El cardenal Stepinac y los judíos

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La reciente beatificación del cardenal Alojzije Stepinac ha resucitado algunas antiguas falsedades sobre su connivencia con el régimen fascista croata durante la II Guerra Mundial (cfr. artículo relacionado). El filósofo francés Alain Finkielkraut comenta estas críticas en Le Monde (7-X-98).

«¡Qué dulce es ser judío en este final del siglo XX! Ya no somos los acusados de la Historia, sino los favoritos. El espíritu del mundo nos ama, nos honra, nos defiende, se hace cargo de nuestros intereses; necesita incluso nuestro imprimatur. Los periodistas dirigen alegatos sin piedad contra todo lo que en Europa queda de colaboracionistas o nostálgicos del período nazi. Las Iglesias se arrepienten, los Estados hacen penitencia. (…) Me gustaría que estos nuevos amigos, tan efusivos, fueran también amigos escrupulosos de la verdad».

En defensa de la verdad, Finkielkraut afirma que las acusaciones contra el cardenal Stepinac de haber colaborado con el régimen ustachi fascista son falsas. Para saberlo, basta tener en cuenta lo que dicen historiadores anglosajones y los propios judíos de Croacia. «Tales informaciones permiten saber que, desde abril de 1941, el arzobispo de Zagreb protestó contra la legislación antiserbia y antijudía promulgada por el régimen; que organizó la huida de niños judíos hacia Hungría y Palestina; que ocultó a muchos otros; y que sus homilías eran lo bastante audaces para ser recogidas y difundidas por la radio de Londres.

«Esto es lo que predicaba en el púlpito en la fiesta de Cristo Rey, el 24 de octubre de 1942: ‘Todos los hombres de todas las razas son hijos de Dios; todos sin distinción, ya sean gitanos, negros, europeos civilizados, judíos u orgullosos arios, tienen el mismo derecho a decir: Padre Nuestro que estás en los cielos. Por esta razón, la Iglesia ha condenado siempre, y sigue haciéndolo, toda injusticia y toda violencia cometidas en nombre de las teorías de clase, de raza o de nacionalidad. No se puede exterminar a los gitanos o a los judíos por considerarlos de una raza inferior'».

Finkielkraut se pregunta por qué los actuales y numerosos abogados de la causa judía no se han informado preguntando a los judíos de Croacia que pretenden defender. «Porque lo que les interesa no son los judíos, sobre todo cuando habitan en un rincón perdido de Europa. Lo que les interesa es dar una bella imagen en el espejo del antifascismo». En efecto, «no es uno de los menores crímenes del comunismo haber manipulado el infierno y transformado el antifascismo en instrumento de opresión. El fascismo es el mal; ahora bien, todos nuestros enemigos son malos; por lo tanto, todos nuestros enemigos son fascistas».

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