El DVD gana terreno a la videocasete

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Con solo cinco años en el mercado, el DVD se ha convertido en uno de los productos estrella de la industria cinematográfica. En Estados Unidos, las ventas de discos han alcanzado 2.200 millones de dólares en lo que va de año, y más del 20% de los hogares cuentan ya con un lector de DVD. Es un ascenso espectacular: en sus primeros cinco años de vida, el vídeo VHS se introdujo en el 1% de los hogares norteamericanos; el CD de música, en el 8%, y el ordenador personal, en el 11%.

El DVD se extiende a gran velocidad también en Europa, donde el año pasado se vendieron 4,9 millones de aparatos lectores. Por su parte, los españoles compraron 3 millones de discos en el mismo año, un 270% más que en 1999. En España las ventas de cintas VHS cayeron un 13,7% en 2000, pero gracias al DVD, el mercado total del vídeo creció un 8,1%, según un estudio de Master Cadena.

Para las productoras, que se embolsan entre 10 y 13 dólares por cada disco vendido, el DVD se ha hecho imprescindible. En 2000, la facturación de Hollywood subió 3.300 millones de dólares, hasta cerca de 30.000 millones; el 60% del aumento se debe al DVD, mientras que tanto los ingresos de taquilla como la venta o alquiler de videocasetes experimentaron un descenso. De ahí que Michael Eisner, director general de Disney, afirme que «resulta difícil ser rentable en los cines de todo el mundo, pero los DVD son muy rentables» (Newsweek, 20-VIII-2001). En efecto, el mercado del DVD supone ya cerca de la mitad de las ventas de entradas a los cines. Y aunque en el mercado de alquiler sigue dominando el VHS, el DVD ha pasado del 0,9% en 1999 al 15,9% este año.

El éxito de este formato se debe a varios motivos. Ha influido mucho el apoyo inicial por parte de algunas productoras de Hollywood: gracias a ello, el catálogo de títulos disponibles es muy amplio, y viene duplicándose todos los años. Además, el precio de venta de los aparatos se ha dividido por cinco en poco más de cuatro años. Finalmente, el público aprecia la superior calidad del DVD y a sus prestaciones adicionales (un mismo disco puede incluir versiones en varios idiomas, un formato para televisión y otro panorámico, documentación complementaria, archivos musicales de la banda sonora, etc.).

Parece, pues, que el DVD eliminará las cintas de vídeo, como hizo el CD con los discos de vinilo. Pero todavía el año pasado se vendieron en el mundo 60 millones de aparatos de vídeo, frente a 20 millones de lectores de DVD. Para que el DVD desplace al magnetoscopio, del que hay unos mil millones de unidades en el mundo, falta algo fundamental: que sea grabable. Y los aparatos grabadores aún son muy caros (2.000 euros o más).

Otro problema es que existen tres sistemas de DVD grabable. El mejor es el DVD-RAM -elegido por Panasonic, Toshiba e Hitachi-, que permite hacer sofisticados montajes directamente en el disco; pero exige un lector especial. Pioneer acaba de lanzar el DVD-RW, que solo se puede leer en los aparatos más recientes. Por último, Philips, Sony y Thomson han optado por el DVD+RW, que vale tanto para los reproductores comunes como para los ordenadores. Probablemente la diversidad de sistemas frenará la extensión del DVD grabable, hasta que uno de ellos acabe imponiéndose.

Libros electrónicos

Muy distinta es la situación de los libros electrónicos (pantallas portátiles en que se pueden leer obras compradas, por ejemplo, en Internet), que no acaban de arrancar. En este campo, los bestsellers son solo un puñado de títulos que pasan de mil copias; de los demás se venden muchas menos. Por otro lado, existen varios sistemas incompatibles, que impiden leer obras digitalizadas en formatos para máquinas de otros fabricantes.

Al parecer, el público sigue prefiriendo leer libros en papel o, para leer en pantalla, no ven ventajas al libro electrónico frente a un ordenador común o una agenda electrónica. Patricia Schroeder, presidenta de la Asociación de Editores Americanos, reconoce francamente: «Por ahora, todo el mundo da al botón de pausa del libro electrónico» (New York Times, 28-VIII-2001).

De todas formas, en Estados Unidos las versiones digitales de libros ganan aceptación, si bien no siempre son para leer en libros electrónicos, sino en ordenador. Hard Shell tiene una oferta de 300 títulos y vende unas 6.000 copias al mes. Por su parte, la biblioteca de la Universidad de Virginia, que ofrece descargas electrónicas de 1.600 obras clásicas, ha distribuido tres millones de copias durante el pasado año académico: un éxito relativo, puesto que las sirve gratis.

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