El FNUP afirma que una de cada tres mujeres «ha sufrido» abusos

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El 12 de octubre, el Fondo de Población de la ONU (FNUP) presentó su informe anual sobre el «Estado de la Población Mundial» en 2004, centrado esta vez en la desigualdad entre hombres y mujeres. Algunos diarios resaltaron en sus portadas que la ONU denunciaba en este informe que una de cada tres mujeres ha sufrido maltrato o violación. Ante afirmaciones tan genéricas, surgen las preguntas: ¿Cómo lo sabrán? ¿Qué tipo de maltratro? ¿El FNUP representa a la ONU?

En la página 5 de dicho informe -capítulo introductorio en un documento de 128 páginas- se afirma en efecto que «en el mundo, una de cada tres mujeres ha sido golpeada, obligada a mantener relaciones sexuales no deseadas, o ha sufrido abusos, frecuentemente por parte de un miembro de su familia o un conocido». Esta afirmación está tomada de una publicación de L. Heise, M. Ellsberg y M. Gottemoeller, titulada «Poner fin a la violencia contra las mujeres» y aparecida en 1999 en los cuadernos «Population Reports» (serie L, número 11, Baltimore, Maryland) del Programa de Información sobre Población de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins.

En la nota de prensa difundida por el FNUP tras la presentación del Informe, la afirmación se blindaba frente a posibles comprobaciones, al decir que una de cada tres mujeres «sufrirá abusos a lo largo de su vida». Una predicción. Pero en el Informe, como en la citada publicación, aparecía como un hecho consumado.

El artículo de Heise, Ellsberg y Gottemoeller (que puede consultarse en Internet: http://www.infoforhealth.org/pr/l11edsum.shtml) no pretendía, sin embargo, poner el grito en el cielo respecto al número de mujeres que sufren abusos: la frase «una de cada tres» se parecía más a un reclamo publicitario que a una afirmación científica, pues como tal es imprecisa. Aún más impreciso es el dato que esa frase trata de resumir, y que aparece en el segundo capítulo de la publicación: según los datos de casi una cincuentena de estudios, oscila entre el 10% y el 50% la proporción de mujeres que ha sufrido abusos. Aunque no se concreta cuáles son estos estudios, la bibliografía del artículo de Heise, Ellsberg y Gottemoeller cita 503 estudios.

Ningún estadístico consideraría relevantes unos datos cuya oscilación va del 10% al 50%. Aparte de las diferencias de culturas y la dificultad, por tanto, de afirmar algo concreto para «todo el mundo» -como hacen Heise, Ellsberg y Gottemoeller, y con ellos el FNUP-, no está claro que sea muy útil para precisar datos la definición que adoptó la Asamblea General de la ONU el 20 de diciembre de 1993: «por «violencia contra la mujer» se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada».

El principal hallazgo del trabajo publicado en 1999 por Heise, Ellsberg y Gottemoeller pretendía ser que la mayoría de los abusos contra las mujeres tienen lugar en círculos familiares. Que ocupe los titulares del informe del FNUP y de los diarios seis años después, puede ser útil para combatir tales abusos. Pero que tan abuso sea la violencia física como un maltrato psicológico cuando una mujer siente que su trabajo se minusvalora, es difícil que ayude a tomarse en serio el problema.

Santiago Mata

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