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El fin de las ilusiones en Bruselas

Fuente: Le Monde
publicado
DURACIÓN LECTURA: 2min.

La Unión Europea ha atravesado antes otras crisis, pero la actual revela un cansancio en el proyecto europeo, según detecta un artículo de Le Monde sobre el clima político en Bruselas.

“Crisis griega, crisis de los refugiados, ascenso de los populismos, enorme brecha política y cultural entre el Oeste y el Este, el Norte y el Sur, riesgo de ‘Brexit’…”. Casi todos reconocen hoy que el momento es grave, escribe la corresponsal en Bruselas Cécile Ducourtieux.

Lo que les inquieta es la impopularidad de la Unión. Digan lo que digan, las opiniones públicas no les siguen. “Nadie parece querer comprar la Europa liberal, democrática, abierta”.

Tras las crisis financieras de la Europa del Sur, la crisis de los refugiados socava las últimas certezas. En el Este, los gobiernos húngaro, polaco, eslovaco o checo rechazan acoger refugiados. “En el Oeste, desestabilizados por partidos populistas cada vez más vehementes, los gobiernos comienzan a filtrar el paso en sus fronteras. Tanto peor para el tratado de libre circulación de Schengen. “Nunca he visto tanta falta de solidaridad entre los países europeos. Se tiene la impresión de que solo quedan los egoísmos nacionales”, testimonian algunos diplomáticos.

El riesgo de la salida del Reino Unido de la UE en caso de victoria del “no” en el referéndum prometido por Cameron, sería “un cataclismo”, “el comienzo del desmantelamiento”, “sería terrible”, estiman varios diplomáticos y responsables europeos.

Lo más deprimente es que nadie tiene el GPS para salir de la crisis. “No hay una crisis, sino crisis simultáneas, todas graves”.

Como consecuencia directa de esta situación, las instituciones europeas no funcionan bien. “La Comisión multiplica sus iniciativas en la crisis migratoria (mecanismo de relocalización de refugiados, refuerzo de la policía de fronteras, acuerdo con Turquía), sin que las cosas cambien sobre el terreno. Guardiana de los tratados, trata de salvar todo lo que puede del espacio Schengen”.

“El Consejo Europeo –y su presidente, el polaco Donald Tusk– son criticados por haber multiplicado las cumbres –doce en 2015– sin haber conseguido gran cosa”.

“Pero es en el Parlamento Europeo donde la moral está más baja. Es víctima de la ‘better regulation’, la estrategia de la Comisión Juncker para poner coto a la proliferación de directivas”. No tiene prácticamente nuevos textos que desarrollar”.

“¿Los sueños federalistas? Evaporados. Todo el mundo se da cuenta que con 28 estados es imposible. Con seis, ocho o diez, podría ser, pero con 28 no”. “Se está pagando una ampliación al Este mal pensada, una eurozona a la que falta el apoyo político, un espacio Schengen del que se ha descuidado la frontera exterior”.

Algunos se consuelan diciendo que la maquinaria institucional ha adquirido una existencia propia, después de cincuenta años de producción de normas de todo tipo. Y podría seguir su marcha sin impulso político.

“La Unión tal como es no puede ya progresar, hay que salvar lo que se pueda”, dice Gérard Deprez, expresando un sentimiento muy generalizado. El Brexit podría ser la ocasión para una recuperación, siempre que Berlín y París muestren de nuevo el camino”.

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