El ejército israelí, cantera de periodistas

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En Israel, los hombres prestan tres años de servicio militar obligatorio y las mujeres casi dos. Por ello, para muchos periodistas israelíes, Galei Tzahal, la Radio del Ejército, se ha convertido en ese tiempo en el primer contacto práctico con una redacción. La cadena es una de las principales canteras de periodistas del país.

Antiguos periodistas de Galei Tzahal fundaron la primera cadena de televisión privada de Israel, Arutz Shtaim (Canal 2), y posteriormente también la emisora de noticias Arutz Eser (Canal 10).

Galei Tzahal comenzó a emitir en septiembre de 1950. David Ben Gurion planeó una emisora que ayudara a integrar a los nuevos inmigrantes, para que, mientras hacían el servicio militar, les acercara en idioma hebreo al país y su cultura. Sin embargo, aquella emisora, concebida como herramienta pedagógica, se convirtió en pocos años en la principal competencia de la radio pública, tradicionalmente próxima al Gobierno.

En Galei Tzahal trabajan en su mayoría reclutas, por naturaleza poco experimentados, pero muy motivados. Estos aprenden la profesión de manos de periodistas con más experiencia que prestan su servicio como reservistas. La cadena dispone de un presupuesto mucho más reducido que sus principales competidoras. De todas maneras, al depender del Ejército y no directamente del Gobierno, la emisora se ganó desde el principio la fama de ser una voz independiente dentro del país.

Durante décadas en las que el control político sobre los medios era más fuerte, la Radio del Ejército daba cabida a las opiniones de la oposición. Al mismo tiempo, antes de la firma de los Acuerdos de Oslo de 1993, cuando los israelíes tenían prohibido por ley mantener contactos con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yaser Arafat, Galei Tzahal se movía en los márgenes de la legalidad al entrevistar a líderes de la organización. Eldad Beck, periodista del Yediot Ahronot y ex redactor de la emisora, narra en el semanario judío alemán Jüdische Allgemeine (número 19/08) que por aquel entonces se podían ver pintadas que decían: “¿Para qué necesitan los palestinos una emisora propia? Ya tienen Galei Tzahal”.

Con todo, Galei Tzahal es una emisora propia del Ejército, pero en la que los militares se han acostumbrado a escuchar críticas sobre su propia actuación. Las críticas al Ejército llegan con frecuencia cuando los periodistas de la cadena entrevistan a lideres del Gobierno, la oposición o la Autoridad Palestina.

La censura militar, cada vez más laxa

Pese al poder y la libertad de la que disponen los medios de comunicación en Israel, en medio del sangriento conflicto con los palestinos y países árabes se mantiene todavía la censura militar, aunque ésta es cada vez más laxa. Dicha censura afecta sólo a asuntos relativos a la seguridad del país, no a temas de debate político o de otros ámbitos de la actualidad. En el pasado, en tiempos en los que no existía el correo electrónico y los periodistas enviaban sus artículos por telefax a través de las oficinas de Correos, los funcionarios postales no aceptaban ningún texto periodístico que no llevara el sello de haber pasado la censura.

Hoy por hoy, la práctica de autorizar los artículos para publicación ha pasado ampliamente a la historia. Tan sólo los periódicos palestinos de Jerusalén deben someter todavía a autorización sus textos. De todas maneras, si un periodista israelí o corresponsal enviado infringe las normas preestablecidas y escribe sobre un tema sometido a censura, los censores del Ejército disponen de poder legal para retirarle a posteriori el carnet de prensa o incluso expulsarlo del país, si es un extranjero. Para recibir el carnet de prensa, cualquier periodista que trabaja en Israel recibe un documento con las normas de la censura militar, que debe entregar firmado.

Sin embargo, son pocos los temas considerados tabú y por los que la censura podría tomar represalias serias. La censura reacciona, por ejemplo, alérgicamente cuando, mientras se lleva a cabo una acción militar, los periodistas publican el número de soldados caídos o, mucho peor, incluyendo el lugar en el que han sido alcanzados por la munición enemiga. Los portavoces militares suelen confirmar dichos datos, pero piden que no se difundan hasta que se levante el embargo. Con ello, pretenden dar tiempo para que se informe a las familias de los soldados, y evitan dar informaciones operativas a la parte enemiga. Asimismo, otro tema que está rotundamente prohibido es informar sobre los lugares exactos en los que impactan los cohetes lanzados por la organización islamista Hamas desde la Franja de Gaza o por la milicia libanesa Hezbolá.

El tema más delicado es el del programa nuclear, cuya existencia ni confirma ni desmiente Israel. Al respecto se conocen muy pocas informaciones, tan sólo las reveladas en los años 80 por el técnico israelí Mordejai Vanunu a la prensa británica. Vanunu, quien trabajaba para la central atómica de Dimona, en el desierto del Negev, pasó 18 años en la cárcel, tras ser secuestrado por el servicio secreto Mosad en Italia en 1986 y llevado a Israel. Sin embargo, todavía hoy, la censura acepta que se citen esas informaciones si se hace referencia a “medios británicos” o “fuentes extranjeras”.

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