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EE.UU. alerta sobre los efectos del «éxtasis»

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En EE.UU., la Administración para Alimentos y Medicinas ha concluido una investigación de dos años sobre las consecuencias del consumo de éxtasis para la salud. La investigación se llevó a cabo con dieciocho voluntarios que ya habían consumido antes esta droga. Los resultados todavía no han sido publicados. Pero el doctor Charles Grob, encargado de la investigación, confirma en The Sunday Telegraph (7-IV-96) que el éxtasis puede causar daños permanentes en el cerebro y cambios inmediatos en el organismo, como la pérdida de coordinación y la elevación de la temperatura, de las pulsaciones y de la tensión arterial. El éxtasis produce también trastornos psíquicos, como la impresión de vigor y bienestar general del consumidor.

Aunque el estudio aclara que los cambios fisiológicos no son peligrosos para la mayoría de las personas, señala también que pueden ser letales en personas con condiciones cardíacas especiales, y en las que siguen un tratamiento médico o consumen otras drogas. Por otra parte, también puede provocar la muerte por deshidratación.

En Gran Bretaña el Ministerio del Interior estima que se consume medio millón de tabletas de éxtasis a la semana, y que uno de cada diez jóvenes entre 14 y 19 años ha tomado esta droga alguna vez. Hasta este año, 50 personas han muerto por consumir éxtasis, aunque médicos especialistas opinan que la cifra real se acerca más a cincuenta fallecimientos anuales por esta causa. Producir una tableta de éxtasis cuesta unas tres libras, y se vende a quince, lo que genera un mercado de 300 millones de libras anuales para los narcotraficantes.

Otra investigación, esta vez del Centro de Adicciones y Abuso de Sustancias (CASA) de la Universidad de Columbia, señala que en Nueva York uno de cada seis adolescentes consume drogas duras, tres cuartos de ellos beben alcohol y más de la mitad fuman. Por el consumo descontrolado de estas sustancias (drogas, alcohol y tabaco) la metrópoli gastó 20.000 millones de dólares en 1994, un 9% del producto bruto de la ciudad. El coste -señala The Economist (23-III-96)- se reparte en asistencia sanitaria (5.000 millones), pérdidas en la actividad económica (6.500 millones), procesos penales (4.000 millones) y, en menor medida, servicios sociales y daños a la propiedad y robos.

Para Joseph Califano, que fue ministro de Sanidad a finales de los años setenta y hoy preside CASA, debería reforzarse la educación preventiva entre los alumnos con el fin de evitar el abuso de estas sustancias. Opina que las leyes no bastan para solucionar el problema de las drogas, aunque es partidario del mantenimiento de la prohibición de venta de alcohol y tabaco a los menores.

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