católicos y ortodoxos, esta actuación conjunta serviría para respaldar una serie de valores compartidos ante instituciones como la Comisión Europea, el Parlamento Europeo o el Consejo de Europa.

Aliados, no rivales

Pese a la buena voluntad que inspira esta iniciativa, Hilarión no oculta que todavía subsisten desacuerdos doctrinales entre las dos Iglesias. La más importante -aunque no la única- es la cuestión del Primado del obispo de Roma en la Iglesia universal.

También siguen vivas algunas desconfianzas históricas, como las que se dan en Ucrania occidental. Otro problema es que los ortodoxos tienden a ver la implantación católica en Rusia como un caso de “proselitismo” en un territorio que consideran exclusivo de la ortodoxia.

Buena muestra de ello es lo que dice Hilarión a Palabra: “Me parece que actualmente los católicos de Rusia comprenden mejor que la práctica del proselitismo es inadmisible”.

Con todo, hay en general cordialidad entre ortodoxos y católicos, tanto en la jerarquía como en el pueblo: “Crece la convicción de que no debe haber un espíritu de competencia o rivalidad en la relaciones ortodoxo-católicas, ya que nuestras Iglesias tienen que responder juntas a los desafíos de nuestro tiempo”.

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