El camino asiático hacia la riqueza

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El modelo de desarrollo aplicado con tanto éxito en Asia del Este sigue siendo válido para los países pobres que buscan el despegue económico. Así lo asegura el informe anual que acaba de publicar la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), que pone como condición para el éxito que los países ricos no cierren sus fronteras a las exportaciones del Tercer Mundo.

En tres décadas de crecimiento rápido y sostenido -entre un 5,5% y un 7% anual, según los países- las economías de los «tigres» asiáticos han pasado del subdesarrollo a la prosperidad. Aunque no todos expliquen del mismo modo su crecimiento, se advierten algunos factores comunes en el éxito: cooperación estrecha entre el Estado y los grupos industriales, rigor en las finanzas públicas, altos niveles de ahorro e inversión, economías orientadas a la exportación y proteccionismo del mercado doméstico, atención a la educación básica, disciplina y capacidad de trabajo… ¿Es posible que los países en desarrollo apliquen hoy las recetas que tan buenos resultados han dado en Corea del Sur, Taiwan o Singapur?

Frente a los que piensan que en el actual mercado global y sin control de capitales ya no sirven las mismas políticas que aplicaron los países asiáticos, la UNCTAD cree que sí. El informe mantiene que la exportación de productos manufacturados sigue estando en el centro de una estrategia de despegue económico. Es verdad que el menor crecimiento de los países de la OCDE limitará sus importaciones de los países pobres; pero los nuevos países industrializados de Asia serán a su vez nuevos mercados para los países en desarrollo.

Otros expresan el temor que no todos los países en desarrollo puedan aumentar mucho sus exportaciones, so pena de que los precios caigan. La UNCTAD admite que esto puede ser un problema en algunas industrias. Pero no ocurre así en el caso del textil, que sigue siendo una industria clave en la exportación de los países en desarrollo. Si los países ricos desmantelan progresivamente las barreras aduaneras, conforme a los compromisos adquiridos en la Ronda Uruguay, se abrirán grandes perspectivas para los países del Sur, que ya controlan un tercio del mercado de la ropa en Europa, Norteamérica y Japón.

Pero los países pobres no se van a hacer ricos vendiendo sólo camisetas, dice la UNCTAD. Si los primeros peldaños del desarrollo se basan en la exportación de materias primas, textiles y electrodomésticos básicos, después hay que pasar a manufacturas más complejas, como ya lo están haciendo los «tigres» asiáticos. Para que los países en desarrollo arranquen, es preciso, por lo tanto que los nuevos países industrializados diversifiquen sus exportaciones (elevando la gama para dejar sitio a los otros) y que los países ricos no cierren sus fronteras a los productos del Tercer Mundo.

En cualquier caso, los países más pobres necesitan capitales para colocarse en la pista del despegue económico. Y como no se trata de mercados muy atractivos, es difícil que atraigan a los capitalistas occidentales. A fin de sortear este obstáculo, el Banco Mundial acaba de anunciar un plan para atraer inversiones privadas hacia 16 países o regiones especialmente pobres o lastradas por su pasado comunista. La lista incluye Albania, Bosnia-Herzegovina, Camboya, Kazajstán, Uzbekistán, Mongolia, El Salvador y los territorios administrados por los palestinos. El Banco Mundial enviará a estas áreas expertos en inversiones con el objetivo de generar oportunidades de negocios para inversores locales y extranjeros.

En la financiación de los países en desarrollo, el Banco Mundial trata de compensar el estancamiento de la ayuda de los países ricos con el estímulo a la inversión privada. Mientras que la ayuda pública se mantiene entre 55.000 y 65.000 millones de dólares en los últimos años, las inversiones privadas casi se han multiplicado por cuatro, pasando de 44.000 millones en 1990 a 167.000 millones el año pasado. Pero las tres cuartas partes de estos capitales se invirtieron sólo en 12 países en desarrollo.

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