El embrión: algo más que una bola de células

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Análisis

En la polémica acerca de si debe permitirse el empleo de embriones para obtener de ellos células madre, los que están a favor suelen hablar del embrión humano, antes del día catorce de su desarrollo, como de una bola informe de células. Afirman que solo tras la implantación en el útero de la madre, el embrión empieza su desarrollo morfológico y adquiere una cierta entidad propia. Con esta tesis no casan bien algunos estudios recientes, que muestran al embrión, desde la fusión de las células sexuales, como un sistema dotado de unidad y autonomía, capaz de desarrollarse a sí mismo.

Así, se ha descubierto que el punto por el que el espermatozoide penetra en el óvulo determina el patrón de desarrollo del embrión. El hallazgo fue realizado por Magdalena Zernicka-Goetz y Karolina Piotrowska, investigadoras de la Universidad de Cambridge, y publicado el año pasado en la revista Nature (25-I-2001). Desde el primer momento de su existencia, el embrión empieza a organizarse por sí mismo. En la primera división celular se genera un plano que incluye el punto de entrada del espermatozoide. En la segunda división, la célula que «hereda» ese punto de entrada se divide antes que su célula «hermana». El plano generado en la primera división y el orden en la segunda división celular determinan adónde van a parar las células descendientes y qué funciones van a realizar.

En concreto, el punto de penetración del espermatozoide marca un ecuador que separa las células que dan lugar al feto y las que dan lugar a la placenta, como confirmaron meses después las mismas investigadoras de la Universidad de Cambridge. Tomaron un embrión de ratón de dos células y tiñeron una de rojo y otra de azul. Observaron el proceso de división de estas células hasta la fase de blastocisto y comprobaron que una de ellas producía aquellas células que dan lugar al cuerpo del embrión, mientras que la otra daba lugar a las células que alimentan el embrión y generan la placenta. Algunos científicos llegan a afirmar que el punto de penetración del espermatozoide genera el eje que delimita las partes delantera y trasera, y la superior e inferior del mamífero al término de su desarrollo.

Estos hallazgos, realizados en estudios con ratones, confirman que el desarrollo embriológico de los mamíferos se decide en la primera célula. No parece, pues, que el embrión, en sus primeros estadios, constituya una masa celular uniforme.

Resulta paradójico que en esos primeros momentos del desarrollo embrionario, hasta llegar a la fase de blastocisto (cuando el embrión tiene entre 32 y 64 células), todas las células sean totipotentes y, al mismo tiempo, tengan ya determinado el lugar y función que van a cumplir en el futuro. Por tanto, en los momentos iniciales del desarrollo embrionario las células siguen unas determinadas directrices, pero si el embrión es dañado, gracias a la totipotencia que mantienen sus células, puede iniciar de nuevo su desarrollo desde el principio.

No se sabe cómo el punto de penetración del espermatozoide en el óvulo influye tan decisivamente en el desarrollo embrionario. Puede ser que incida en la estructura molecular de la célula. En todo caso, este descubrimiento muestra que no todo está escrito en los genes, sino que estos adquieren su plena significación en el contexto de una determinada célula viva.

Los conocimientos acerca del embrión en sus primeros semanas de vida también van a permitir averiguar el sexo del mismo en los primeros momentos de su desarrollo. Así, investigadores de la Unidad de Diagnóstico Prenatal del Centro Médico de Tel Aviv han comprobado que los niveles de una determinada hormona, la gonadotrofina coriónica humana (GCH), en la sangre de las gestantes son superiores si el embrión es de sexo femenino. Según el responsable de esa unidad, el Dr. Yuval Yaron, las diferencias de nivel de GCH pueden estar causadas por el modo en que la placenta reacciona a las gestaciones femeninas. Hasta el momento, el conocimiento acerca del sexo del feto se venía a obtener a partir del cuarto mes de la gestación.

Si desde el mismo principio el embrión se desarrolla como un verdadero organismo e interactúa con el de la madre, parece justificado considerarlo «protagonista de su existencia biológica», como lo ha llamado un grupo de médicos italianos en una reciente declaración (ver servicio 22/02).

Vicente Bellver Capella

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